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Explicación de altura

Bach: «El clave bien temperado», «Libro I». Piano:Pierre Laurent Aimard. Auditorio Nacional, Madrid. 13-I-2015.
La Razón
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Este pianista galo (1957) es una rara avis. Se caracteriza por una digitación nítida y precisa, por la seguridad de ataque, aun en pasajes de alto virtuosismo. Ha acometido recientemente la aventura de tocar y grabar (para DG) «El clave bien temperado», una partitura que es en realidad una obra científica, de soluciones poco menos que matemáticas que resolvió de la manera más lógica el problema del temperamento o afinación de los sonidos.
Aimard se enfrenta a la obra sin complejos, aunque con las lógicas prevenciones. Imaginábamos antes de la escucha un acercamiento lineal, riguroso, hasta cierto punto aséptico, controlado. En parte ha sido así. El artista llevó la interpretación sin desmayos en la punta de los dedos, solucionando las dificultades mecánicas, sobrado en la digitación y la formulación de las estructuras. Pero no es un instrumentista especialmente dotado para el color, para el fraseo fantasioso, para conceder variedad, contrastes súbitos y turbulencias emocionales, que, dependiendo de la óptica, es posible hallar en Bach, incluso en partitura de tan racionales características. Otros, como Fischer, Richter o Barenboim, lo han hecho. En general, los «tempi» de Aimard son prudentes, pero cuando se lanza a reproducir un «vivace» (Preludio XX) o un «leggero» (Preludio III) sabe ir por derecho sin pestañear, con toques limpios y seguros. Fue capaz de abismarse en algunas Fugas demoledoras, como la tan honda y desolada «nº XXIV». Consiguió texturas claras y líneas firmes, también en aquellas que se desarrollan a cuatro o cinco voces o proponen distintos tipos de canon. E hizo ortodoxos pasajes «legato». Puso de manifiesto cierta facilidad en la reproducción de aires de danza («Sarabanda» del Preludio VII). Una bella aunque no por completo satisfactoria experiencia en obra tan abierta y monumental.