Muñoz Molina: «La ficción es un acto de soberanía, de resistencia enconada y furiosa»
El escritor andaluz Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) ha sido galardonado hoy con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013.
El hombre tranquilo es una conciencia inquieta, una voluntad comprometida que no se amolda al adocenamiento ni a la masa. «Lo fácil es dejarse llevar por la corriente. La disidencia personal es muy difícil. Lo complicado es no hablar desde un grupo determinado, sino desde lo individual». Antonio Muñoz Molina ha ganado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Desde el año 2000, ningún autor en lengua castellana había obtenido este premio. «La carrera de un escritor no se mide por los premios que ha recibido o que no ha recibido. Existe muchos narradores que podrían recibir un premio así. Y si no lo tienen, no quiere decir que no sean igual de buenos». Pero lo cierto es que se lo han dado a él, no a otro. Y en el año, precisamente, que ha publicado «Todo lo que era sólido» (Seix Barral), un ensayo en el que recorre el germen de la crisis y denuncia los errores que se han cometido en España. Un recorrido que ha trazado con una inmensa conciencia crítica, pero, también, con una mesura envidiable.
Lo que podemos perder
Una obra muy lúcida para comprender qué ocurrió y entender por qué nos está sucediendo ahora esto. «Escribí esta obra para fomentar un debate sobre la situación que tenemos ahora. Lo que me preocupa es que perdamos lo que habíamos ganado y que llegue un momento en que olvidemos lo que hemos perdido. Cuando se viaja puedes apreciar qué diferente es un país con una educación pública o sin ella; si existe igualdad ante la Ley o no; si hay un imperio de la Ley y una sanidad pública o si ésta se ha privatizado. No me gusta vivir en naciones así. Tampoco que empecemos a valorar las cosas cuando se han perdido. Eso ocurrió en la República de Weimar. Los políticos que disentían, los juntó el nazismo en los campos de concentración. Y ahí se acordaron. Para que no suceda se necesita bastante raciocinio». Muñoz Molina reflexiona sobre las protestas sociales y cómo se intentan acallar las voces que disienten. «Se les quite legitimidad de antemano. Se les tacha diciendo si son de derechas o de izquierdas. Antes sucedía igual. En el 92, con la Exposición Universal, si criticabas los fastos, se aseguraba que eras "antiandaluz". Nadie escuchaba lo que tenías que contar. La crítica en la actualidad está bajo sospecha». El autor de «El jinete polaco» alerta de los peligros que percibe, como ciertos intentos de monopolio que nos cercan en la actualidad: «Hay cosas arraigadas que pueden desaparecer, como las librerías, las bibliotecas, la literatura. En el libro hay implicadas muchas personas, el editor, el diseñador... la mayor amenaza que existe es que hay intereses que intentan destruir este delicado ecosistema en beneficio propio. Son enemigos de la diversidad editorial y quieren un monocultivo y ser ellos los dueños de él». No hace falta ser más claro para saber en qué dirección apuntan sus dardos. Pero Muñoz Molina aclara un punto: «Estoy con el libro electrónico y con todas las formas de la difusión de la literatura. El libro se ha extendido siempre a través de los medios más avanzados. Primero con el papiro, luego con el pergamino y después, en una forma tecnológica tan útil que ha perdurado mucho. El "e-book"es una manera de acceder a la lectura. Pero una cosa son los libros electrónicos y otra, el monopolio tiránico de los que intentan vender esos "e-books"». El novelista, que ha sido prematuro en recibir el reconocimiento literario, ya con sus primeras obras, «Beatus ille» y «El invierno en Lisboa», también ha recibido este galardón a una edad que no suele ser frecuente. Pero él no le concede importancia.
Ejercicio de escritor
Muñoz Molina es un escritor que desconfía de los escalafones y que cree en la fuerza y el convencimiento de la literatura. Y, de ejercerla con todos los compromisos que requiere una voz propia: «Sólo se puede escribir bien con absoluta libertad interior. Cada vez que empiezas un libro, lo haces desde el punto de vista del principiante, porque lo que ya has escrito no sirve. Por eso escribir siempre es difícil.El narrador sólo puede crear desde una libertad radical respecto al mundo exterior. Recuerdo que Juan Marsé comenzó "Si te dicen que caí"como si no existiera la dictadura. Lo necesitaba. La obra se editó tras la muerte de Franco». Muñoz Molina, que es próximo a la sencillez, que rehusa los juicios generales y las declaraciones desmedidas, que se pregunta «¿qué es un intelectual?» cuando se lo insinúan a él, defendió ayer el ejercicio de la literatura y la necesidad de ficción en un mundo donde las razones y la visión de la realidad se intentan imponer: «Necesitamos más que nunca la ficción. Es un acto de soberanía, es un acto de resistencia enconada y furiosa, porque la realidad no es como dicen». El narrador reconoce que «El público (al referirse a los lectores) en nuestro país sigue siendo muy sofisticado. Pero la literatura no requiere grandes masas de lectores. La buena literatura a veces ha tenido grandes masas, pero en otras ocasiones, no».
Muñoz Molina se reconoce como alguien que aspira a tener las «menos identidades» posibles. Y las que tiene, se las guarda. O eso comenta cuando se le pide que se sitúe en la escala política. «Soy republicano –admite–, pero entre la monarquía holandesa y la república de Venezuela, prefiero la monarquía holandesa. El ideal ilustrado a veces se ha cumplido mejor en ciertas monarquías que en algunas repúblicas. A España le vino bastante bien la presencia del Rey durante la Transición. En ese momento fue muy útil. ¿Los Príncipes? Tengo la impresión de que son excelentes personas en una situación imposible». En «Todo lo que era sólido», el escritor critica con seriedad el egoísmo autonómico y los nacionalismos. Las rayas territoriales se han convertido poco a poco en barreras dentro de nuestro país. «¿Para recuperar la normalidad?», se dice Muñoz Molina, y se contesta él mismo: «Que las personas actúen con naturalidad de nuevo. Hay que apelar a la sensatez en la vida política. ¿Por qué aceptamos ahora bloques, como Cataluña y España? Eso en primer lugar y, luego, antes no existían».
Otro de los temas que aborda en este ensayo y que ayer sacó a relucir es la corrupción política. Un asunto de plena actualidad en este momento y que ha hecho que los mismos políticos se hayan convertido en el principal problema para la propia ciudadanía. «La cuestión no está en que un alcalde sea honrado o no. Lo que cuenta es que haya recursos suficientes para evitar abusos. Primero el robo, la corrupción, que se produce fuera de la Ley. Pero , también, las cosas que se han hecho dentro de la Ley, como esos aeropuertos que se han construido». Antonio Muñoz Molina pide, también, que se relegue la presencia de la política en la gestión de algunas instituciones. «¡Cómo es posible que al director de una biblioteca, de un museo o de un teatro municipal sea un político quien lo ponga! ¿En qué cabeza cabe esto? En Estados Unidos se asombran al conocer esto. Tiene que haber unos ámbitos en los que la política no puede intervenir», asegura.