Crítica

Heras-Casado, el desquite con la OCNE

Importante concierto el de esta semana en la OCNE, con Daniil Trifonov al piano y bajo batuta de Heras-Casado

El director de Orquesta Pablo Heras Casado, en el Teatro Real de Madrid.
El director de Orquesta Pablo Heras Casado, en el Teatro Real de Madrid.Jesús G. FeriaLa Razon
AUDITORIO NACIONAL. Obras de Boulanger, Bates y Stravinski. Piano: Daniil Trifonov. Director: Pablo Heras-Casado. Orquesta Nacional de España. Madrid, 9-X-2022

Importante concierto el de esta semana en la OCNE. De un lado por la primera audición del “Concierto para piano y orquesta” de Mason Bates, encargo de la Orquesta de Filadelfia y la Sinfónica de San Francisco, con Daniil Trifonov, aquél a quien está dedicado y que es uno de los pianistas más atractivos de la actualidad. De otro por la reaparición en el podio de la OCNE tras la no muy positiva experiencia de hace diez años.

La sesión se inició con la página “D’un matin de printemps” de la compositora Lili Boulanger, hermana de Nadie y fallecida tempranamente. Aires bastante debussynianos inicialmente escritos para violín y piano. Trifonov nos volvió a cautivar luego con una técnica precisa a la que acompaña algo tan importante como es la capacidad de comunicación. El mismo estrenó el concierto del americano Mason Bates en Filadelfia con Nézet-Séguin a la batuta a primeros de año, para ofrecerlo seguidamente por todo el mundo, con la Sinfónica de Nueva Jersey, la Filarmónica de Israel, la Filarmónica de Radio Francia o la Filarmónica de Rotterdam. Tres movimientos de casi treinta minutos en los que se conjugan gran parte de las influencias de la composición americana actual: miradas al postromanticismo de Rachmaninov combinadas con un cierto minimalismo insistente y reiterativo, el jazz, la música electrónica y la inspiración de las bandas cinematográficas. El primer tiempo discurre entre aires renacentistas y una mirada al barroco, con un coral a cuatro voces que ofreció al pianista Daniil Trifonov múltiples oportunidades de ornamentación que sugieren instrumentos primitivos como laúdes y guitarras. hasta culminar con una cadencia del solista y la entrada de los vientos a modo de fanfarria; en el segundo recurre a los procedimientos propios del romanticismo, dotando de mayor individualidad a cada familia instrumental para elevar la presencia del solista; y en el último se filtran jazz y minimalismo de forma brillante para recuperar los motivos melódicos del inicio hasta alcanzar el climax. El resultado atrae y transmite a la audiencia, lo que no deja de ser un mérito en el siglo XXI. Otra cosa es que hubiese mucha más música en la propina, la coral de la cantata bachiana BWV 147.

Se compenetró bien Heras-Casado con Trifonov y cerró el concierto con una lectura vibrante de “La consagración de la primavera”, de esas que entusiasman al oyente, en la que acentuó contrastes y dinámicas, potenciando el salvajismo de la partitura a costa de refinamientos, misterios y sutilezas. ¿Está la OCNE en el momento de probar posibles candidatos a la sucesión de David Afkham, cuando termine su contrato en 2024?