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Yo-Yo-Ma, un Bach casi inhumano

Seis suites para cello de Bach. Yo-Yo-Ma, violonchelo. Ciclo Ibermúsica. Auditorio Nacional. Madrid, 23 de febrero de 2022.
Austin Mann

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Ibermúsica presentó, tras el buen concierto de la Suisse Romand con Enmanuel Pahud y Jonathan Nott, un maratón Bach consistente en sus seis suites para violonchelo con Yo-Yo-Ma, uno de los solistas más solventes y populares del presente. Curiosamente, en la sala de cámara del Auditorio Nacional, Benjamin Alard ofrecía, al clave, también un monográfico bachiano.
Yo-Yo-Ma realiza una amplísima gira con este programa en lo que bautiza como “The Bach Proyect”, iniciado en agosto de 2018. Él mismo cuenta en las notas al programa de mano todo lo relacionado, no sólo con este proyecto, sino con su constante vinculación bachiana a lo largo de casi seis décadas. Empieza su relato con una pregunta ¿Qué encontró Pablo Casals en esta música que le hizo dedicar su vida a trasladarla al mundo? Curiosamente, terminó su actuación con la propina del “Cant dels ocells”. Su pregunta tiene una respuesta fácil: Bach es el compositor de todos los tiempos, aquel por el que las modas jamás pasarán, porque su música es matemáticamente la más pura que podamos imaginar, la que al mismo tiempo más impulsa en nuestras mentes la imaginación. Esto es bien patente en estas seis suites, mucho más centradas en la formalidad del chelo como instrumento las tres primeras y más abiertas las tres siguientes.
Describe sus recuerdos y, entre ellos, la forma en que su padre pudo encontrar paz por las noches tocando en su violín sonatas y partitas de Bach durante la Segunda Guerra Mundial y también nos recuerda que llegamos al centenario del final de la Primera Guerra con la amenaza de una Tercera. De aquí que la propina fuese muy acertada.
Estas suites exigen una gran concentración al solista, pero también al público y por eso resultó sorprendente que Yo-Yo-Ma las ofreciese sin descanso y de memoria, sin partitura alguna. También que el público escuchase con silencio y atención durante dos horas y media. Las ha grabado tres veces, la segunda de ellas con imágenes, y no puede dudarse de su compenetración con ellas. Ya es cuestión de gustos que uno se decante por lecturas más barrocas o más románticas. Bach permite todo y Casals, Fournier, Schiff o Rostropovich nos lo han demostrado. Yo-Yo-Ma también, con una peculiar contención sonora de la que sólo sale en momentos como la “Cigue” final de la tercera suite, por cierto tras una maravillosamente concentrada “Sarabande”. Dedicó esta suite al público asistente, entre el que se vieron algunos casi niños. Una esperanza. Éxito monumental.

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