Crítica

El poderío de Gergiev

La Razón
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«Segunda sinfonía», de Mahler. Anastasia Kalagina y Yulia Matochkina. Orfeón Pamplonés y Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky. Valery Gergiev. Auditorio Nacional. Madrid, 14-II-2018.

La influencia rusa, de la que tanto se habla políticamente estos días, se extiende por España gracias a la gira de Valery Gergiev con sus huestes del Mariinsky y la excepcional compañía de uno de nuestros mejores y más veteranos conjuntos corales, el Orfeón Pamplonés. Programas diferentes en la gira, correspondiendo a Madrid la «Segunda sinfonía» de Mahler. Gergiev no es de los maestros más aficionados a los ensayos y muchos de sus conciertos con orquestas europeas resultan por ello problemáticos. Afortunadamente no ha sido esta vez el caso, ya que su orquesta y él comparten una compenetración total. Dio gusto escuchar todas las secciones, empezando por las cuerdas graves en los acordes iniciales, preciosas las maderas e impactantes los metales y la percusión. Tanta calidad se puso al servicio de una lectura rotunda como una batalla de los ejércitos rusos, quizá porque en días anteriores habían abordado «Alexander Nevsky». Fue impresionante la culminación dramática del primer tiempo, que dio paso a un «andante» al que quizá le faltó algo de hondura hasta que los metales lo cerraron en su especie de grito desesperado, para dejar paso al canto concentrado de la mezzo Yulia Matochkina, impecable. Correcta la soprano Anastasia Kalagina en el dúo de ambas previo a la intervención del Orfeón Pamplonés, mostrando estos primero la calidad de sus pianos. Un gran concierto por el poderío de su interpretación, aunque se evaporase el órgano, quizá más atenta a la espectacularidad que a la profundidad. Una pena que las notas al programa de mano no tuvieran el mismo mimo que Gergiev mantuvo en el podio.