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Adiós al boletín Diverdi

La Razón

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Hemos sido muchos los lectores y aficionados a la música que este mes de abril nos hemos vuelto a sentir un poco más huérfanos y hemos rememorado el dolor que supuso la muerte del boletín mensual de Radio Clásica. Esta vez ha fallecido la revista mensual que editaba Diverdi.
Han pasado más de veinte años desde que, en octubre de 1992, se editase por primera vez el boletín que sustituyó a una simple hoja de información discográfica. Durante este amplio periodo fue aumentando páginas hasta alcanzar las cincuenta, contenidos, colaboradores y mejorando estéticamente –en color desde 2006 y ya con publicidad– hasta convertirse en una publicación de referencia.
No sólo informaba de los discos que producía o distribuía Diverdi, sino que amplió su abanico a otras casas discográficas e introdujo amplísimas entrevistas, artículos de fondo y noticias. Todo con la ayuda de un larguísimo equipo de colaboradores que trabajaban sin mayor remuneración que los discos que recibían para realizar la correspondiente crítica. Prácticamente todas las firmas de la crítica y el periodismo español –algunas lamentablemente ya desaparecidas y añoradas– han estado presentes a lo largo de estos veinte años, lo que contribuyó a asegurar el alto nivel de calidad que había alcanzado este estupendo instrumento de información, difusión y consulta. La crisis económica y las descargas por internet trajeron como consecuencia la retracción del consumo de soportes físicos culturales, muy especialmente de CD y DVD, y una notable reducción de ingresos publicitarios en número y precio, dada la disminución de eventos musicales. Diverdi intentó mantener el boletín con medidas excepcionales desde el pasado septiembre, pero finalmente se ha visto obligada a tirar la toalla. El mundo cambia y unas tecnologías sustituyen a otras. El boletín seguirá de algún modo presente a través de la web de Diverdi y sus newsletters.
Por desgracia, tendremos que acudir a otros funerales en semanas sucesivas. Entre otros a los del Festival de Alicante o el Palacio de la Música. Ashkenazy acaba de declarar que «el problema de la música es que no genera dinero ni votos». Lo primero no es tan cierto, lo segundo sin duda.