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Bruno Mars, aspirante a rey del pop

El artista hawaiano presenta en Madrid su último disco, «24K Magic», que suscitó todo tipo de comparaciones con Michael Jackson y que, sin embargo, no ha confirmado las grandes esperanzas depositadas en él
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El artista hawaiano presenta en Madrid su último disco, «24K Magic», que suscitó todo tipo de comparaciones con Michael Jackson y que, sin embargo, no ha confirmado las grandes esperanzas depositadas en él
Tantas veces le llamaron heredero de Michael Jackson que, queriendo o sin querer, Bruno Mars (Honolulu, Hawai, 1985) se ha convertido en su Doppelgänger. Ya no es sólo el timbre de su voz, ni su capacidad de modularla, es que en la portada de «24K Magic», su último álbum y el que presentará en Madrid la próxima semana, se le ha puesto cara del rey del pop. Cuando canta baladas, hasta se oye el mismo falsete, casi parecen percibirse los gemidos de Jackson como un fantasma al final de sus frases. No es la primera vez que le han llamado «el pequeño algo» al cantante hawaiano. Cuando era un muchacho ya se hizo célebre por clavar el estilo de Elvis en miniatura y lo malo de estas cosas que tanto nos gustan a los medios es que al final las comparaciones pueden echarlo todo por la borda. Para comprobar este y otros parecidos razonables, acudan al WiZink Center de Madrid el próximo lunes o el viernes al Palau Sant Jordi de Barcelona, donde el vocalista hace parada en su gira europea.
La historia de Bruno Mars es la de jugárselo todo a la carta de la música, un naipe marcado en el tarot de su biografía. Mars nació en Honolulu precisamente por los designios de las canciones. Su padre, Peter Hernández, era miembro de una orquesta con base en Brooklyn, pero empaquetó sus congas con dirección a Honolulu (Hawai) para constituir allí su residencia como la banda permanente de un hotel. Allí, Hernández, de ascendencia puertorriqueña, conoció a Bernadette, una bailarina de hula de origen filipino. Poco a poco las piezas iban encajando y todos los miembros de la familia pasaron a formar parte del espectáculo, incluido el más joven de los cuatro hermanos, Peter Gene, que fue apodado Bruno por su parecido físico con el luchador Bruno Sammartino, aunque desde muy joven a quien se quería parecer es a Elvis. En estos años de formación, Bruno aprendió a entretener a una audiencia diversa y global, el microcosmos que se produce en los resort hoteleros. «No se trataba solo de gustarle a los blancos, ni a los asiáticos, ni a los latinos ni a los negros. Había que gustarle a todos», declaró a la revista «Rolling Stone».
- Exacerbar la emoción
Sin embargo, tras el divorcio de sus padres llegaron tiempos complicados. Con 18 años recién cumplidos, Bruno se mudó con su padre a vivir a Los Ángeles, donde tuvieron que empezar de cero. Dentro del chico, una fijación: ser una estrella. Y lo más increíble es que parecía que lo iba a conseguir enseguida. El emblemático sello Motown le fichó al escucharle en una audición, pero las historias fáciles no van con Mars. La Motown perdió interés en él y comenzó a trabajar en el circuito de escritores de canciones, proveyendo de temas en la sombra a Flo Rida, Alexandra Burke o Sugababes. En esta etapa vital, Mars demostró que no es solo un intérprete, una cara para la industria del entretenimiento, sino que aspiraba a ser músico. Actuaba en restaurantes y cafeterías, su fe era inquebrantable. En 2012 publicó «Unorthodox Jukebox», con un single de notable éxito, «Locked Up In Heaven». El disco le reportó presencia mundial y hasta 80 millones de dólares de ganancias, aunque lo mejor estaba por llegar. De donde nadie lo esperaba surgió «Uptown Funk», uno de esos hits mundiales irresistibles. La canción, firmada junto a Mark Ronson, ha sido uno de los mayores éxitos del milenio. 14 semanas de número uno, 12 millones de copias y 2.000 millones de reproducciones en los distintos sistemas on line. Subido en esa ola, Bruno Mars actuó en dos Super Bowl consecutivas y consiguió cifras mareantes de ingresos, pero también pagó el bloqueo de una insoportable presión por el éxito. El resultado, «24K Magic» no ha sido lo esperado, en parte por el drama que vivió el artista por el fallecimiento de su madre; Mars debe buscar su voz, pero talento le sobra.

«Orgulloso de mis orígenes»

La atracción de los focos tampoco le han ahorrado polémicas, como las suscitadas en cuanto a sus orígenes latinos, que algunos le acusaron de ocultar. «Mi propio padre es quien me apodó Bruno y es ridículo decir que quiero ocultar mis raíces. Él es puertorriqueño y judío, y mi madre medio filipina y medió española. Mi padre es un chulo boricua que se llama Pedrito Hernández. Y estoy orgulloso de mi apellido», declaró a comienzos de año a la revista «Latina».
- Dónde: WiZink Center. Avda. de Felipe II s/n. Madrid.
- Cuándo: lunes, 3 de abril. 21:00.
- Cuánto: entradas agotadas.