Sevilla

Balance de crisis

La Razón
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No viene mal, casi a fin de año, hacer poco a poco balance de la situación en la que nos hallamos. La crisis, esa que incautos y timadores bautizaron inicialmente como «desaceleración», ha arrasado con casi todo y, naturalmente, también ha desafinado. No sólo en aspectos económicos, sino así mismo en el campo de los valores, lo que es aún peor. Empezamos, una hora antes, con Canarias, donde la celebración de los 30 años del festival se agota en cuatro llamativos conciertos de Muti con Chicago. En Coruña parece que Mozart hará definitivamente las maletas y habrá una sola temporada de ópera. En Santander todavía el equipo nuevo sigue luchando con el anterior sin darse cuenta de que es su festival, que lo que se hable mal de etapas anteriores no beneficia y supone perder esfuerzos que mejor dedicar al futuro. Bilbao y su ABAO parece haberse contagiado finalmente de la gripe Real y Liceista. Se queda sin director artístico y con anulaciones de títulos de las que los artistas son los últimos en enterarse. El Kursaal de Moneo y su Quincena parece resistir a las olas de Bildu pero, al arruinar fiscalmente de forma confiscatoria a familias y pymes, acabará por ceder. El Liceo abre un concurso artístico desacertado como filosofía, pero compensará recibiendo el año, entre ceniciento y sonámbulo, con Damrau y Flórez.

En Valencia se permite que una ex empleada infiel filtre tendenciosamente documentos sacados de contexto a un diario nacional perjudicando una situación ya de por sí complicada con un presupuesto lírico de once millones que deja menos de uno para la programación artística. En Madrid mejora –que ya es raro que algo lo logre– el CNDM, mientras la Zarzuela le echa ideas y el Real es pura expectativa en medio de la cuestionable venta de su «Bohème» para encargar una nueva y la subasta a bajo precio de los restos del naufragio de producciones que tampoco volverán a verse. Ibermúsica resiste con el esfuerzo y la hucha de años de Aijón, pero Juventudes ha tenido que recurrir a los bienes de su alma mater para garantizar pagos a agentes. Promoconcert agota planteamientos mientras Filarmónica y Excelencia recolectan bolsillos venidos a menos. En Granada todo parecía ir viento en popa, pero ahora se anulan contratos para el próximo festival en el que, rompiendo la tradición, parece que no estará la ONE. En fin, al tiempo que Jerez da muestras de querer levantar cabeza, Sevilla cierra ciclo incendiando el Walhalla. «El ocaso de los dioses» es el propio ocaso de la cultura en España, a la que sobra IVA y faltan ética e ideas.