Guillermo Furiase: «Un día soñé con mi tío Antonio Flores, que se sentaba en mi cama y yo le tocaba el pelo»

Lleva en la sangre la dinamita artística de un coloso, Lola Flores, y de un músico absoluto, Antonio González «El Pescadilla»; la de la poderosa madre que lo parió, la cantante y actriz Lolita, y la de sus tíos Rosario y Antonio, con el que guarda un gran parecido por fuera y por dentro (esto último lo afirman sus más allegados). Pero Guillermo, 30 años de tío, se ha propuesto demostrar que él es algo más que el descendiente de una de las dinastías de artistas más famosas de España; que le sobran pasión y talento para labrarse un nombre propio en la música. Se ha emborrachado desde la adolescencia del mejor rock anglosajón y de autores españoles como Manolo Tena y Antonio Vega, y de ahí solo puede salir oro. Les presento al artista que ya es y a la estrella que, estoy seguro, pues lo he visto en concierto, será.

Soy un músico al que le gustaría ser reconocido por lo que hace, aparte de por el parentesco con mi familia, que es inevitable. Y en cuanto a lo de las etiquetas, he pasado por muchos estilos hasta encontrar el mío. Se puede decir que hago un pop clásico, como el de los 80, el de la Movida, pero muy amplio, con vetas de soul, funk, jazz y hasta detalles cubanos y africanos.

Todos mis familiares han triunfado y está la presión de no defraudarles. Y como misión personal me gustaría llegar a alcanzar una pizca de lo que ha conseguido mi madre. Pero es más la presión de la gente, eso de que me parezco mucho a mi tío, que si lo quiero imitar… Sobre todo es con él, no con el resto. Parece que por llevar el pelo largo me quiero parecer a Antonio Flores… Mi familia no habría confiado en mí si no hubiese visto que algo de talento tengo.

Una vez soñé que estaba durmiendo y él se sentaba en mi cama y yo le tocaba el pelo. Iba vestido como en su entierro, algo que yo desconocía. Pero cuando le conté a mi madre que le había visto en mi sueño con un pañuelo rojo y una chaqueta, ella me dijo que así fue como lo enterraron. En mi sueño, me levanté y me subí con él a un coche, un Volvo, y él se tumbó detrás y me dijo: «Llévame». Y a él se lo llevaron en un Volvo cuando murió. Y cuando me desperté estaba la puerta abierta. Y no ha sido esa la única vez que he soñado con él.

Sí. Soy un salvaje porque soy muy visceral, muy pasional, y me molesta mucho la gente que no tiene alma, corazón, y se conforma con poco. Pero en lo profesional soy prudente y muy perfeccionista, porque la cara soy yo y toda la presión recae en mí. También soy muy sensible y esa prudencia me sirve como protección.

Me lo dices y se me ponen los pelos de punta… Mi padre era el mejor amigo de mi abuela y de mi tío, y es un pedazo de padre. Su velocidad de mente no la tiene cualquiera. Con mi madre casaba muy bien, porque eran los dos muy rápidos y graciosos. A mi padre lo metías en un laberinto y sabía salir de él, era un superviviente. Y creo que eso es lo que me ha dejado a mí: funcionar mejor con una pistola en la cabeza, cagao. Soy mitad gitano y mitad argentino, seguro que algo consigo, ja, ja, ja.

Si todo va bien, lo haré en septiembre con el técnico de sonido José Luis Crespo, una eminencia. Aún no tengo todas las canciones; este verano me toca currar y terminar las que me faltan. No sé si hacer un EP o un disco largo, o soltar canciones y ver cómo funcionan, pero necesito tener ya un proyecto. Quizá se titule «Cuelgo las alas», que es como poner los pies en la tierra y que los sueños terminen de hacerse realidad.

¡Soy Sagitario! ¡Si no tengo fuego…! Ja, ja, ja. Tengo mucho fuego, sí, pero con mucha agua. Un fuego que no quema.