Opinión

En Solfa: “La vida breve” ha de llegar al Maestranza

Las actuales representaciones de “El Gato Montés” en el Teatro de la Maestranza me ha hecho recordar la frustrante reinauguración del Teatro Real con aquella obra en 1997.

Presentación de la ópera 'El Gato Montés' en el teatro de la Maestranza
Presentación de la ópera 'El Gato Montés' en el teatro de la MaestranzaTEATRO DE LA MAESTRANZATEATRO DE LA MAESTRANZA

Las actuales representaciones de “El Gato Montés” en el Teatro de la Maestranza me ha hecho recordar la frustrante reinauguración del Teatro Real con la misma obra junto al “Sombrero de tres picos” el 11 de octubre de 1997. Tuve bastante intervención en aquella reapertura, poniendo de acuerdo a ministerio de cultura, comunidad de Madrid y ayuntamiento en que las tres administraciones debían ir de la mano sin zancadillas. En el restaurante La Ancha de la calle Moreto se pactaron muchas cosas a principios de los noventa del siglo pasado. Era yo patrono de la Fundación del Teatro Real y uno de los cinco miembros de su comisión ejecutiva. Se nombró directora general a Elena Salgado. Ella nombró director artístico a Lissner y ambos barajaron inaugurar con un “Don Carlo” importado del Chatelet, donde el francés había sido director. ¡Inaugurar el Real sin una producción propia! Era un desatino que nos encargamos de evitar.

Surgió luego la idea de “Parsifal” con Plácido Domingo. También luchamos contra ello, ya que el título ni representaba la trayectoria del teatro ni nuestra cultura. Simplemente se movían intereses que quedan para otro artículo. Personalmente llegué a idear y proponer un espectáculo doble con “La vida breve” y “El amor brujo”. Salud moría y quedaba tendida en el suelo en la primera. A Falla le falla el rápido y desabrido final de Salud, por eso se levantaba y resucitaba su espíritu en la segunda para vengarse de Paco. La idea entusiasmó a Carlos Saura y Elías Querejeta. Hablamos largo y tendido en La Ancha. María José Montiel sería Salud y Rocío Jurado cantaría en “El amor brujo”. Todas las luces del Real se encenderían al acabar el ballet con las palabras “¡Ya está despuntando el día! ¡Cantad, campanas, cantad! ¡Que vuelve la gloria mía! Así concluiría el acto.

Se aprobó “Parsifal” en tiempos de Carmen Alborch. Cuando en marzo de 1996 cayó el gobierno de Felipe González y le sucedió Aznar, Esperanza Aguirre sucedió a Alborch. Le advertí de la larga duración de “Parsifal” para una inauguración eminentemente social con los Reyes. Salgado respondió que era poco menos de dos horas y tuve que contestarla que eso era lo que duraba sólo el primero de sus tres actos. Aguirre decidió que sí “La vida breve” pero, palabras textuales: “lo que no vamos a hacer es dar la razón en todo a Gonzalo, así que en vez del “Amor brujo” será “El sombrero de tres picos”. Francisco Nieva dirigiría la primera y para la segunda se recuperarían las telas y figurines de Picasso. El proyecto con Saura y Querejeta se vino abajo. Aún quedaba resolver lo hablado con Plácido, que no abriría el Real y me tocó ir a Viena, en cuya ópera dirigía “Puritani”, para convencerle de que no pusiera trabas. Lo conseguí volviendo a Madrid en su avión privado.

Aquella reinauguración fue costrosa, como puede verse en YouTube, y hubo miles de anécdotas en los ensayos, como cuando empezó a caer líquido desde el techo en una de las salas inferiores y cundió la alarma. Al final era el burro que aparecía en “Vida breve” y se estaba meando. Más de veinte años después, con el lío que hay en Madrid, ya ven que políticamente nada parece haber cambiado. En cualquier caso vuelvo al inicio: ¿Por qué no se programa en el Maestranza aquel espectáculo que ideamos para la reapertura del Real? “La vida breve” aún no se ha visto junto al Guadalquivir y Giancarlo del Monaco podría completar su producción, vista en Valencia y Madrid, con un nuevo “El amor brujo”.