El do de pecho de José Carreras
Máxima expectación en Bilbao ante el estreno de «El juez». Alejado desde hace una década de la ópera escenificada, el tenor, «que está muy bien de voz», estrena una obra contemporánea
El Teatro Arriaga de Bilbao es un ir y venir de gente que trabaja sin prisa pero sin pausa desde el 26 d emarzo. Los ensayos se viven con verdadera intensidad. Podría ser una ópera más la que se estrena la semana que viene. No lo es. Ese movimiento, que ha hecho ruido, pero atemperado, se debe a un estreno mundial. El día 26 de abril será la primera vez que suba a escena «El juez», una ópera del compositor austriaco Kristian Kolonovits con libreto de Angelika Messner y que posee un ingrediente que la hace distinta, pues significa el regreso a la ópera de José Carerras, que hace más de una década que no cantaba en una obra representada. «Se le ve fuerte y seguro y está tremendamente satisfecho con los ensayos, con el resto del reparto, con el desarrollo del trabajo», cuenta David Giménez, el director de orquesta que estará en el foso el día del estreno y los dos siguientes. Habrá tres funciones de esta piezas (además de las del estreno, otras dos representaciones los días 29 de abril y 2 de mayo). El protagonista es un juez, Federico (Carreras), quien resulta ser uno de los niños que no tuvieron familia y desaparecieron en un orfanato. Aunque no lo sabe, tiene un hermano que es un autor de canciones protesta de los años 60 y 65 que intenta localizarle. Junto a él, un reparto de lujo con Carlo Colombara, Ana Ibarra, Sabina Puértolas, Milagros Martín, María José Suárez, José Luis Sola y Manel Esteve, entre otros.
Sonido rockero
Pero, ¿qué se esconde detrás de la trama de «El juez»? «Estamos ante un estreno mundial, una ópera totalmente nueva con las ventajas y los inconvenientes, por decirlo de alguna manera, que ello conlleva. Se trata de una obra de base clásica, con una orquesta clásica y con cantantes líricos y que se representa en un teatro de ópera, pero que cuando la escuchas percibes que tiene bastantes incfluencias de jazz, pop y rock, tanto rítmica como armónicamente.Tendrá hasta ecos de grupos como Scorpions, por ejemplo», señala. Ojo, que nadie espere un rasgueo de guitarras al más puro estilo duro, que Giménez aclara que es «básicamente tonal y melódica para las voces. Es una partitura complicada. La orquesta es grande: hay piano, percusión, guitarras, pero a pesar de eso, me está dando tantas satisfacciones... Es mi primer estreno mundial. Me siento a gusto con la música y estoy seguro de que todo va a funcionar, lo que es un aporte extra de energía para mí. Todos están impresionantes», se adelanta antes de que la preguntemos por el reparto. Los ensayos con las orquesta han tenido, según el director musical, «muy buen nivel. Es una apuesta», recalca con orgullo. Se le nota confiado y contento. A ello, añade, se une la mano de Emilio Sagi, artífice de la dirección de escena. «Es un maestro en lo suyo», dice. «Sabe realzar el drama y la historia trabajando con escenografías simples. A la obra le ayuda tremendamente la concepción de la puesta en escena. Él es un hombre de ópera y sabe que la persona que sale al escenario, por encima de todo es cantante y no solamente actor. Además conoce perfectamente cómo ha de moverse el coro», asegura. Y Sagi cuenta, hasta donde puede, que es «una trama tremenda, de una enorme intensidad en la que existe un elemento de poder inmenso. El escenario está concebido como un gran confesionario que va cambiando pues hay una celosía que se mueve y las puertas se abren y se cierran. El acto que se desarrolla en la casa del juez está ambientado en una residencia moderna, de los sesenta, pero todo envuelto en una atmósfera opresiva». Y destaca las escenas del convento, «que son una maravilla, preciosas. Mi planteamiento ha sido el de economía de medios, primero por el dinero, y segundo porque había que imprimir austeridad», comenta. Ve la trama como «un thriller, una novela negra en la que suceden muchas cosas y en la que el argumento es fuerte y está duramente planteado, pero no es una crítica que vaya a ofender a nadie. Además, lo que más me gusta es el final, en el que se dice que tiene que haber una reconciliación y que la venganza no es la solución. Que ésta está en el diálogo». Ayer fue el ensayo a piano de toda la obra del tirón, aunque hay que limar alguna cosilla todavía. Hoy y mañana habrá descanso, que para eso estamos en Semana Santa, pero el sábado será el ensayo conjunto y el domingo, antepiano con vestuario y caracterización, «y ahí van a pasarlo un poco mal los miembros del coro, pues llevan prendas un poco invernales y lo mismo sudan», añade Sagi.
Historia cantada en español
No siempre se tiene la fortuna de contar con el compositor sentado en la silla de al lado, como en este caso, «y es fundamental porque las dudas que te pueden surgir se las consultas. Podemos preguntar sobre el libreto o la música. Es una fortuna que esté con nosotros». ¿Siente presión David Giménez? «Lo que todos nos preguntamos es cómo será acogida. Se canta en español, lo que es un elemento a favor porque el público puede entrar desde el primer momento en la historia y entenderla. Y tiene enorme actualidad, dramática y trágica, y que todos conocemos porque ha estado en los medios de comunicación. Está muy bien contada y en algunos momentos resulta espectacular, con un ritmo grande. La presión está ahí, en ver cómo se va a recibir. Al tratarse de un estreno mundial, nadie la conoce y no hay referencias anteriores ni tampoco posibilidad de comparar, con lo que el nivel de presión ahí es menor».
El regreso de José Carreras a la ópera escenificada es el gran aliciente de este montaje, «que se ha hecho pensando en la voz del tenor catalán. Está escrita para él. Tiene una ilusión enorme, pues son ya bastantes los años que no se enfrenta a una ópera representada, yo diría que casi una década. Volver a lo que ha sido su vida le llena de satisfacción y así nos lo ha transmitido. Ha estudiado mucho y el esfuerzo realizado es enorme. Ha sido uno más, completamente activo. Y está fenomenal de voz. Y qué voy a decir del resto del reparto, si son de las mejores voces de ópera que tenemos en España», comenta Giménez, a lo que Emilio apostilla que «José está pletórico, simpatiquísimo y cariñosísimo. Te diré que todos estamos como enamorados de él. Canta dos arias que son ideales, una con Ana Ibarra, que encarna a la abadesa, que es maravillosa. Aunque suene a manido, somos una gran familia y esa entrega y disposición se nota mucho a la hora de trabajar. Además, no se escucha todos los días a quien ha sido un mito de la lírica sobre un escenario». Sagi, que es la inquietud personificada, enlaza un estreno con otro y dice que está cansado por el ritmo, a lo que se añade que «El juez» sea una ópera contemporánea. Conoce el repertorio al dedillo, algunas óperas, como él dice, se las sabe de «delante hacia atrás», pero en ésta de Kolonovits ha tenido que estudiar sin descanso y se ha llevado literalmente el trabajo fuera del teatro: «No es fácil pillar las entradas. Y estoy en casa tarareando y memorizando y pensando que nada se nos escape». No han faltado, confiesa, momentos de verdadera risa, de estallar todo el equipo en una sonora carcajada, como días atrás en una escena que compartía el tenor Ana Ibarra y María José Suárez.