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Bregenz, la ópera en el lago

Los formidables espectáculos del Festival de Bregenz levantan su imaginario telón sobre el mayor escenario flotante del mundo.
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En 1946, sobre dos barcas en el austríaco Lago Constance, se construyó un escenario para «Bastián y Bastiena», una de las primeras óperas de Mozart. Tan solo un año después del final de la guerra, una ciudad que no podía permitirse grandes gastos dio a luz el festival de ópera más excéntrico del mundo, y también el más mágico, que ha ido forjando adeptos desde hace más de medio siglo. Se desarrolla en tres espacios más: el auditorio de la Festspielehaus; el Werkstattbühne, donde tienen lugar funciones de ópera y teatro contemporáneo; y el teatro Kornmarkt, reservado para espectáculos de menores dimensiones.
Cuando el sol empieza a esconderse bajo las aguas del lago, los formidables espectáculos del Festival de Bregenz levantan su imaginario telón sobre el mayor escenario flotante del mundo. A partir de ese momento, los 7.000 espectadores reunidos en el auditorio se zambullen en un abrumador festín visual y de sonido al aire libre en forma de ópera. El espectáculo comienza mucho antes de que el director de orquesta levante la batuta, cuando los barcos traen a los visitantes directamente al escenario.
El Festival de Bregenz proporciona una experiencia artística irrepetible al público y a los artistas, envueltos en una atmósfera de gran encanto y ante unos escenarios a una escala imponente que en ocasiones resulta hasta aterradora. En esta, su 76ª edición, la programación se extiende desde el 20 de julio al 21 de agosto y se ha decidido, con «Madama Butterfly», situar la emoción como eje vertebrador. «No necesitamos programar obras monumentales para apelar a los sentimientos. El lago ya despierta su máxima expresión», ha expresado su directora Elisabeth Sobotka.
Este año, además de en las pasiones, el Festival también incide en lo internacional, llevando a su escenario flotante paisajes japoneses, atmósferas árticas, ensoñaciones orientales y fantasías futuristas en los 6 títulos de su cartel: «Madame Butterfly», que se presenta por primera vez; «Siberia», de Giordano, en una nueva producción propia, y el estreno del encargo «Captain Nemo’s Library», de Johannes Kalitzke; «L’Italiana in Algeri», con un reparto compuesto por miembros del programa Opera Studio; «Armida», la última y más popular ópera que Haydn escribió para la corte de los Esterházy y el estreno absoluto de «Melancolia», de Brigitta Muntendorf y Moritz Lobeck.
Otra de las novedades de esta edición será la inclusión de la figura del artista residente, que recae sobre el director de orquesta Enrique Mazzola. Esta colaboración se extenderá durante 3 años y la dirección ha avanzado que Mazzola no solo estará al frente de «Madama Butterfly» este año, sino también del estreno de la nueva producción de Philipp Stolz de «Der Freischütz» de Carl Maria von Weber, programada para la apertura de la edición de 2024.
Además, la Orquesta Sinfónica de Viena, residente en el Festival, ofrecerá 4 conciertos, en los que recibirá en el podio al citado Mazzola; Karina Canellakis, que ofrecerá su lectura del tercer acto de «Siegfried» de Wagner con Andreas Schager, Greer Grimsley, Nadine Weissmann y Ricarda Merbeth; Marie Jacquot, que dirigirá el «Concierto para violonchelo n.1» de Shostakóvich con Kian Soltani como solista y Leo McFall que, junto a la violinista Alina Pogostkina, interpretará el «Concierto para violín de Prokófiev».