Muere Eugenio Trías, el pensador al límite
El filósofo, uno de los más importantes de las últimas décadas, falleció a los 70 años dejando más de treinta libros, algunos de los cuales ya son clásicos
Ha muerto uno de los grandes pensadores españoles del siglo XX. Autor de una obra enciclopédica, que toca la estética, la política, la ética, la metafísica, la filosofía de la religión y de la música, Eugenio Trías ha definido certeramente la experiencia del límite entre la luz y las sombras, ha analizado la pasión como motor de la creación intelectual y ha visto al sujeto moderno como un ser y un pensar en la frontera, dando fe del momento de cambio que le tocó testimoniar co-mo filósofo, en el tránsito entre el siglo XX y el XXI. Eugenio Trías nació en Barcelona en 1942 y, tras una larga lucha con su enfermedad, falleció ayer en la misma ciudad.
Un mediador filosófico
La Universidad de Barcelona, la Central, fue su alma máter desde que obtuvo la licenciatura en Filosofía hasta que ganó su primera plaza de profesor ayudante. Fue profesor adjunto en la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor visitante en Brasil y Argentina (también estuvo en Bonn y Colonia). En 1976 pasó a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde obtuvo la cátedra de Estética, y allí se quedó hasta que en 1992 pasó a ser catedrático de Historia de las Ideas de la Universidad Pompeu Fabra.
Trías ha sido un mediador filosófico entre el mundo de la belleza y el de lo siniestro, un pensador del compromiso ético y estético con lo sublime y lo apasionado, un estudioso del fenómeno religioso, de las formas y valencias de lo sagrado. Siempre ha destacado como un fino estilista, un escritor-filósofo cuya «escritura filosófica con antenas poéticas» será recordada como inimitable portadora de su sólido pensamiento. De entre sus más de treinta libros hay algunos que ya son clásicos, como «La filosofía y su sombra», «Tratado de la pasión», «Lo bello y lo siniestro», «Metodología del pensamiento mágico», «Lógica del límite» o «Los límites del mundo». Su estela es larga y su escuela fecunda. Será recordado como el filósofo del límite. Retomando la vieja noción griega de peras y con una metodología de raigambre kantiana y wittgensteiniana, Trías ha analizado de qué manera la noción de frontera delimita el ser y el pensar. El ser fue redefinido por Trías como ser del límite, en una ontología fronteriza entre el fenómeno y lo que no acaba de manifestarse como tal.
La división de la frontera
Acaso los humanos seamos seres híbridos, en el límite entre lo animal y lo divino, como ya supieron ver los antiguos, y también el pensar filosóficamente sea una realización en el límite, un clasificar por corte y sección, una diairesis que deja fuera y dentro a los conjuntos de conceptos que se van definiendo mediante la técnica divisoria de la frontera, que delimita y define también al sujeto y no sólo a los objetos. Esta lógica del límite se enfrenta a la sinrazón y la integra de manera que el pensamiento mítico queda armonizado con la racionalidad, la pasión con la razón y la belleza con las tinieblas de lo siniestro. Con estas reintegraciones preplatónicas, Trías ayudó a comprender el espíritu de la modernidad como pocos otros pensadores y a maridar las sombras de lo irracional con la idea de que toda la historia de la filosofía es un camino idealista hacia la luz de la razón.
Su actividad filosófica le valió el reconocimiento desde su primer libro. Ha recibido numerosos premios como el Nacional de Ensayo o el Premio Internacional Friedrich Nietzsche, el único galardón internacional que se otorga al conjunto de la obra filosófica de un pensador. Pero Trías también destacó por sus importantes contribuciones a la estética y la teoría del arte y de la belleza, sus aproximaciones a la religión y lo sagrado, al cine y a la música. «La música de las sirenas» (2007) y «La imaginación sonora» (2010) dan fe de su pasión por la música y su interacción con la filosofía y se han convertido en un éxito inusitado en el ensayo filosófico. Su escritura se había volcado con otra de sus pasiones, el cine, que ya había tratado en «Vértigo y pasión» y al que iba a dedicar una obra paralela a sus escritos musicales. Trías ha muerto y dejado una obra que le abre las puertas de la historia de la filosofía como el pensador más importante de este cambio de siglo en España.
Reflexiones fotograma a fotograma
Para el pensador no existen los límites. Un lugar determinado en el que parar su discurso. Todo es materia de reflexión. Y Eugenio Trías dio a lo largo de toda su trayectoria pruebas de ese magisterio. Y con una excepcionalidad que fue reconocida desde que se licenció. En sus libros dio cuenta de algunas de sus pasiones como son la música y el cine. A esta última pasión, a la que ya dedicó anteriormente otros dos volúmenes, «Vértigo y pasión», el más conocido (en la imagen, un fotograma del filme de Hitchcock), y «Lo bello y lo siniestro», se suma ahora otro título que el pensador había rematado hacía relativamente poco y que saldrá en los siguientes meses: «De cine, aventuras y extravío». La editorial Galaxia Gutenberg lo publicará próximamente. Será la obra póstuma de una persona que se entregó al pensamiento hasta el final.