Elena Mendoza da la “lata” con la OCNE
La compositora sevillana pondrá a la Orquesta a tocar todo tipo de objetos cotidianos, como botellas y vasos
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Les Luthiers nos enseñaron ya hace tiempo que cualquier objeto es susceptible de ser transformado en instrumento. Ahí están la «viola de lata», la «bocineta», el «bolarmonio», el «calephone da casa», la «desafinaducha», el «percuchero», la «percusilla»... Aparatejos que entre chanzas y risas sorprenden al espectador nuevo por sus capacidades; mientras que a los viejos del patio de butacas, simplemente, los mantiene la carcajada, que no es poca cosa. Pero aquella canallada inventiva no es «copyright» exclusivo de los argentinos. Al menos, en lo de subir objetos mundanos al escenario. Así lo va a demostrar este fin de semana Elena Mendoza (1973): la compositora sevillana (Premio Nacional, Medalla de Andalucía, Musikpreis Salzburg, Kunstpreis Berlin, residente del Palau de Valencia...) cuestionará la instrumentación tradicional de la orquesta, en el Auditorio Nacional de Madrid, con su Stilleben («naturaleza muerta»). Copas, latas, botellas... servirán de complemento a los músicos para demostrar que «los objetos corrientes pueden adquirir una dimensión especial», asegura.
Explica Mendoza que este proyecto es otro de esos hijos de la pandemia. Aunque la petición de la OCNE llegó antes de todo el terremoto vírico, fue durante el encierro cuando comprobó aquello de que «todo suena». Estaba en la cocina lavando una ensaladera metálica –«de los instrumentos que más me gustan», se detiene– y surgió la magia: «Cae agua, das un golpe y surge un glissando... Solo hay que prestar atención porque hay sonidos muy interesantes que están escondidos». Aun así, la compositora advierte de que esto de llenar el escenario del Auditorio con cachivaches de andar por casa no es una anécdota, «no es algo aleatorio ni una “performance”», sino una llamada de atención sobre lo cotidiano: «Poner los ojos en el día a día y reivindicar la importancia de lo pequeño respecto a las grandes ideologías, que nos polarizan y nos tienen agobiados. Hay que disfrutar con lo diario».
Este estreno de la OCNE, con dirección de David Afkham, viene a «ampliar las posibilidades de los concertinos y es una invitación a ver la orquesta con otros ojos y a oírla con otros oídos»... Todo, a pesar de las lindes de, por ejemplo, una simple botella, «que tiene posibilidades limitadas, pero se le puede meter un líquido, silbar o cantar dentro. Además, al acompañarlo con otros instrumentos, ampliamos la paleta tímbrica», defiende la compositora.