Música

Farandulero, animado y dispuesto: así ha sido el Concierto de Año Nuevo de Viena

El director austriaco Franz Welser-Möst dirige por tercera vez el tradicional concierto

El maestro Franz Welser-Möst dirige la Filarmónica de Viena con su tradicional Concierto de Año Nuevo en la Sala Dorada de la "Wiener Musikverein".
El maestro Franz Welser-Möst dirige la Filarmónica de Viena con su tradicional Concierto de Año Nuevo en la Sala Dorada de la "Wiener Musikverein".Filarmónica de Viena/Dieter NaglFilarmónica de Viena/EFE

Welser-Möst (Linz, 1960) dirigía por tercera el concierto tras sus actuaciones en 2011 y 2013, que no dejaron especial huella. Lo hemos encontrado en esta ocasión más animado, más farandulero y dispuesto; más sonriente y movedizo. La suya es una batuta precisa, flexible, aunque sin elongaciones, retenciones excesivas, fraseos amplios. Sus concepciones son modernas y su estilo parece apartarse de la gran tradición. En todo caso, es un músico solvente, que tiende a la objetividad y al matiz fino, en busca de un espectro sonoro claro, lo que a veces puede confundirse con una cierta asepsia.

Ha seleccionado un programa cuajado de novedades. Escuchamos en primer lugar la polca rápida “¿Quién baila? Op.251″ de Eduard Strauss, que nos alegró ya desde el principio la pestaña. Nos gustó luego la manera de balancear el Vals “Poemas heroicos” de Josef, en cuyo comienzo la Filarmónica dejó ya sentadas sus acostumbradas señas de identidad. La batuta, que marca en todos los planos, supo luego moldear con cuidado la repetición suave y lenta del tema principal.

De Carl Michael Ziehrer escuchamos enseguida el vals “Una noche acogedora op. 488″, del que el director realizó una lectura especialmente sonriente. Nos gustó menos la polka rápida “Venid con alegría” de Johann hijo, que nos pareció un tanto atropellada. La segunda parte se inició con una no muy conocida obertura de Franz von Suppé, la de la opereta cómica “Isabella”, de curiosos rasgos hispánicos. Welser-Möst acertó a dotar de cierto humorismo, cosa rara, en él, a la composición.

A continuación el vals “Perlas de amor op. 39″ de Josef, que dio paso al ballet de la Ópera de Viena. Coreografía anticuada y algo cursi. Algo mejor, pero también poco innovadora -lo que no empece para que reconozcamos la calidad y preparación del cuerpo de baile-, la de la polka rápida “Arriba y lejos op. 73″ de Eduard. De nuevo con Josef la poco conocida polca francesa “Espíritus alegres op. 281″, en la que intervinieron los coros de niñas y niños de los Cantores de Viena. Ellas era la primera vez que aparecían en este concierto. Todos cantaron afinados, conjuntados y transparentes en una música realmente encantadora. Otra polka de Josef, “Para siempre op. 193″, nos llevó en volandas impulsada por la en este caso vigorosa batuta, que incluso mostró rasgos pasajeramente humorísticos.

Nos pareció realmente encantador el vals “Jilgueros op. 114″, de Josef. Después, una delicada composición de Hellmesberger, con solo de glockenspiel, polka de “Las Campanas”, y una fantasía orquestal de amplio espectro, un “Allegro fantástico, anexo 26b”, con un solo de oboe magnífico, y el “Vals de las Acuarelas op. 258″, especialmente acentuado, casi con exageración, aunque más tarde la interpretación levantó vuelo y fue cantada con amplitud y convicción.

El galop de “Los bandidos op 378″ de Johann II fue el primer bis y precedió a le entrega de flores al director y al cierre acostumbrado con la felicitación de director y orquesta y, claro, a las dos perlas habituales: “El bello Danubio azul” de Johann II, que en esta ocasión incorporó ballet, y la “Marcha Radetzky” de Johann I. El público, bien orientado por el gesto del director marcó bien las palmas. La locución para TVE y Radio corrió de nuevo a cargo del animado y fluido Martín Llade.

En el intermedio, de unos 25 minutos, pudimos contemplar un excelente documental, realizado con esmero, técnica muy acabada y claras imágenes en torno al 150 aniversario de la Exposición Universal de Viena, que tuvo lugar del 1 de mayo al 2 de noviembre de 1873 bajo el lema “Cultura y Educación”. Se trataba de conmemorar el 25 aniversario de Francisco José I como Emperador. Sonaron, muy bien tocadas, composiciones de Fuchs, Piazzolla, Brahms, Kreisler y Beethoven entre otros.