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Muere el director de cine y escenógrafo italiano Franco Zeffirelli

Franco Zeffirelli, en una imagen de archivo/Ap
Franco Zeffirelli, en una imagen de archivo/Aplarazon

El director de cine y escenógrafo italiano Franco Zeffirelli murió hoy a los 96 años en Roma, anunció Dario Nardella, alcalde de Florencia, ciudad natal del artista, al que calificó como "uno de los grandes hombres de la cultura mundial".

Más de sesenta años de carrera en la que demostró su maestría. En cine, teatro y en el mundo de la ópera. Un artista prolífico que nació un 12 de febrero de 1923 y se crió en la bellísima Florencia. Era hijo ilegítimo y al fallecer su madre vivió bajo la tutela de su tía. Su adolescencia y primera juventud resultó un tanto convulsa. La guerra terrible le pilló por medio y escapó de la muerte en dos ocasiones. Salvó al vida de milagro y decidió que no podía dedicarse a un trabajo de oficina. La arquitectura, pensó en principio, que compaginó con una incipiente carrera de actor de radio.

Era excesivo, pero , al tiempo, genial. Quienes trabajaron con él cerca dicen que aprendieron todo lo que se puede saber del cine y de la ópera. Hombre de gusto y modales exquisitos, el Festival Arena de Verona se preparaba este año, dentro de unos días, para regalarle un homenaje de altura a quien fue uno de sus registas fetiche. Lo dio todo en ese coliseo inmenso y abierto al arte.

Parece que barruntaba ya que no podría asistir, que la salud, tan maltrecha en los últimos años, casi cercano a ser centenario, le había jugado esta vez una mala pasada y debería verlo en la distancia. Imaginar, quizá esos años en los que fue el dueño y señor de la escena, como cuando dirigió a Maria Callas por primera vez en “Il turco en Italia”, a mediados de los cincuenta, o en aquella “Traviata” en Dallas a la que dio literalmente la vuelta al empezar la ópera por el fallecimiento de Violeta. Corrían ahora otros tiempos y él, imposible de callar, se había manifestado contrario a esas puestas en escena que cambiaban tiempo y alteraban siglos, que obligaban a los cantantes a ser actores siempre en el hilo.

El último encontronazo se documentó en La Scala por una “Carmen” dirigida por una mujer, Emma Dante, en la que se representaba una escena de violación. Puso el grito en el cielo y clamó contra los modernos que no hacían sino cambiar el curso de la ópera “a su antojo y sin conocimiento alguno”. Cantaban Jonas Kauffman y una, entonces, desconocida Anita Rachvelishvili. Era el año 2009 y el maestro calificó entonces a Dante de “mujer irresponsable que no sabe nada de la lírica”.

Su tiempo, maestro, era otro. Sus grandiosas puestas de escena se habían quedado un tanto arrinconadas, imposibles de sufragar hoy en plenos tiempos de crisis de nunca acabar. Sin embargo, es innegable lo que hizo por y para el mundo de la ópera. Un arte mayor que en sus manos se engrandeció aún más. Tenía 96 años y ha muerto con las botas puestas. Y con un lugar ganado a pulso en la historia del cine y de la dirección de escena.

El alcalde de Florencia, Dario Nardella, ciudad de nacimiento del artista, anunció su muerte con pesar y lo calificó como "uno de los grandes hombres de la cultura mundial". El cine estuvo desde temprano en su vida. Las representaciones de teatro ambulante que vio de niño en la Toscana entre bambalinas le prendieron. Siempre recordó que aquello le llevó a escoger el camino del arte. Visconti, otro nombre grande, fue su mentor en el mundo del cine. Lo dirigió en un pequeño papel para el teatro en “Crimen y castigo” en Roma. Junto a él firmó después la dirección de escena de tres de sus grandes películas: "La terra trema"(1947), "Bellissima"(1951) y "Senso"(1952). Ahí, confesaba en su libro de memorias, nació su pasión por el séptimo arte.

Ha dirigido títulos clásicos como "La fierecilla domada"(1966), "Romeo y Julieta"(1968), que fue considerada como una auténtica “bocanada de aire fresco” por la crítica con unos desconocidos y jovencísimos intérpretes, Leonard Whiting y Olivia Hussey, y "Hermano Sol, hermana Luna"(1971), “Jesús de Narzareth” (1977)“Amor sin fin” (1981), una almibarada comedia romántica en la que descubrió a Brooke Shields, y "Té con Mussolini"(1999) y “Callas forever” (2002), su última incursión en la pantalla.