Jacobo Serra: "Las redes sociales serán el tabaco del siglo XXI"
El músico publica «Doce», un disco concebido como una tragedia griega y que compuso superando la pérdida de su voz
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En la cabeza de Jacobo Serra estaba enfrentarse a una obra conceptual que, como una sinfonía o una gran tragedia griega, estuviera compuesta por movimientos o capítulos, que, en conjunto, nos situara ante un viaje. Una epopeya pop que había decidido que tuviera doce meses contenidos en sus canciones. Sin embargo, no sabía hasta qué punto la peripecia, el descenso al abismo y la posterior ascensión, la iba a protagonizar él mismo. El músico acaba de publicar «Doce», su tercer álbum de estudio, un trabajo melancólico e introspectivo propio de los tiempos turbulentos que hemos vivido.
Serra prefiere no hablar mucho del tema para no convertir la conversación con este periódico en un «parte médico», pero termina cediendo. «Cuando estaba en la mitad del disco llegó la pandemia y sucedieron algunas otras cosas, y eso fue definiendo el proceso. En el disco ya había una búsqueda personal de antemano, lo que pasa es que experimenté momentos muy duros de los que ahora me avergüenzo un poco, porque ahora estoy perfectamente, pero que entraron en el disco inevitablemente», explica el compositor y cantante, que se refiere a la pérdida literal de su voz. «Fue muy extraño. En casa cogimos el Covid y fue bastante fuerte. Lo pasamos muy mal y tuvimos muchos efectos secundarios», explica Serra, que pasó por una serie de pruebas en el hospital y un día se levantó sin voz, dos meses después de haberse contagiado. Los médicos no sabían qué estaba ocurriendo y se plantearon posibilidades bastante siniestras sobre la mesa que Serra prefiere dejar a un lado. «Digamos solo que fue aterrador y, en medio de un disco que ya estás haciendo a corazón abierto, no digamos. Pero bueno, lo importante es que puedo decir que transformé esos sucesos en algo hermoso para todo el mundo».
Hay algunas letras inspiradas en aquellas vivencias, en el devenir y la fugacidad del ser, pero Serra bebe de la literatura. «El concepto lo tenía claro. Quería los doce meses, las estaciones, el poder de la música clásica narrativa. Para mí, la génesis de la cultura occidental, de Europa, es ‘‘La Odisea’’. Lo contiene todo. Es mi libro de cabecera, siempre vuelvo a él, porque trata de un tío que busca la gloria, lo imposible, la transformación. Y él es su peor enemigo. Ese concepto global de sentimientos, amor, aventura, dioses, pasión, de enfado... es todo muy romántico. Querer ser un dios pero darte cuenta de que eso no es la gloria. Siempre me ha parecido muy inspirador. Y el disco es una odisea, un viaje de aventuras en el que lo importante es cada mes y luego volver a empezarlo, como un círculo», explica Serra.
El tono del trabajo es de una melancolía que atrapa. «Es lo que me inspira. En la sociedad está la división entre lo bueno y lo malo, la felicidad y lo triste. Y yo creo que es un error. Nos tienen engañados con eso de la felicidad y la tristeza. Hay que convivir con todo. La felicidad es efímera como todo y hay que entender que el sufrimiento es parte de la vida. Pero hay una melancolía triste y hay una placentera». Serra vive ajeno a las tendencias y las modas. Incluso de las redes sociales. «Hay que tener una madurez tremenda para exponerse de una manera sensible. Yo defiendo que las redes sociales van a estar reguladas en el futuro, porque vamos a ver las consecuencias mentales de todo esto. Esto será el tabaco del siglo XXI. Dentro de unos años, la siguiente generación, dirá: ‘‘¡es que hacían eso! ¡Eran adictos al me gusta!’’. Yo no estoy en contra de su uso, pero me da miedo la gente más joven. Hablo del uso que hacemos de ellas, la falta de educación que hay con las redes y las enfermedades mentales y los problemas derivados de vivir en una realidad paralela. Se ha cambiado la mente humana. Para mí es mi mayor fuente de contradicciones y de lucha interna, pero por ese aro tengo que pasar, aunque intento hacerlo con dignidad. Pero la gente solo quiere que compartas la foto privada, casi de la peluquería. Vivimos un mundo muy complicado».
Vivimos un mundo que está montado en torno al éxito o al fracaso: «Es una de las mayores presiones de ser músico, que parece que no puedes tener una carrera sin entrar en ese juego de las grandes ventas», dice Serra, que echa de menos tener una banda: «Siento envidia. Porque muchas veces me siento demasiado solo a la hora de enfrentarme al mundo. Es como si estuviera obligado a caminar siempre de puntillas».