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Lenguaje

Muñoz Machado: «Cebrián fue el primero en felicitarme»

El jurista, elegido director de la RAE, se impone a perfiles más políticos al frente de una institución cuya pervivencia, defiende, «es cuestión de Estado».

Muñoz Machado: «Cebrián fue el primero en felicitarme»
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El jurista, elegido director de la RAE, se impone a perfiles más políticos al frente de una institución cuya pervivencia, defiende, «es cuestión de Estado».

Su nombre parecía el preferido desde el principio y, probablemente, en otras circunstancias no habría existido ni una sola duda: él habría sido elegido. Pero enfrente tenía un candidato duro, que presentó su intención de ocupar el sillón de la dirección desde el principio y, según los rumores, hizo una campaña ardua para ganar adeptos. Pero, al final, Santiago Muñoz Machado ha logrado el respaldo del pleno de ayer y se ha convertido en el nuevo director de la RAE.

Jurista de formación, catedrático en la Universidad Complutense, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y secretario de la Real Academia Española, él siempre ha entendido el Derecho no solo como una defensa de la Constitución y las Leyes, sino también de la palabra escrita, una tarea a la que ha dedicado esfuerzo, tiempo y varios trabajos importantes. Su prestigio se ha cimentado en una sólida carrera rica, abundante, con diferentes vectores y direcciones, pero en la que sobresale su recorrido como ensayista con títulos como «España: repensar el Estado o destruirlo» (2012), «Cataluña y las demás Españas» (2014) y «Vieja y nueva Constitución» (2016). Aunque, probablemente, lo que más ha respaldado su candidatura para coger el timón de esta institución durante los próximos cuatro años ha sido el «Diccionario del español jurídico», un trabajo emblemático, y descomunal que lo ha consolidado entre los demás académicos, que desde el principio vieron con buenos ojos a un hombre que arrastraba detrás de él no solo una obra académica sino también filológica y de claro prestigio. Una ventaja notable en la batalla que se ha librado para alcanzar la dirección desde que Darío Villanueva anunció que no se presentaba a la reelección.

Lo primero, la economía

A Santiago Muñoz Machado también le han favorecido sus optimistas declaraciones sobre el futuro de la RAE, conseguir nuevas fuentes de financiación y la posibilidad de remontar la delicada situación económica que atraviesa esta casa desde que comenzó la crisis en 2008. Un periodo en el que han decrecido los ingresos por diferentes vías y, también, por la bajada de ventas de sus libros (que antes eran verdadero «best-seller»), debido sobre todo a la irrupción de internet que ha afectado al diccionario, y ha llevado a muchos académicos a pensar en un perfil más de gestor, con un pasado limpio y sin ninguna implicación política. Un semblante que les ayude a trazar el rumbo de nuevo y que les devuelva la bonanza económica de la que disfrutaron en el pasado. «Lo primero que vamos a abordar son los problemas económicos. Estoy convencido de que el Gobierno nos va a prestar la atención debida y que nos ayudará a mantener el prestigio para que la RAE continúe siendo una institución de referencia. Es necesario que pueda funcionar con tranquilidad. Es una cuestión de Estado y el Estado tiene que ser muy cuidadoso para que esta institución tenga todas las garantías económicas y de cualquier otro tipo para que su prestigio se mantenga y crezca en el futuro».

Con estas palabras Muñoz Machado se estrena como director de la RAE. Aunque no quiso entrar demasiado en los planes que tiene pensados, sí adelantó algunas líneas que aplicará en los meses siguientes sobre varios asuntos. De momento, para despejar fantasmas y que todo el mundo estuviera tranquilo avanzó que «todo el personal de la RAE es de una extraordinaria cualificación y no se puede sustituir por otros que no tengan una cualificación similar a la de ellos. Como gestor creo que tengo que confirmar al personal, no prescindir de ellos. Es algo fundamental en cualquier gestor bueno. Y yo, además, no tengo ninguna razón para pensar que existe personal en esta casa que pueda ser prescindible. Yo ahora mismo los confirmo a todo. El número de personal depende siempre de los recursos económico y mi primer trabajo es que se mantengan en sus puestos todos. Solo excepcionalmente y de manera limitada se producirá una restucturación del personal».

Como ya es habitual, el director anterior suele presentar al nuevo para introducirlo. Y la presentación de ayer obedecía a esa tradición. Darío Villanueva acompañó a Muñoz Machado, que aseguró estar «muy orgulloso de presidir y se haber sido elegido para dirigir una institución que es tricentenaria y que es la más relevante que existe para defender los fines que persigue y que trata de defender la unificación de un idioma que hablan en torno a 500 millones de personas. La responsabilidad que cae sobre mis espaldas es enorme. Dedicaré a esta ingente tarea todo mi tiempo y todos mis esfuerzos y a que la RAE esté bien gestionada». Después añadió que su deber primordial es que «los problemas económicos que existen ahora desaparezcan, pero después abordar otros esenciales, como es el diccionario digital, que es urgente». Muñoz Machado tampoco quiso eludir otra de las grandes cuestiones: el lenguaje inclusivo, que tanta batalla ha planteado en los meses precedentes, y donde lengua y política se mezclan. «Se ha hecho un informe que es de una extraordinaria calidad técnica. Los miembros de la comisión delegada del pleno lo tienen que aprobar en el futuro. Yo, de momento, no lo conozco, porque además los responsables han sido muy cuidadosos para evitar que se propague su contenido. Pero sí puedo adelantar que lo primero que se hará será aprobarlo, a finales de enero o principios de febrero, y que en cuanto se estudie y se apruebe, se hará público».

No sin sentido del humor, al referirse a las disputas en el seno de la Academia con motivo de estas elecciones, dijo: «Todo es muy cordial aquí. La RAE, a pesar de lo que dicen, es un colegio la mar de cordial. Nos llevamos bien. Somos personas que tenemos puntos de vista diferentes de las cosas y chocamos a veces, pero cualquier incidente en el pleno se subsana con educación. No tenemos problemas y vamos a tener menos en el futuro, porque voy a tratar que el trato en el interior de la RAE sea excelente y que todos vengamos a pasar las tardes de los jueves felices. Cebrián fue el primero en felicitarme».