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El Met en los cines

La Razón
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En las últimas semanas se han retransmitido por los cines de todo el mundo tres importantes óperas en vivo desde el Met: «Sansón y Dalila», «La Fanciulla del West» y «Marnie». Un estreno contemporáneo al estilo de los musicales, una nueva producción impactante en vestuario y luz y una reposición de una producción mítica. En España ha acudido bastante público, porque por 22 euros se pueden ver y escuchar producciones y voces impensables en nuestros teatros, que llegan a alcanzar precios cercanos a los 400 euros por un nivel netamente inferior. Las retransmisiones tienen sus pros y contras. Buscan el loable objetivo de acercar la ópera al gran público, pero detraen espectadores en los teatros dada la diferencia de precios y la comodidad de los asientos. El resultado es que, a pesar de la recaudación en cines que revierte en los teatros, las finanzas salen perjudicadas. En algunas de las retransmisiones desde el MET se ven bastantes butacas vacías. Quizá tengan parte de la culpa las políticas en la compra de entradas. Hay teatros donde las primeras localidades que se sugieren al comprador son las peores y más caras. No se entiende, porque desanima. La situación de la ópera es compleja y otro día la analizaremos. La retransmisión del título de Massenet coincidió con la muerte el día anterior de Montserrat Caballé y a nadie –salvo a Roberto Alagna– se le ocurrió recordar a quien había cantado casi cien funciones en el Met y veinte papeles diferentes. Las reacciones en todo el mundo de los aficionados no se hicieron esperar y se dudó de que Peter Gelb, intendente del Met, siquiera supiese quién fue Caballé. Ante tal presión no hubo más remedio que dedicar unos minutos en la siguiente retransmisión. Se la recordó con un breve fragmento del dúo final de «Andrea Chenier» que cantó con Carreras en uno de los aniversarios del Met. Sorprendentemente se nos dijo que ese dúo era la única grabación existente en el teatro de cuanto abordó Caballé desde su debut en «Adriana Lecouvreur» en 1965 hasta su despedida en «Tosca» en 1985. ¡Increíble! Aparte de lo escrito, sorprendió la brillantez de decorado, vestuario y luz de «Sansón y Dalila» con un Alagnaentregado, al borde del precipicio y una Garança de preciosa y controlada voz de impoluta línea canora. En «Fanciulla del West» la muy cinematográfica producción de Giancarlo del Monaco, una Eva-Maria Westbroek arrolladora en su papel favorito, obligando a Jonas Kaufmann a seguirla evitando el abuso de medias voces. Sendos dúos tenor-soprano en ambas óperas nos pusieron carne de gallina. Por cierto, Kaufmann saludó en varios idiomas pero olvidó el español, Susan Graham estuvo soberbia en las entrevistas que realizó durante los descansos y el público aplaudió al levantarse el telón y contemplar algunas escenografías. ¿Por qué no sucede por estos lares? La respuesta es obvia.