Disconformidad con el Concurso Nuevas Voces
El palmarés de los premios cuya final tuvo lugar en el Teatro de la Maestranza de Sevilla no terminó de estar ajustado ni afinado
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Hablábamos el otro día en estas páginas de los criterios de calificación y clasificación de las voces y resaltábamos que, como todo en esta vida, la óptica personal de cada uno, los conocimientos, los gustos, las preferencias se imponen a la hora de decidir y definir. No compartíamos en su mayor parte las decisiones tomadas por el Jurado del Concurso Caballé. Ahora hemos de manifestar nuestra disconformidad con el palmarés de los premios del Concurso Nuevas Voces, que defienden y organizan los Amigos de la Ópera de Sevilla cuya final ha tenido lugar en el Teatro de la Maestranza, una de las entidades colaboradoras y siempre con el apoyo del Ayuntamiento. Un Jurado integrado por diez personalidades relevantes presidido por Javier Menéndez, director artístico del Teatro, se ha pronunciado tras escuchar las nueve voces finalistas.
Veamos. El primer premio (que supone entre otras cosas un contrato para cantar en el Maestranza) ha correspondido a la islandesa Bryndis Guöjönsdóttir, que interpretó en primer lugar “O zittre nicht”, primera aria de la Reina de la noche de la “La flauta mágica” de Mozart, y luego “Glitter and be gay” de “Candide” de Bernstein. En aquella estuvo muy justa, aunque accedió a los Fa sobreagudos con cierta soltura, siempre con tono vocal ácido y un tanto estridente. En la segunda actuó con desparpajo y quizá se excedió en gestos y ademanes, y lució su facilidad en el registro más alto y el recitativo de lo que es en realidad un número de comedia musical. Figura alta y movediza. Obtuvo también el Premio otorgado por la ROSS (Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, que estos días anda a la greña con las instituciones en busca de discutibles mejoras).
El segundo premio fue para el joven barítono ucraniano Oleksandr Ilvakhin de 25 prometedores años. Vos muy lírica de buena pasta y atractivo timbre, estilo cuidado y muchos problemas técnicos de emisión, apoyo, pronunciación, extensión y afinación. Ha de trabajar mucho la zona alta. El premio puede aceptarse porque es un artista que puede crecer, y mucho. Es, en efecto, una “nueva voz” con posibilidades, que se hizo también con el galardón concedido por la Fundación Victoria de Los Ángeles, que este año entraba a colaborar. Cantó con algún apuro el aria de la despedida de Posa de “Don Carlo” de Verdi. El premio del público lo recibió el tenor italiano Giuseppe Michelangelo Infantino, que se lució en “Che gélida manina” de “La bohème” de Puccini y la famosa aria de los nueve Does “O mes amis” de “La hija del regimiento” de Donizetti. Tiene agudos, y relativamente fáciles, desde luego, aunque el fraseo, la línea de canto, la matización dejen que desear. El sonido, que posee brillo, sale a veces un tanto estrangulado. Timbre caluroso no especialmente bello.
Nuestro veredicto particular es muy otro. Sin negar los méritos de los premiados, vimos mayores cualidades en otros concursantes. Concretamente en los dos que a nuestro juicio deberían haber ganado los premios mayores. En primer lugar la mezzo lírica colombiana Andrea Niño, de voz perfumada, dotada de muy atractivos armónicos, igual, equilibrada y muy rica tímbricamente. Cantó bien el aria de Sesto “Parto! Parto!” de “La clemenza di Tito” de Mozart, con buenas agilidades, buen apoyo, agudo bien puesto y vibrante, y mejor el aria de Leonora de “La favorita” de Donizetti, con fraseo bien cincelado y claro. Curiosa gimnasia facial la suya. La otra voz a destacar especialmente según el criterio del firmante es la del barítono serbio (30 años) Milan Perisic, a quien habíamos ya escuchado en otros concursos. Voz lírica bien pertrechada, de buena anchura, homogénea, bien apoyada, de timbre ligeramente penumbroso, con pasaje bien resuelto. Agudos bien puestos, redondos, plenos y rotundos. Fa y Sol sin problemas. Dibujó con estilo y sobriedad, puede que a falta de una mayor intensidad expresiva, la citada aria de Posa, y “Vision fugitive” de “Herodiade” de Massenet, una muy bella página, lenta y majestuosa, que canta Herodes en el segundo acto. Colaboraron con aseo y dedicación muy atenta las pianistas Margarita Kozlovska y Liubov Gromoglasova.