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Música
Las cuevas de Granada suenan a Lorca y a rock and roll
Una nueva edición de Soundhood ha realzado la importancia de llevar la música hacia los barrios

En las cacerolas y cucharones que cuelgan del techo del hogar de Curro Albaicín han rebotado miles de palmas, versos y zapateos. En una cueva del Sacromonte granadino vive un icono del flamenco cuyos ojos azules han sido testigo de cante y llanto. Las paredes de su hogar, excavado en una roca, rezuman historia del pueblo gitano, y son ejemplo de aquellas personas que aguantaron con valentía las persecuciones de la dictadura por sus inquietudes intelectuales o sexuales. Curro Albaicín, nacido en este mismo lugar en 1948, aún recuerda cómo recitar a Lorca fue una lucha, un acto de rebeldía necesario para no perder el arte que aún se respira al pasear por el Sacromonte. Y aún sigue rescatando sus escritos.
El pasado sábado abría las puertas de su particular templo de la poesía y el flamenco bajo una convicción: la recuperación de la tradición artística aún es necesaria, hay que continuar mirando hacia el interior de esas cuevas, hacia lo que Federico García Lorca escuchó, lo que Leonard Cohen cantó y con lo que Joe Strummer soñó. Bajo esta premisa se celebró un programa que trata de visibilizar ese arte que ocurre en rincones y recovecos, que no por estar alejados de los estadios deben ser considerados secundarios.

El pasado fin de semana se celebró una nueva edición de Soundhood, iniciativa organizada por SON Estrella Galicia que trata de devolver la música a los barrios y de homenajear a las salas de diversas ciudades españolas. Este año ha sido el turno de Granada, histórico hervidero de creación artística que abarca desde la cueva de Curro Albaicín hasta los escondrijos de la icónica sala Lemon Rock. Está ubicada en pleno centro de la ciudad, en un edificio señorial del siglo XVII ambiciosamente adaptado para acoger a músicos de todo estilo y procedencia. Cada espacio es un escenario en el Lemon Rock, creando la sensación de adentrarse en una suerte de cueva granadina moderna y rockanrolera. Y es allí donde, tras la ruta entre el Sacromonte y el Albaicín desembocó el público del Soundhood para disfrutar de una jornada cargada de propuestas musicales tan reconocibles como emergentes.
Arrancó la española Tulsa, alter ego de Miren Iza, en el espacio central de la sala, mismo lugar en el que más tarde se asentarían los tailandeses Khana Bierbood. Esta banda de rock psicodélico formada en 2012 regaló uno de los grandes momentos de la programación, sirviendo de ejemplo del eclecticismo musical que se abraza en la escena granadina. Se trata de una ciudad con importante efervescencia musical. Por sus calles se ha entremezclado el cante de Enrique Morente junto con los himnos de Los Planetas, lo que deriva en un amplio entresijo de callejuelas que comparten esencia con el flamenco, pues éste es resultado de la confluencia de variadas inspiraciones y vidas. Tras el soul autóctono de Paulina del Carmen también ocupó una de las plantas del Lemon Rock la escena británica de la mano de Prima Queen. Este dúo, formado por Louise Macphail y Kristin McFadeen, presentó «The Prize», su reciente álbum debut que sirve como una revelación de optimismo y energía rejuvenecedora. Y al mismo escenario se subieron Mujeres, referentes del rock de garage a nivel nacional y cuyas guitarras dieron paso a los encandiladores ritmos de Dark Libra.

Rincones perdidos
Este trío granadino nacido en 2021 atrajo al público hacia un sonido más melancólico a través de atmósferas electrónicas y distorsionadas. Además, entre sesiones de DJs –Jota, de Los Planetas, fue uno de los que amenizó la jornada pinchando sus canciones favoritas–, participaron en la edición la banda irlandesa Ash, una de las más sólidas del rock alternativo en el plano internacional, para finalmente terminar con Tim Burgess, carismático líder de The Charlatans, que celebró el fin de fiesta con un sugerente DJ set.
Se buscó, en suma, revitalizar los barrios como lugares donde la música encuentra una exigente zona de confort. Realzarlos como un salvoconducto en una época donde todo parece estar preestablecido para el músico. Un regreso a la etimología del flamenco, palabra que deriva de los términos árabes «felah-mengus», «campesino errante». La música debe ser nómada, y no resultado de un sistema preconcebido, bucear por esos rincones perdidos pero fáciles de hallar, desde los que Lorca escribió y en los que leyendas vivas como Curro Albaicín siguen cultivando una necesaria preservación del arte.
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