Motörhead se queda huérfana
La muerte del «alma máter» de la banda, Lemmy Kilmister, deja al mundo del heavy en estado de shock.
El «indestructible» Lemmy Kilmister se reveló mortal y murió en la noche del lunes víctima de un cáncer fulminante que le había sido detectado apenas dos días antes. Las malditas células pusieron fin a la vida de un superviviente, de una leyenda, de un tipo que encarnó uno por uno todos los vicios y virtudes del universo del rock and roll. «No hay manera fácil de decir esto (...). Nuestro noble amigo Lemmy falleció después de una corta batalla contra un cáncer extremadamente agresivo», comunicó su banda, Motörhead, a través de las redes sociales.
Ian Fraser Kilmister nació en la Nochebuena de 1945 en Burslem, al norte de Inglaterra. Producto de una familia desestructurada, encontró sus primeras pasiones en el rock and roll, las mujeres y los caballos. Por este orden. A los 16 años, y como tantos otros, vio la luz al asistir a un concierto de The Beatles en The Cavern, el antro de Liverpool donde el cuarteto comenzó a ganarse una reputación. Y John Lennon fue su primer héroe. No está muy claro de dónde vino su apelativo de «Lemmy», pero se sospecha que fue por la frase «Lemmy a quid till Friday» (Préstame una libra hasta el viernes). La frase se refiere a una de sus primeras adicciones, las máquinas tragaperras. Y en poco tiempo supo que quería ser una gran estrella del rock and roll y vivirlo con toda su intensidad. «Nacer para perder, vivir para ganar», diría más tarde.
Lemmy montó varias bandas a finales de los sesenta, pero no sería hasta 1971 cuando comenzaría a plantearse vivir del rock and roll. Fue con un grupo llamado Hawkwind, que en 1972 tendría un pequeño éxito con la canción «Silver Machine». A Lemmy le encantó toda aquella época y esa parte frívola del rock and roll: la adoración de los fans, la adrenalina de los escenarios, la ausencia de rutinas y, en fin, los excesos. «El verano de 1973 fue fantástico. No me acuerdo de nada, pero nunca lo olvidaré», resumiría en una de sus citas más célebres.
En 1975, Lemmy se hartó de sus compañeros de viaje y montó una nueva banda, los Motörhead, el nombre de la última canción que compuso para Hawkwind. La idea de Lemmy era hacer «la banda más sucia de la historia del rock and roll». Todo alrededor del grupo era «grasa»: ropa, actitud, mensajes, la propia música... «Roadrunner» (1977) y «Bomber» (1979) y «Overkill» (1979) fueron esbozos de lo que llegaría después, nada menos que la consagración de un grupo pionero dentro del «metal-rock» en todas sus variantes. Lo lograría con «Ace of Spades» (1980), el disco que llevó a la banda hacia el estrellato. «Un grupo bueno no es el que te hace mover un rato el pie, sino el que desata tu imaginación», confesaría.
Lemmy estaba en el lugar donde quería y era una indiscutible referencia en el rock and roll. Él mismo alimentaba al personaje con una actitud enormemente carismática y un cúmulo de frases de lo más ingeniosas y divertidas. Sus conciertos eran arrolladores, en el amplio sentido del término, con un Lemmy desatado en el escenario y un buen número de fans que se creían héroes durante las dos horas que duraban sus conciertos. Mientras, el líder de la banda desafiaba al mismísimo Keith Richards en su carrera irrefrenable hacia el exceso. Nada había prohibido para Lemmy, salvo una cosa: el aburrimiento.
Así, se convirtió en un gran coleccionista de parafernalia nazi, por mucho que aborreciera sus ideas. «No entiendo a la gente que piensa que si ignoras algo, esto desaparecerá. Eso es un enorme error. Si es ignorado, gana fuerza. Europa ignoró a Hitler durante muchos años y como resultado masacró la cuarta parte del mundo», explicaría. Después llegaron años más turbios y la otra cara de la música: las discusiones internas en la banda, las deserciones, los conflictos con las compañías de discos, los peligros de la autoparodia, los juicios... Pero nada podía con Lemmy, pues realmente él era Motörhead. El paso del tiempo le serviría de reivindicación.
La huella de metallica
Las nuevas bandas metaleras, tan en boga, insistirían en hablar de la influencia del aceitoso grupo, reclamando su lugar en la historia. Uno de esos grupos fue Metallica y Lemmy consiguió en 2005 su primer Grammy precisamente con una versión suya, en concreto de «Whiplash». Tras conocer la muerte, Metallica expresó rápidamente sus condolencias y en las redes sociales publicó: «Lemmy, tú eres una de las principales razones por las que esta banda existe. Te estaremos eternamente agradecidos por tu inspiración». Poco antes del Grammy, en 2002, Lemmy publicó «White Line Fever», una descacharrante biografía que sirvió para mitificar su imagen como auténtico superviviente. Allí fue donde expresó sus cinco mandamientos vitales: Marlboro, Jack Daniel’s, speed, strippers y rock and roll. Atrás queda una vida devorada, bebida a enormes tragos y consagrada a una pasión desmesurada por todo lo que pensaba que merecía la pena vivir. Así se va uno de los grandes personajes del rock and roll y un músico enormemente influyente para las siguientes generaciones. Tenía previsto actuar el 4 de febrero en Barcelona dentro de una gira que ya no será tal.