Mona Martínez: «Ante las dificultades debemos pelear con sentido del humor»
Protagoniza «Óscar y Mami Rosa» en la Sala Arapiles 16, un monólogo dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente sobre un niño enfermo de leucemia y la voluntaria que lo visita.
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Protagoniza «Óscar y Mami Rosa» en la Sala Arapiles 16, un monólogo dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente sobre un niño enfermo de leucemia y la voluntaria que lo visita.
Óscar y Mami Rosa» es la adaptación teatral que el escritor francés Éric-Emmanuel Schmitt hizo de su propia novela «Oscar et la dame rose» dedicada al cristianismo. En forma de monólogo a varias voces, cuenta la relación entre un niño de diez años enfermo de leucemia que escribe cartas a Dios y Mami Rosa, voluntaria que lo visita a diario en el hospital. Una historia intimista y emotiva que protagoniza Mona Martínez, dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente, en la sala Arapiles. Doce días llenos de personajes divertidos y conmovedores.
–¿Es la historia de una complicidad?
–De la unión de dos soledades. Ella está sola y él es un niño que, en circunstancias tan tristes, también se encuentra solo y eso los une. El único conflicto que encuentran es el de la muerte que viene pisando los talones.
–¿Qué surge entre ellos?
–Un lazo afectivo muy profundo, un vínculo de unión que se potencia con la base del cristianismo, que es el amor, la ayuda al prójimo... A uno mismo con el otro, el que llega a amarte por los actos que produces, porque en realidad, eres lo que haces.
–¿Los niños tienen una capacidad especial para profundizar en lo esencial de la vida?
–Estoy convencida de que sí. Los momentos de nuestra infancia que nos impactaron tienen que ver con la emoción, con algo que nos impactó, con la capacidad de sentir y con esa inteligencia emocional que tienen los niños que siempre nos supera. Hacen preguntas que sorprenden por su profundidad.
–¿Él lo hace?
–Sí, hace preguntas muy dolorosas, quiere saber, llegar hasta el final.
–¿Es un canto a la vida?
–Absolutamente, a la vida y al amor que, incluso actoralmente, te exige dedicación para observar la vida con más detalle y detenimiento. Para aportar todo lo que necesita el personaje tienes que alimentarte de esas ganas de vivir y eso exige mucho.
–No es pesimista.
–Es optimista y esperanzada, porque habla de la vida, de la muerte..., todo eso que forma parte de lo esencial y, en medio de una y otra, pasa la vida. Sabemos el principio y el final, pero no qué hay después, ahí surge la esperanza.
–Y ahí entra Dios a través de la mirada del niño.
–Su mirada es diferente, a él sus padres nunca le han hablado de Dios porque no creen. No tiene ningún concepto de él, no sabe que le puede pedir cosas de tipo espiritual. Ella lo va conduciendo y lo que descubre es un Dios al que le puede contar lo que le pasa y siente como aliado. Todas las noches habla con él.
–¿Dios es otro protagonista más de la historia?
–Claro, porque es el vínculo de unión entre ella y el niño, el nexo entre ambos.
–Que da sentido a lo que no puede comprender.
–Efectivamente, no comprende por qué un niño está en esa situación y en esa búsqueda se unen.
–¿Eso lo llena de valores?
–Absolutamente, el autor elige a un niño, alguien todavía sin contaminar en la forma de ver el mundo. La vida, la muerte, el amor, el desamor, la felicidad, la lucha por vivir, la pasión que inculca al niño para que viva intensamente. Lo anima a que no se pierda una sola experiencia.
–Es conmovedor.
–A mí me impactó mucho, me impresionó. Aparte de la belleza del texto, la genialidad del planteamiento, cómo compone el autor toda una vida en doce días pasando por todas sus facetas. Lo condensa todo en un acto sublime de amor a través de algo muy bello que hemos perdido, escribir cartas.
–¿Para él es importante no rendirse?
–Esta es una de las premisas, no darse nunca por vencido, ir a contrarreloj, no parar, no dar tregua, él sigue viviendo sin rendirse, sin caer en ningún momento.
–¿Qué papel juega el humor?
–Uno importante. Es un niño inteligente, con un sentido del humor maravilloso, hace chistes con toda naturalidad y tranquilidad. Esto es importantísimo y básico para plantar cara a la situación, le aporta aquello que deberíamos tener todos, pelear con sentido del humor ante las dificultades y no cabreados.
–¿Qué supone para usted como actriz un papel así?
–Un reto absoluto para estar a la altura de un texto bellísimo y a la de un público que a veces es afectado. Emocionalmente se trata de una función muy delicada y, a la vez, exigente por su carga afectiva y emocional. Para mí es una lección de vida.