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Mohamed Salah, faraón del Museo Británico

Las zapatillas, unas X17 Deadly Strike, de un refrescante color verde y un azul un tono más atenuado que el Klein, poseen la forma del pie del deportista y se exhiben en una de las salas más concurridas del centro
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Las zapatillas, unas X17 Deadly Strike, de un refrescante color verde y un azul un tono más atenuado que el Klein, poseen la forma del pie del deportista y se exhiben en una de las salas más concurridas del centro.
Museo no es sinónimo de mausoleo. Nada más lejos. Lejana y añeja es la idea de que aquéllos debían contener y dar cobijo a una sucesión de cuadros y esculturas debidamente ordenados cronológicamente. Repetimos: nada más lejos de nuestra realidad actual en la que los centros de arte, que nacen como setas en cualquier remota localidad, se han convertido, algunos de ellos, que no la mayoría, en verdaderos «blockbuster», mega contenedores en los que casi cualquier objeto al que se pueda dar la categoría de artístico tiene su espacio.
Cualquier museo, por pequeño que sea, dispone de su restaurante y cafetería, con apellido de chef por medio, claro está, y su tienda organiza actividades que tienen que ver con las obras que aloja. El atraer a nuevos públicos es un mantra que repiten a la par que lo hacen los teatros de ópera, de ahí que se recurra en ocasiones a las exposiciones estrella, esas que provocan larguísimas colas a la entrada de las taquillas y obligan al público a entrar casi con cuentagotas para poder ver en las salas algo más que el cogote del visitante de delante. Pues bien, el Museo Británico, grande entre los grandes, ha decidido ir un paso más allá y actualizar la colección de arte egipcio con un par... de botas del jugador Mohamed Salah, Bota de Oro para más señas y estrella rutilante del Liverpool.
Las zapatillas, unas X17 Deadly Strike, de un refrescante color verde y un azul un tono más atenuado que el Klein, poseen la forma del pie del deportista y se exhiben en una de las salas más concurridas del centro, la dedicada al Arte Egipcio, justo delante de las colosales estatuas de Ramsés II y Amenhotep III. El jugador, un alero de 25 años, levanta pasiones y ha anotado una cifra récord de goles en la Premiere League, nada menos que 32 en una sola temporada. De ahí, según los responsables del museo, la distinción, «con el objeto de reforzar la colección de arte egipcio contemporáneo, pues cuentan la historia de un símbolo del país que está brillando con luz propia en el Reino Unido y que tiene un impacto a nivel global, además de reunir así objetos que hablen de la historia del Egipto de los siglos XX y XXI », según las palabras de Neal Spencer, conservador de Antiguo Egipto y Sudán.
Y nada mejor que para situarnos en el contexto secular actual que unas botas usadas por un «crack» del balompié por el que se pagaron 42 millones de euros más cláusulas el año pasado. Las zapatillas, usadas, las que él se ha calzado, serán exhibidas a partir del día 24 en una galería que alberga las pinturas murales de la tumba de Nebaum, un rico oficial egipcio, y junto a calzado y joyas de oro. ¿Quién le discute al Museo Británico su faraónica y arriesgada apuesta?