Jaroussky, como una estrella pop
Crítica de clásica: Temporada del teatro del Liceo. Obras de Porpora, Leo, Sarti y Geminiani. Contratenor: Philippe Jaroussky y la Orchestra Barocca di Venezia. Director: Andrea Marcon. Barcelona. Gran Teatro del Liceo. 27-X-2013.
El contratenor francés ofrece una gira internacional dedicada a su nuevo trabajo discográfico en el que destaca la relación entre el famoso castrato Farinelli y el compositor Nicola Porpora (1686-1768), que en el Gran Teatro del Liceo se presentó con el subtítulo de «Discípulo y maestro». Está claro que la fama le precede y en Barcelona, ante un coliseo abarrotado, las muestras de interés se desbordaron ya desde su salida al escenario, recibida con aplausos entusiastas. A pesar de un repertorio muy exclusivo y cerrado dedicado en la totalidad de las arias a Porpora, el éxito fue de aquellos que no se olvidan.
Todo se debe a la elegancia y exquisitez de su canto enfrentándose a un repertorio esencialmente melódico, lleno de dulzura, de expresividad y una musicalidad realmente conmovedora. Su timbre asopranado es de una gran belleza y consigue llegar directamente al espectador gracias a un exquisito fraseo y un cuidado control del fiato. Su canto melismático y de bravura también es remarcable como en las arias que abrían y cerraban el concierto «Mira in celo» de «Arianna in Nasso» (1732) y «Nell'atendere il mio bene» de «Polifemo» (1735), así como su emisión de notas graves, pero allí donde brilló con fuerza fue en las piezas más expresivas, extrayendo toda la musicalidad y la poesía de cada frase con una elegancia exquisita, como en la excelente «Alto Giove» de Polifemo. Estuvo secundado por una conjuntada y cuidada Orquesta Barroca de Venecia dirigida con gran mimo, vitalidad y precisión por Andrea Marcon desde el clavicémbalo, que tocó también piezas instrumentales de diferente interés de Leonardo Leo, Giuseppe Sarti y Francesco Geminiani. La enormidad de la sala del Liceo no es la ideal para una voz algo justa de proyección y una orquesta barroca de una veintena de músicos, pero la atmósfera de expectación y silencio creada por un público entregado fue el componente ideal para este gran éxito que terminó con varias propinas y grandes vítores y bravos para el artista y sus meritorios acompañantes.