Arde Bogotá: “Existe una gran precariedad para los jóvenes que intentan dedicarse a la música”
El grupo, compuesto por Antonio, Dani, Jota y Pepe, actúa hoy en la Sala La Riviera de Madrid, un concierto enmarcado en una gira que, impulsada por Vibra Mahou, recorrerá diferentes ciudades españolas
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La bajada de temperaturas que se ha registrado estos días se verá hoy bastante compensada. Aterriza en Madrid un grupo efervescente, unos músicos capaces de prender la mecha de cualquier público a través de unas canciones que provocan que el suelo sea lava. Se trata de Arde Bogotá, grupo compuesto por Antonio (vocalista), Dani (guitarra), Jota (batería) y Pepe (bajo) y que, a través de la energía del rock, desde que comenzaran a compartir canciones 2019 han ascendido a las primeras filas del género en tiempo récord. Una propuesta musical en auge que bebe artísticamente de bandas como Foo Fighters, Arctic Monkeys, Héroes del Silencio, Kanye West, Camarón o Miley Cyrus, y que hoy actúa en la Sala La Riviera de la capital. Un esperado concierto de una gira impulsada por Vibra Mahou y que recorrerá ciudades como Santiago de Compostela, el 2 de septiembre, Málaga, 23 de septiembre, o Gijón, el 22 de octubre, entre otras. Hablamos con la voz de Arde Bogotá, quien sitúa la esencia del grupo en nunca dejar de reivindicar el rock and roll.
Haciendo honor al nombre del grupo, ¿arderá la Sala Riviera de Madrid?
Para eso hemos venido. Es una fecha muy especial, dado que La Riviera es una sala mítica, y en parte lo vemos como la consagración de todo el trabajo que venimos haciendo desde que compusimos y sacamos nuestro primer disco. El objetivo es que haya una explosión de energía en el escenario que impacte en el público.
¿Qué buscan inspirar al subir a un escenario?
En los minutos inminentes a subir al escenario, que son un limbo de emociones, nos recordamos que hemos venido a hacer rock and roll y que vamos a dejarnos el pellejo en ello.
La carta de presentación en redes sociales es la de “Somos 4. Hacemos música. A veces ruido”: ¿cómo se definirían de manera más amplia?
Como una banda de cuatro amigos de Cartagena que han venido a hacer rock. No venimos a inventar nada, venimos a reivindicar la energía y mensaje de un género que es capaz de unir a la gente pero también de hacerte sentir incómodo. Venimos a dar guitarrazos, con nuestros mensajes, y quien quiera tiene la puerta abierta para unirse.
Ese “ruido” podría ser una manera de decir verdades a través de la música, ¿buscan reivindicar con las letras?
Escribimos sobre verdades que conocemos o que nos han pasado. Cada persona es libre de interpretarlo como quiera y hacer suya una canción. Nos gusta huir de metáforas complicadas y decir las cosas de manera directa. Porque lo directo es incómodo y reivindicativo, y a veces, en cualquier tipo de arte, mostrar las cosas de manera directa es lo que te hace replantearte el hecho de que quizás, tus interpretaciones o creencias no son las únicas válidas, y tienes que salir de tu zona de confort.
¿Qué aspectos les preocupan e inspiran a la hora de componer?
Somos chavales de los 90 que acaban de montar una empresa que se llama Arde Bogotá en la que hacen canciones y aspiran a vivir de ello. Como es lógico nos preocupa la precariedad laboral, el ecosistema cultural, la vida en una sociedad mediatizada, y cada vez más la salud mental, nuestra y de los que nos rodean.
La primera canción, “Antiaéreo”, la lanzaron en 2019, un año antes de la pandemia, ¿cómo les afectó?
Esta canción, que fue la primera que compusimos, encierra toda la esencia de lo que queremos hacer. Sorprendentemente para nosotros, “Antiaéreo” tuvo una gran acogida, y se hizo muy grande gracias al boca a boca y las redes sociales, habiéndolo hecho nosotros de manera independiente. Este single y el trabajo que hicimos los meses siguientes nos trajeron muchas oportunidades que nos hizo crecer como banda en los meses antes de la pandemia y el confinamiento. Nos afectó pero, realmente, seguimos componiendo y lanzando música nueva, lo que nos permitió terminar de prepararnos para salir con todo una vez empezara la nueva normalidad.
¿Qué retos suelen encontrarse aquellos músicos que buscan emerger en la música?
Varios. El principal reto es tener paciencia y perseverancia. Y esto viene a su vez provocado por un montón de dificultades, como encontrar un equipo de confianza, rodearte de gente que te apoye y te ayude, conseguir conciertos, pagarte o mejorar tu instrumento, encontrar un lugar medio decente donde ensayar… Y cuando todo eso está más o menos en marcha, entonces tienes que profesionalizarte y convertir tu grupo de amigos en una máquina que funcione, sin cargarte la amistad, sin quedarte pobre, ¡y sin morir en el intento!
¿Cuál es la situación del panorama musical para los jóvenes?
Hay una situación compleja. Por un lado hay muchísimas propuestas nuevas, muy diferentes y de mucha calidad, y eso muestra que después de la pandemia aparece una escena súper rica y variada. Hay muchos espacios para tocar, grandes y pequeños, y bastante público con ganas de participar de la música en directo. Pero sigue existiendo una gran precariedad en la gente que intenta dedicarse a la música y la mayoría combinan curros y hace locuras para poder avanzar en sus proyectos. Eso debería cambiar.
En cuanto al rock, ¿es un género que rescatar o que se mantiene en el tiempo?
Sin duda el rock nunca se ha ido. Su impacto en el pasado fue tan clave que siempre va a resonar. Ya no es el género por excelencia como en antaño, y desde luego no es un género “mainstream”, ya que se imponen nuevos géneros que a su vez son la respuesta a los cambios culturales y sociales, pero el rock está en mejor forma que nunca, porque hay muchas bandas y artistas que lo quieren reivindicar. Al final, en cualquier tipo de concierto aparece ese componente de potencia, tanto en el escenario como en el público.