Sección patrocinada por sección patrocinada

Música

Eminem, el rapero que le hizo la peineta al mundo

Hasta el 10 de agosto diversos cines de España ofrecen «Stans», el primer documental oficial sobre el icónico rapero, en el que son sus propios seguidores los que definen, analizan y alaban su vida y obra

Eminem escribe sus letras de forma caótica e incluso indescifrable
Eminem escribe sus letras de forma caótica e incluso indescifrableVersión Digital

Se llama Marshall Mathers, y es un tío normal. Aunque uno que ha hecho historia. Uno que lidió con una infancia compleja, que creció transformando palos en versos, que fue pionero en su época y que se sigue moviendo gracias a su pasión por la música y por la rima. Pero un tío usual. Uno que toma la libertad de expresión como forma de vida y medicamento mental. Uno al que poco le importa más que las canciones que firma bajo un nombre que millones de personas alrededor del mundo veneran: Eminem. Desde que debutara en 1996 con su disco «Infinite» hasta su último trabajo, «The death of Slim Shady» (2024), ha vendido más de 164 millones de discos, así como el cantante, que fue nombrado «Artista de la Década» en el 2000 por Billboard, acumula más de 110.000 millones de reproducciones. Pero ello no ha cambiado una pizca de su carácter, de su impronta introspectiva y de su aparente indiferencia ante lo nimio. Es uno de los artistas más privados del planeta, a pesar de su enorme exposición pública. Nunca quiso ser un líder, aunque lo es. Nunca quiso marcar una tendencia, aunque lo hizo como nadie. Nunca se propuso ser famoso, aunque lo fue tanto que consiguió cambiar las cosas. Por eso, y a pesar de semejante fama, es difícil dejar de verlo como lo que es: un tío normal, natural, aunque poco corriente.

Para conocer al hombre tras el mito, al ser humano tras el fenómeno mundial, aterriza entre hoy y el 10 de agosto en diferentes cines españoles un documental cuanto menos innovador. No es un metraje al uso, pues no se basa en el testimonio de una serie de expertos o personas cercanas hablando de éxitos, datos, fracasos y anécdotas. Es algo con lo que nos es más fácil identificarnos, incluso más íntimo y más real: como el propio artista en el que se centra. Pues qué mejores expertos que sus propios y acérrimos seguidores: en «Stans», dirigido por Steven Leckart, son los fans de Eminem los que hacen un preciso repaso por su carrera, así como reflejan qué significa conectar con el rapero y, por tanto, con uno mismo. Así como, además de material de archivo nunca visto, la cinta ofrece una entrevista inédita y exclusiva con el creador de «The Marshall Mathers LP» (2000).

Fue en este álbum donde Eminem publicó «Stan», una canción que crearía toda una cultura, una locura y una forma de vida, y que da nombre al documental. En la letra, el artista reflejaba una historia ficticia sobre Stan, un fan obsesionado, que roza lo perturbador, y quien escribe cartas a Eminem sin obtener respuesta. Una historia trágica, pero no por ello menos real, pues son muchos los seguidores de creadores o cantantes que llegan a cometer actos extremos con tal de mantener algún tipo de contacto con sus ídolos. Pero lo cierto es que este concepto se popularizó hasta tal punto que los propios fans de Eminem se comenzaron a denominar así. Llegó tan lejos que hasta llegó a formar parte del Oxford Dictionary, que acuñó el concepto «stan» como «un fanático excesivamente entusiasta u obsesivo, especialmente de una celebridad en particular». Fue así como, de repente, el mundo se comenzó a llenar de camisetas blancas, pantalones holgados y cabezas rubias y rapadas. Un aspecto que creó un movimiento cultural que aún hoy define a Eminem, pues a partir de él creó un personaje, algo que por supuesto imitaron sus seguidores, naciendo así millones de «shady’s man».

Eminem, ofreciendo un multitudinario concierto
Eminem, ofreciendo un multitudinario conciertoVersión digital

Se aborda en el documental cómo a partir de la era digital y de las redes sociales resulta tan sencillo establecer una aparente línea de comunicación directa con un artista, lo que deriva en obsesión y hasta acoso. Existe una falsa cercanía que hace creer a más de uno que forman parte de ciertas vidas ajenas. Esto le pasó al rapero. Se llenaban los diversos foros de mensajes sobre cada movimiento que se conocía de Eminem, o incluso de su familia, algo que le frustró más de la cuenta dado su carácter introspectivo y su necesidad de poder tener intimidad. «Dondequiera que vaya voy con sombrero, la capucha de la sudadera o una máscara», cantaba en «Say Goodbye Hollywood», «es como el niño en la burbuja, estoy atrapado».

Fue en 1999 cuando el mundo conoció a ese personaje tan provocador llamado Slim Shady, el alter ego que Eminem creó como símbolo de la libertad de expresión. Desde aquel año, el artista nunca volvió a ser el mismo. Por un lado, porque la MTV transmitió el videoclip de su canción «My name is», «y fue como si se activara un interruptor. Al día siguiente, me desperté y mi vida había cambiado para siempre», explica Eminem en el documental. Esta canción formaba parte de un disco que también contribuyó a que la vida del artista diese un vertiginoso salto hacia la fama: con «The Slim Shady LP» consolidó su identidad como un artista crudo e irreverente. Con sus letras, conquistó a todos aquellos «stans» que arrancaron a teñirse las cabezas y a tatuarse su rostro en los brazos, que aún hoy siguen reivindicando esta música como himnos. Aquellos que supieron abrazar a un chico blanco como un valioso talento de una música que, hasta entonces, se relacionaba casi en exclusiva con los negros.

Música para el marginado

«No pensé que Eminem era blanco cuando lo escuché por primera vez, porque era demasiado bueno», explica el rapero estadounidense Dr. Dre en el documental, figura fundamental en la carrera de Eminem al moldear sus primeros pasos, producirle algunos de sus álbumes así como realizaron juntos diversas colaboraciones. Fue este uno de los aspectos por los que el artista hizo historia: al puro estilo de Frank Sinatra con el jazz, demostró que la música, en particular el hip-hop, no era una cuestión de razas. Más bien, es una música contestataria, que se fragua entre las minorías y critica las desigualdades independientemente de colores y zonas. Y Eminem formaba parte de esa población golpeada por su propia familia, por la pobreza o por la injusticia. La suya era música por y para el marginado, el incomprendido. Y sobre todo para el que, como él y a pesar de todo, tuviese como lema de vida: «Just don’t give a fuck».

Decir «simplemente que no importe un carajo», con el dedo corazón bien estirado hacia arriba, fue ley de vida para aquellos «shady’s man». A muchos jóvenes que fueron obligados a sentirse balas perdidas, Eminem les animaba a echar la furia hacia afuera, a hacerle una buena peineta al mundo y pasar un buen rato, fuera como fuese. Algo que le granjeó tantos amigos como críticos. Pero no podía ser de otra forma tratándose de una persona sin miedo a contar verdades.

Era esta radicalidad expresiva una de las grandes máximas de sus numerosas letras, que el artista escribía en cuadernos, hojas sueltas y papeles que iba encontrando, bajo una forma caótica pero formulando frases y textos dignos de un poeta de su tiempo y condición. «Esta locura tiene un sistema», explica el cantante en la cinta, refiriéndose a sus manías a la hora de componer y crear canciones. Desde los últimos siete años utiliza «Entertainer’s secret», un espray que, dice, «es mi mejor amigo», pues le permite mantener la voz intacta a pesar de los frenéticos esfuerzos y ritmos. Suele, además, utilizar bolígrafos diferentes, de diverso color –aunque siempre termina optando por el negro–, para apuntar unas u otras ideas. Sus recuerdos, sus observaciones, lo que le pasa por la cabeza, sin filtros. «Cada vez que escribo, hay diferentes etapas. Y es una de las razones por las que ahora tengo un libro y nunca me bloqueo. Siempre puedo volver a él y tener ideas ilimitadas. A veces, sólo escribo las palabras que riman y nada más para que no se pueda descifrar si alguien lo encuentra», explica el cantante.

Se desgrana así, por primera vez de manera oficial, la vida de un artista aún en activo y a través de la apasionada mirada de sus «stans». Un documental que complementa para «8 mile», cinta que en 2002 se basó en la vida del rapero, y que arroja luz sobre un joven que sólo buscaba desahogarse, desprenderse de su ansiedad valiéndose del lado sanador de la música. «Es por mis fans por los que compongo. Les debo todo a ellos. A los demás, que les jodan», zanja Eminem, ese tío irreverente, talentoso, absolutamente famoso pero muy, muy normal.