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Medio siglo

La muerte de Pasolini: 50 años del misterio que aún atormenta a Italia

En su libro «Pasolini 1975-2025» la periodista Lucía Visca, la primera en llegar al lugar del crimen, reconstruye la historia del asesinato del cineasta

Pier Paolo Pasolini
Pier Paolo PasoliniEffigie/LeemageBridgeman Images via AFP

La muerte de Pier Paolo Pasolini, una de las figuras más complejas y fascinantes de la cultura italiana del siglo XX, sigue rodeada de interrogantes 50 años después de que su cuerpo fuera encontrado sin vida en un descampado cercano a la playa de Ostia, a las afueras de Roma. Esa misma noche, la policía detuvo a un joven por conducir a toda velocidad el coche del intelectual italiano. Era Giuseppe Pelosi, conocido como «Pino», un prostituto de 17 años que no tardó en confesar el crimen.

Según mantuvo durante mucho, Pasolini le había encontrado en los alrededores de la estación Termini y le había prometido 20.000 liras a cambio de tener relaciones sexuales. Pelosi aceptó, pero cuando llegaron al litoral romano, el joven se arrepintió y decidió bajarse del coche. El director trató de impedirlo y durante el forcejeo acabó matándolo a bastonazos. El cuerpo de Pasolini apareció completamente destrozado y con el corazón reventado después de que, según confesó Pelosi, le atropellara con su propio coche en su huida del lugar del homicidio. Lucía Visca, una periodista del diario «Paese Sera», fue la primera en llegar al lugar del crimen aquel 2 de noviembre de 1975. «Las sensaciones de aquel momento son indescriptibles: un dolor inmenso, un asombro profundo, incluso demasiado intenso para una joven de 22 años con aspiraciones periodísticas. Fue un acontecimiento mundial, quizá uno de los primeros de la década de 1970».

Era la oportunidad que marcaría su carrera y que la llevó a seguir el caso durante años. En su último libro, «Pasolini 1975-2025», la periodista reconstruye la historia a través de testimonios, fotografías y documentos de la época, que retratan a un intelectual profundamente vinculado al debate social y político de su época. Y lamenta que ni siquiera las sucesivas aperturas judiciales hayan logrado aportar nuevas pistas.

La primera investigación se cerró en pocos meses. En 1976, Pino Pelosi fue condenado por homicidio involuntario en complicidad con desconocidos a nueve años de prisión, pero esos desconocidos han permanecido en el anonimato durante medio siglo, alimentando las sospechas de que tras la brutal paliza se escondía una trama mucho más oscura. En 2005, el asesino confeso del cineasta aseguró que Pasolini y él estaban practicado sexo oral en el coche cuando tres hombres se acercaron y comenzaron a insultar al cineasta. Fueron ellos, aseguró entonces, quienes acabaron con la vida del cineasta. En 2014, tres años antes de morir, Pelosi cambió de nuevo su versión y señaló a dos hombres conocidos en el ambiente neofascista romano como los autores del crimen. Sin embargo, la policía no encontró nuevos indicios y cerró la investigación. De nada sirvió tampoco la denuncia presentada en 2023 por el antiguo asistente de Pasolini, el director David Grieco, y el guionista Giovanni Giovannetti, que pidieron reabrir el caso para verificar varias muestras de ADN identificadas por los carabinieros en la escena del crimen y custodiadas en un laboratorio desde entonces.

Crítica feroz del fascismo

Los antiguos colaboradores del cineasta sostienen que aquella noche Pasolini había acudido a Ostia para recuperar unas cintas que le habían sido robadas de la película en la que estaba trabajando, «Saló o los 120 días de Sodoma» (1975), su obra póstuma, en la que hacía una crítica feroz de la burguesía y el fascismo.

La tesis de la extorsión ha sobrevivido gracias a las declaraciones de antiguos miembros de la Banda della Magliana, la organización criminal que sembró el terror en Roma durante las décadas de 1970 y 1980, y que se sospecha pudo estar también detrás de la desaparición de Emmanuela Orlandi, la hija adolescente de un funcionario del Vaticano desaparecida en extrañas circunstancias en 1982. Otras hipótesis apuntan a que el cineasta tenía previsto desvelar el nombre del presunto homicida del industrial Enrico Mattei, presidente de la compañía petrolífera ENI, en el libro que estaba escribiendo en el momento de su muerte, «Petróleo».

Lucia Visca recuerda que la violencia con la que murió también refleja la soledad con la que vivió Pasolini, criticado por los medios de comunicación y condenado por la Iglesia y la política; un intelectual incómodo destinado a un trágico final cuya muerte «no le importó a nadie», asegura. Al día siguiente, el periódico en el que escribía tituló: «Muere Pier Paolo Pasolini asesinado por un niño de la calle». Un crimen brutal que está destinado a seguir siendo un misterio.