«Bebo Valdés, los ojos más brillosos», por Diego «El Cigala»
Lo recuerdo muy bonito, una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es haber podido conocer al maestro. Dar con él fue ver a uno de mis héroes, su música, su persona, su caballerosidad, su elegancia, su porte, su saber estar en todo momento eran sus atributos. Era además bastante vacilón, le gustaban mucho las bromas, era tan divertido. Se reía mucho de la muerte, con retranca, con mucha gracia, aunque ahora parezca una paradoja. «No quiero ''lloradera'' cuando me muera, quiero un disco mío que se escuche y la gente bailándolo», me decía cuando hablábamos. Ése era Bebo. Luego vinieron logros y premios, y lo mejor, el galardón mayor que he podido tener en mi vida, conocerle. A la familia le envío desde aquí un sincero pesar y dolor, a su esposa Rose Marie, a su hijo, que tiene todo mi cariño. Me ha impresionado, no me lo puedo creer aún, estoy «flipao». Nada más de saberlo ha empezado a viajar mi mente atrás en el tiempo. Me hubiera encantado despedirme de él. Teníamos pensado verle en Benalmádena, pero se ha despedido a su manera en Estocolmo, allí, con tanto frío, y no nos ha dado tiempo para darle un abrazo último como hubiera deseado. Nos queda su música. Nadie me podrá quitar el amor y el cariño que sentía por él y que me acompañará siempre. Él está ahora con Tito Puente, Frank Sinatra, Celia Cruz, Cachao..., ¡menuda rumba que debe estar gastándose allí en los cielos! Son de esas personas como Chavela Vargas, grandes genios que no deberían desaparecer nunca. Su muerte nos ha consternado profundamente, me quedo ahora en silencio con su gracia, su sonrisa, la perspicacia que tenía, su profundidad cuando te hablaba con la mirada que te llegaba a lo hondo, porque te observaba y veías en sus ojos a un hombre vivido y, a la vez, a un niño. Tenía los ojos brillosos siempre. Era de verdad. Quería morirse tocando el piano, y lo ha conseguido. Hubiera querido poder pasar más tiempo con él. Era tan divertido que recuerdo una anécdota preciosa sobre los toros: él se quedaba perplejo y no comprendía el arte de la estocada. Me decía que tenía un amigo torero que entró a matar y tenía tanto miedo que se murió de un colapso. Me habló tanto de Carmen Amaya, Benny Moré, Nat King Cole. Era un hombre en toda regla.