Música

Olot

Els amics de les arts, cantar a la pérdida sin pena

El grupo publica su tercer disco, un tratado sobre la madurez con humor y un sonido más directo

Els amics de les arts, cantar a la pérdida sin pena
Els amics de les arts, cantar a la pérdida sin penalarazon

«Queríamos hacer un disco sobre la pérdida y nos ha salido así. Más directo, un poco más contundente, pero sin perder de vista nuestro sentido del humor», resume Ferrán Piqué el contenido del disco que su banda, Els Amics de Les Arts, acaba de publicar: «Només d'entrar hi ha sempre el dinosaure», el tercero de la carrera de uno de los grupos de rock en catalán más talentosos de la nutrida escena actual. Y es que la pérdida a la que se refiere Piqué es la inevitable de la madurez. «Hay una canción que dice que, si un día salimos, al día siguiente no somos nadie. Y que si a pesar de todo salimos por la noche, cantamos tan alto que parecemos los padres de alguien. Inevitablemente, en este tiempo, hemos cambiado», dice el guitarrista, que acaba de ser padre, un trance por el que han pasado más de uno en la banda. Con su criatura recién nacida (el disco, no el bebé), la banda de Joan Enric Barceló, Eduard Costa, Ferran Piqué y Dani Alegret actúa en Madrid (5 de junio), Platja D'Aro (22), Montcada i Reixac (28), Canet de Mar (5 julio) y Olot (11), entre otras muchas fechas (www.elsamicsdelesarts.cat).

Todo el disco lo cruza una cierta nostalgia, un inapreciable pesimismo que asoma la patita sólo si se compara con lupa con el resto de sus trabajos. «Claro, nos hemos dado cuenta de que hay cosas que vas perdiendo con la edad y mientras avanza el mundo. Pero no queremos dramatizar, porque esa es la marca de la casa. La vida la retratas como la vives, pero no haces de ello un mundo. Además, pensamos que el sentido del humor favorece que llegue el mensaje. De lo contrario, escuchar a un músico quejarse es como consolar a un amigo cuando te quieres ir de fiesta: un coñazo», asegura con humor. Y de esa salsa agridulce surgen canciones como «Museu d`historia natural», un corte que sale de un pasaje de «El guardián entre el centeno», cuando Holden Caulfield entra en el Museo de Historia Natural de Nueva York y se detiene a pensar. Y se da cuenta en el lugar donde nada cambia, mirando los dinosaurios, las figuras disecadas y los esquimales de cera, que, quien es una persona diferente es él. «La letra explica que el narrador lo ve todo igual, pero a la chica que le acompaña no. La ve allí y ya no es perfecta», explica. Y cuando parece que el desenlace será infeliz, la letra dice que «cambiar no tiene por qué ser malo». «Todo el disco tiene ese sentido del cambio, de lo perdido y lo ganado», matiza Piqué.

También «Preferiria no fer-ho» toma un hilo literario, el famoso «preferiría no hacerlo» de Bartleby, para darle un sentido aplicado al amor. «Es una escena imaginaria cuando una relación ya está terminada y ya no tiene más cartuchos. Él le dice a ella que la quiere, que pueden intentar seguir, pero que preferiría no hacerlo. Ese punto que tenemos los hombres de decir que sí por no saber decir no».

En el sonido del nuevo álbum han trabajado en otra dirección que se ajusta como un guante al contenido, ya que si las letras son un poco más solemnes, en el envoltorio los vientos han sido sustituidos por la mayor presencia del órgano Hammond y de una base rítmica contundente. «Es el resultado de crearlo y ensayarlo como un conjunto de seis, sin pensar en la sección de vientos. Y vimos que las canciones funcionaban solas», cuenta. Si el primer disco era todo espontaneidad y el segundo pura atención al detalle, «incluso un poco barroco», en éste han respetado el sonido de conjunto en directo. Han tenido que hacer, también, una pequeña terapia de antiperfeccionismo: «Hablamos mucho. Los dos músicos que vienen ahora con la banda y que tocan con nosotros, tienen mucha experiencia. Y en los ensayos aportan mucho y nos lo dicen: "¿tocamos ya y nos dejamos de hablar? Tenemos que tocar más y hablar menos". Y nosotros mientras: "entras en cuatro, ¿pero con la séptima?". Todo al detalle, ytodo el rato y les desesperamos. Eso tiene una parte buena, porque sabemos lo que hacemos todos y nos apoyamos. Eso es trabajo de músico. Saber escuchar al compañero. Pero somos muy tiquismiquis. Y entendemos la misma canción desde distintos puntos de vista pero desde la misma emoción. Así que discutimos mucho». Y es que, en este grupo, el que no ha ido al conservatorio, es ingeniero de sonido.

Discutirán, si, pero por eso todo en la banda es colectivo, las canciones no se firman, pertenecen al grupo. «Desde el principio es así. Si las canciones no son de todos, nadie lo pone todo en ellas. Tenemos un grupo y hay que hacerlo a muerte. Y no nos gusta cantificar como lo hace el mercado, qué vale cada cosa. ¿La música el 50 por ciento y letra el otro 50? ¿Qué vale entonces la producción del sonido? ¿Qué valen las armonías? No estamos de acuerdo con ese teórico reparto. Y por ejemplo, qué vale llevar la web o la promoción. Eso mantiene al grupo. Y es muy importante». Por eso funciona y suena tan bien.