Cultura

Crítica de clásica

Solidez en la OCNE con Shostakovich y Afkham

La cita se abrió con “Fantasía sobre una fantasía de Alonso Mudarra”, una obra de José Luis Turina de unos diez minutos

El pianista oriental Kyohei Sorita
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Obras de J.L.Turina, Prokofiev y Shostakovich. Piano: Kyohei Sorita. Orquesta Nacional de Espala. Director: David Afkham. Auditorio Nacional, Madrid, 30-I-2022.

Escuché a alguien calificar de «programón» el concierto de esta semana de la OCNE. Realmente lo fue. Se abrió con Fantasía sobre una fantasía de Alonso Mudarra, una obra de José Luis Turina de unos diez minutos en la que demuestra inventiva para recrear y su habilidad para orquestar. Se estrenó en 1989 como encargo de la Sinfónica de Tenerife y el Festival de Canarias en tiempos del aún añorado Rafael Nebot, que deseaban una partitura brillante y de lucimiento para la orquesta. Turina cumplió con el cometido, especialmente en la parte de los metales con una muy amplia plantilla. Lenguaje actual con evocaciones que el público escuchó con mucho agrado y que Afkhan brindó con orden y mando.

Llegó luego el Tercer concierto para piano de Prokofiev, que nos permitió descubrir a otro de esos pianistas orientales para quienes la técnica no tiene secretos. Su curriculum se prestaba a dar entender que, segundo premio en el Chopin de 2021 aparte, sus mayores méritos podían provenir de su dedicación a la comunicación, pero dejó claro que domina este popular y muy difícil Prokofiev, bien acompañado por el titular.

Cerró ese obrón que es la Décima de Shostakovich, escrita justo tras la muerte de Stalin en 1953 y en la que clama por la libertad en tono pesimista reflejando la opresión padecida. Música intensa, especialmente en su largo primero movimiento, pero también en los dos últimos, con un peculiar muy breve segundo, el más violento, que bien podía retratar al dictador. Toda la orquesta tiene ocasión para el lucimiento y la OCNE se encuentra en un excelente momento. Chelos y contrabajos crearon el clima opresivo, flautas y percusión caricaturizaron a Stalin y maderas y violines aportaron la nostalgia y también la esperanza. No era la primera vez que Afkham dirigía esta sinfonía con la OCNE, pues ya lo hizo en 2017, en los albores de su provechosa ligazón con la orquesta. Conoce bien la obra y sabe templarla para alcanzar sus climax emotivamente. Dada su reciente grabación de la Séptima tendría lógica que se recogieran estos conciertos para un nuevo CD. Éxito claro y merecido.