Crítica de clásica

Amables Navidades

El ameno y soleado cuento musical para niños “Pedro y el Lobo”, de Prokofiev, llegó en una lectura bien contrastada

Miguel Rellán
Miguel Rellánlarazon
Obras de Prokofiev y Rutter. Narrador: Miguel Rellán. Soprano: Sofía Esparza. Coro de la Universidad Politécnica de Madrid. Orquesta Filarmónica de España. Director: Javier Corcuera. XXXII Ciclo Sinfónico de la Universidad Politécnica de Madrid. Concierto de Navidad. Auditorio Nacional, Madrid, 22-XII-2022.

Música amable, melódica, bien coloreada, de fácil asimilación para un público complaciente que colmaba la sala sinfónica del Auditorio Nacional. El ameno y soleado cuento musical para niños “Pedro y el Lobo”, de Prokofiev, llegó en una lectura bien contrastada, de “tempi” ligeros y texturas transparentes, presidida por una narración de intencionado sesgo humorístico protagonizada por el resuelto actor Miguel Rellán, que supo dar con el quid del cuentecillo. Una sonoridad más refinada y una acentuación más acusada no habrían venido mal.

Tras el intermedio el gesto claro, sin dobleces, por directo, de Javier Corcuera, llevó en volandas el “Magnificat” del inglés John Rutter, compositor ortodoxo, conocedor de los secretos de la instrumentación y del manejo de las líneas vocales, fácil melodista y astuto trabajador de los ritmos claros, sencillos, directos. Crea temas muy cantables apoyados en un discurso sin dobleces en el que se abusa no poco de la repetición escasamente variada de los motivos, que parecen extraídos en ocasiones del acervo popular. Música pues sencilla, de trazo algo simplón, que llega y se canta por directo.

Un aire popular baña la composición desde el mismo enunciado del primer número, “Magnifcat”, que repite hasta la saciedad la idea base. El segundo número se canta en inglés, “Of rose, a lovely rose”, donde se establecen diálogos muy fluidos. Aparece el órgano en el un tanto altisonante “Quia fecit mihi magna”, reforzado por los timbales. La soprano solista se presenta en el cuarto número, “Et misericordia”, que se desarrolla sobre las repeticiones de la masa coral. Vuelve el teclado en “Fecit potentiam”, que marca un desarrollo sincopado, reforzado por el empleo de los platos.

La soprano reaparece en “Esurientes” con un canto lírico en el que tiene protagonismo la voz del oboe, con el coro reforzando la línea melódica en perpetua repetición de la idea motívica, ondulante y calurosa. Los timbales marcan la apertura del triunfal “Gloria Patri” en el que la soprano expone un expresivo recitativo que conduce al “Aleluya” postrero, en el que reaparecen los compases del “Magnificat” inicial. Obra pues disfrutable, de líneas claras y bien perfiladas, directas y afirmativas. Se lució en sus intervenciones la soprano lírico-ligera navarra Sofía Esparza, de voz espejeante, cristalina y bien conformada, de emisión franca y exquisito gusto en la exposición.

Corcuera llevó el conjunto con su habitual mando claro, convincente y expresivo. No hubo empaste absoluto en el gran coro de más de cien voces y por el camino quedaron algunas leves faltas de conjunción. Pero en general todo funcionó para que el sencillo mensaje llegase a su término. Hubo un bis: un breve villancico o canción proveniente de Ucrania con texto habilitado en USA, según explicó el director. Música probablemente en menor un tanto engañosa. Al final se repitió el “Magnificat” inicial. Y todos tan contentos.