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Música

Fleetwood Mac: una historia de brujería, alcobas, violencia y pop

Se cumplen 50 años desde la publicación del disco homónimo de la banda, un álbum que cambió la reglas de la música y las vidas de sus intérpretes

Fleetwood Mac: una historia de brujería, alcobas, violencia y pop
Fleetwood Mac: una historia de brujería, alcobas, violencia y popWarner

Fue hace hace ahora 50 años cuando los escaparates mostraron en sus estanterías un disco con una extraña y legendaria portada de un grupo que antes fue escuela de blues y que ahora había decidido tomar un rumbo radicalmente diferente. Fue el momento en el que entraron Lindsey Buckingham y Stevie Nicks en Fleetwood Mac para alumbrar una luminosa e inédita forma de entender la música como parte fundamental de un extenso diario que también incluyó históricos episodios de brujería, alcobas y violencia. Menuda historia.

El álbum «Fleetwood Mac» fue en realidad el segundo llamado de la misma forma por el grupo, una originalidad más. El primero coincidió con el debut de la banda, allá por 1968, y el de 1975 se podría considerar irónicamente como su segundo estreno. Porque era un nuevo sonido con una nueva formación de la que solo permanecía la sección de ritmo, formada por Mick Fleetwood y John McVie. Todo lo demás era prácticamente nuevo. Una reinvención absoluta que en apenas unos meses también alumbraría a cinco músicos multimillonarios y un buen montón de reconocimientos, traumas y conflictos.

¿Qué había sucedido en todos estos años? Muchas cosas. Fleetwood Mac fue al principio un grupo de blues tan canónico como trascendental. De la mano del genio de Peter Green crearon una serie de álbumes a finales de los 60 que hoy se consideran bíblicos dentro del género. Pero para 1970, los problemas internos comenzaron a aparecer tras el masivo consumo de LSD por parte de su líder. «Pensé que tenía demasiado dinero para ser feliz y normal. Miles de libras es simplemente demasiado para una persona que trabaja solo para mantenerse y de repente sentí que no lo merecía», diría Peter Green. El 28 de mayo de 1970 fue su último concierto en la banda. Luego vendría una larguísima transición.

Poco después de terminar una gira americana en 1975, Bob Welch, su último guitarrista, cantante y compositor, dejó la banda para poner fin a la novena formación de Fleetwood Mac en ocho años. Sin embargo, Mick Fleetwood nunca arrojaría la toalla. Desde su asiento y sus timbales, el batería ​seguía decidido a ser estrella para alimentar su inmenso ego. Y se puso a la tarea de buscar un nuevo guitarrista, tarea nada fácil vista la maldición que arrastraba el grupo con los portadores del instrumento. Peter Green padecía esquizofrenia, Jeremy Spencer se había metido en una secta y a Danny Kirwan le había dado por arrojar ceniceros a sus compañeros cada vez que se bebía dos botellas de ginebra, como solía.

La sonrisa de Arizona

Antes de la marcha de Welch, le recomendaron a Mick Fleetwood que visitara Sound City Studios. El larguísimo batería llegó a Sound City Studios y se reunió con el productor Keith Olsen, quien le mostró algunas maquetas para demostrarle las capacidades sonoras del estudio. Allí le puso un álbum que había grabado recientemente, titulado «Buckingham Nicks». El solo de guitarra de la última canción del álbum, «Frozen Love», regresó después a su cabeza. Necesitaba a ese chico con tan singular sonido.

Así que Fleetwood llamó días después a Olsen y le dijo que quería al guitarrista que le había puesto. «Se llama Lindsey, pero dirá que no», le informó. La razón no era otra que formaba parte de un pack. No iría a ninguna banda si no iba también su novia, de nombre Stevie Nicks. Incluir otra mujer en la banda no entraba en sus planes iniciales. Sin embargo, luego se lo pensó mejor: «¿Y si es el momento de dejar el blues?». California, sus atardeceres y su música, también se habían metido en su cabeza.

Fleetwood le puso al resto de la banda el álbum «Buckingham Nicks», que había pasado sin pena ni gloria. John dijo que no inmediatamente. Seguía teniendo corazón de blues. Pero claudicó ante la entusiasta respuesta de su esposa, quien en realidad no poseía demasiadas actitudes para el blues. Christine McVie insistió en reunirse con Buckingham y Nicks antes de aceptarlos oficialmente como miembros de Fleetwood Mac y todos quedaron a tomar unos tacos en el restaurante mexicano El Carmen. La menuda Stevie Nicks fue la primera en llegar, con su sonrisa de Arizona y todavía vestida con el uniforme de camarera tras cambiar su turno. Después llegó el hermoso Lindsey, con sus rizos y su caminar estilizado. Y tres meses después ya habían grabado el álbum «Fleetwood Mac», aquel que cambiaría sus vidas para siempre.

Bastó un ensayo para que todos vieran los dos diamantes que habían encontrado. Lindsey Buckingham era un guitarrista espectacular, posiblemente uno de los más infravalorados en la historia del rock and roll. Tenía una formación autodidacta y su personalísimo estilo y técnica venían de una curiosa mezcla entre flamenco y bluegrass, con unos arpegios realmente increíbles. Además, tenía una sensibilidad pop y un gusto por probar cosas osadas que sin embargo fueran del gusto del público. También era autoritario, lo que provocó conflictos con John McVie, todavía reticente ante el cambio de sonido. En uno de los primeros ensayos le bajó los humos a Buckingham: «La banda en la que estás es Fleetwood Mac. Yo soy el Mac. Y toco el bajo».

Y qué decir de Stevie Nicks. Creció agarrada a las figuras de Bob Dylan y Janis Joplin para desarrollar un estilo de componer e interpretar que trascendería a lo largo de las décadas. A pesar de su liviana apariencia física, era una mujer de enorme carácter e incansable buscadora de la adulación. Cautivaba no solo por su espectacular belleza, sino por su indescifrable carisma. Y qué voz para cantar esas letras que escribía sobre brujas, fragilidad y depresión. El epítome de la expresividad. La elegancia de Christine McVie y la torrencial destreza de la sección de ritmo acabó por completar esta formación irrepetible que plasmaría el inicio de su nueva aventura en el álbum «Fleetwood Mac».

Nicks y Buckingham ya habían escrito varias canciones para el que debería haber sido el segundo álbum del dúo. Una de ellas era «Monday Morning», el maravilloso arranque del álbum que llegaría a las tiendas en agosto de 1975, con esa sutil mezcla de Beatles y Stones. También «I’m so afraid», el cierre del álbum, casi un rock progresivo que incluía un vibrante solo final bajo la influencia de Neil Young. Exigida por el nivel de la nueva pareja del grupo, McVie se esforzó al máximo para escribir varias de sus composiciones en un piano Hohner de su apartamento de Malibú, incluyendo «Warm Ways», «Sugar Daddy» y «Over My Head». Pero el indiscutible impulso hacia la obra maestra llegaría de la mano de dos composiciones magistrales de Stevie Nicks. La primera era «Rhiannon», la historia de una dama que pertenece a otro mundo y que deja su reino para convertirse en la esposa de un rey mortal. El drama: las diosas realmente no pueden casarse con reyes mortales y si lo hacen pierden sus poderes mágicos. La otra canción era «Landslide», una inconcebible y melancólica reflexión por parte de una joven sobre el paso de los años. «Oh, espejo en el cielo, ¿qué es el amor? / ¿Puede la niña en mi corazón elevarse? / ¿Puedo navegar a través de las mareas cambiantes del océano? / ¿Puedo manejar las estaciones de mi vida?».

El álbum alcanzó el número uno en la lista Billboard 200 de Estados Unidos el 4 de septiembre de 1976, 58 semanas después de su entrada. Vendió cerca de 10 millones de copias para acabar completando el singular tránsito desde el blues hasta el «sonido Fleetwood Mac» que les hizo millonarios. Luego llegarían los rumores, las rupturas, los celos, las infidelidades, la cocaína, las depresiones, las reconciliaciones, la violencia, los reconocimientos y las lágrimas. Así durante 50 años.

El final de Fleetwood Mac

►Fleetwood Mac ya no existe, si bien nunca ha habido un comunicado final. Todo acabó realmente en 2018, cuando el guitarrista fue despedido de la banda por Nicks. Ella explicó que la decisión se gestó tras un incidente en un concierto benéfico de MusiCares. Nicks había llevado una canción que había grabado con LeAnn Rimes, «Borrowed», con la intención de interpretarla junto a Buckingham. Sin embargo, su comportamiento fue distante y hostil. Dice que sintió la voz de sus padres en su cabeza aconsejándole dar por terminado el vínculo con su novio de hace 50 años. «Escuchaba a mi madre diciendo: ‘‘¿De verdad vas a pasar los próximos 15 años de tu vida con este hombre?’’. Y a mi padre, que era muy pragmático, diciendo: ‘‘Es hora de que os divorciéis’’. Entre los dos lo decidí. Se acabó». Y añadió: «Le di 300 oportunidades». Un año después, Buckingham sufrió una operación a corazón abierto y Stevie Nicks no le llamó. Nadie de Fleetwood Mac ha vuelto a hablar con él desde entonces. Christine McVie murió el 30 de noviembre de 2022 a los 81 años y aquello fue el certificado de defunción de la banda.