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Abbado hace «petit point»

Cuclo Ibermúsica. Obras de Beethoven, Haydn y Mozart. G.Ahss, K.Pfiz, L.M.Navarro, G.Santana. Orchestra Mozart. Directores: Claudio Abbado y Gustavo Gimeno. Auditorio Nacional. Madrid, 24-III-2013.
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Había lógicamente mucha expectación por volver a ver a Claudio Abbado, ya que apenas ha visitado Madrid en tres ocasiones en los últimos diez años. Su nombre ha actuado seguro como reclamo en el abono de un ciclo que no es barato y hubo personas que vinieron de fuera. ¿Lo sabría el milanés cuando decidió, tanto en Zaragoza como en Madrid, ceder el podio a su joven asistente Gustavo Gimeno, percusionista del Concertgebouw y asistente en alguna ocasión de Jansons con ella? Alfonso Aijón hubo de anunciar, micrófono en mano, la «generosidad» del maestro con quien le ha ayudado a preparar la gira. Debió de quedar muy satisfecho del público, que no sólo no protestó sino que aplaudió la ocurrencia. Sinceramente, no me parece de recibo. Si quiso tener un detalle, hubiera sido más lógico cederle una propina. Pero claro, esas dos, de la «Rosamunda» de Schbert, se las reservó Abbado para ofrecer lo mejor de la velada. Velada bien corta por cierto: exactamente noventa minutos, descanso incluido, en el programa oficial con tres obras y una de ellas, la «Sinfonía concertante en si bemol mayor» de Haydn, con un sustituto en el podio. Abbado, en total 35 minutos. ¿Realmente merece para eso pagar los 16.000€que cuesta alquilar el Auditorio en domingo? Gustavo Gimeno tuvo que afrontar los nervios y los cuatro solistas, atriles de la propia agrupación, tocaron simplemente con discreción. El Papa Francisco nos ha contado que su obra favorita es la obertura «Leonora III» de Beethoven. ¿Qué habría pensado de la de Abbado? Porque no pueden ser más diferentes. A la plenamente romántica de aquél se opone la clara y transparente, casi mozartiana, de éste. Maravilloso el acorde inicial, admirables los contrastes dinámicos con pianos casi inaudibles. Nada mejor que tener un conjunto identificado con uno. Sucede con la Mozart Orchestra y Abbado. Se pudo volver a disfrutar en la infrecuente «Sinfonía n.33», abordada con todo cuanto Mozart conlleva, hasta el carácter juguetón que imprimen las maderas, quizá lo mejor de la orquesta. De ahí que se lucieran en las dos propinas, de auténtica antología. Fue un concierto de preciosismo en miniatura, de «Petit point», bien lejano a la inolvidable «Novena» malheriana de 2010.

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