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Hansel, Gretel y una bruja mala con toda la barba

¡Cómo ha cambiado el cuento! El Teatro Real estrena el día 20 la deliciosa e irónica ópera de Engelbert Humperdinck, casi inédita en España
larazon

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Los niños están un poco crecidos y la bruja malvada tiene un aire a la Divine de John Waters que no se puede aguantar. No, no crean que ha cambiado tanto el cuento. Exageramos. El caso es que quien busque la casita de chocolate nos tememos que se topará con un supermercado repleto de productos llenos de grasas saturadas, de esos que hacen saltar el colesterol por los aires. «Hansel y Gretel», la ópera de Engelbert Humperdinck, es una rareza en España. En países como Alemania o Reino Unido forma parte del repertorio, es conocidísima, querida y admirada. Aquí casi la vamos a descubrir por primera vez cuando suba al escenario del Teatro Real el próximo martes. La niña es la soprano española Cristina Schwartz, que vive un momento lírico imparable, y que debuta el papel. El niño travieso es la mezzo Alice Coote, que se despide en el coliseo del papel. «¿Que por qué? Pues porque tengo ya 46 años y cuando la veo a ella, con quince años menos, saltar y trepar con esa frescura, pienso que he llegado hasta aquí», aunque después deje la puerta entreabierta. La bruja, con toda la barba, es un tenor hilarante, José Manuel Zapata, que para la ocasión ha tenido que rasurarse, luce una peluca color flamenco (el animal) y un Chanel (casi embutido) de color rosa con tacones a juego.
Consumismo excesivo
La producción, que dirige Lauren Pelly, se estrenó en 2008 en el festival de Glyndebourne, aunque hasta Madrid ha viajado con tan importantes cambios que parece otra, e incluso incluye una parte de proyecciones videográficas, a cargo de la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) que son una auténtica novedad. Humperdinck, el autor, trabajó con Wagner y en él se deja sentir la influencia del alemán, aunque la música nos recuerde al mejor Richard Strauss. En el foso estará Paul Daniels, quien se asombra del decubrimiento que ha supuesto para la orquesta la desconocida partitura, en la que no faltan ni el humor ni la ironía y que deja espacio para la crítica social. «Su actualidad es enorme porque apunta hacia un momento como hoy, lleno de consumismo y excesos y que habla del bien y el mal», señala Coote. Para Schwartz, éste es el papel «que estaba esperando. Me he dado tiempo para crecer y madurar vocalmente y así poder enfrentarme a él. Creo que está escrito para mi voz». La bruja Zapata está rodeada de comida basura, y tienta a los pequeños con donuts y otras ambrosías cargadas de grasa y azúcar. Hansel y Gretel, que en el escenario se rejuvenecen hasta volver casi a la niñez, no paran un momento: saltan, trepan, suben y bajan. Niños son. No hay más que ver los moratones que nos enseña Schwartz, una jovencita con dos coletas.

«Por primera vez doy el físico»

Son sus palabras. Humor, le sobra. El tenor barbado y la oronda dama de cabello rosa son la misma persona, sí. José Manuel Zapata se ha convertido en una bruja con pesada prótesis y disfruta de lo lindo en el escenario. Hasta un especialista le ha enseñado cómo caerse para que no se lastime y el director le permite que coja aire en escena «porque llegamos ahogados». Se come a los niños con patatas y describe su personaje como «una mezcla entre una acaudalada señora de Dusseldorf y un animal con una vertiente casi sexual hacia la comida». Genial.