Bieber enseña todas sus caras
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El cantante Justin Bieber ha propinado un puñetazo a uno de los fans que esperaba la llegada del artista al Palau Sant Jordi de Barcelona, donde se celebra la primera parada en España del 'Purpose World Tour'
Primer concierto en España de la gira Purpose World Tour de Justin Bieber. Palau Sant Jordi, 12.000 espectadores. Barcelona.
Puede que Dios no juegue a los dados con el universo, pero Justin Bieber arrancó su concierto encerrado dentro de un enorme cubo, que se fue elevando y elevando, y hubo quien apostó por un seis, !un seis, venga! Ganaron sus seguidoras, que habían apostado por todos los números y el premio fue grande, el universo Bieber en directo, donde todo está medido a la perfección, todo está coreografiado, y no existe el azar, salvo una niña de 16 años en primera fila cuyos padres no sabían que nombre ponerle. El Palau Sant Jordi de Barcelona vivió una de esas noches mágicas en la que 12.000 personas consiguen lo que quieren. Así, el cubo descendió sin más, con la canción «Mark my words», y de pronto, «boom», el cantante salió volando de otro sitio del escenario. Los bailarines, de blanco, daban unos saltos de espanto. La locura era plena, con «Where are ü now» saturando el ambiente con ritmos rotos y Bieber bailando como si la gravedad de la tierra le impidiese moverse con naturalidad. Con camiseta de los Misfits y gafas casi de soldador, arrancó serio, como si la euforia colectiva que despierta no le afectase. Empezó a pasearse por todos lados, en una escenografía con juegos geométricos que le levantaban aquí cinco metros, allá diez, y si apartabas la vista un segundo, había desaparecido. Todo invitaba a la locura, pero la actitud pasiva de Bieber le hacía parecer un muñeco con pocas pilas. Pero repito, en el universo Bieber no existe el azar y era una actitud coreografiada. Luego vinieron más explosiones, más éxitos, como una versión actualizada de «Boyfriend», más saltos mortales de sus bailarines, hasta la aparición, a diez metros del suelo, de una gigantesca cama elástica, en la que el ídolo demostró que también sabe saltar, jugar y pasarlo bien como si fuera un niño. Más que un concierto era la recreación de un carácter, la de un niño sensible, juguetón, «cool», que está por encima de todo, pero que también se preocupa, que habla con niños bailarines, que quiere ser un líder, pero también una persona normal. Un personaje complejo, desde luego. Entonces se dirigió por primera vez al público, con la versión millenial del «cómo están ustedes» y se rió, el primer acto que parecía espontáneo de la noche. No tardó en sentarse en un sofá con su guitarra con la versión «unplugged» de «Cold water», que juntó con «Love yourself» e hizo que el griterío fuera un gloria, gloria ¡Aleluya! a su figura. Y después de unos intensos 50 minutos, el cantante se tomó un descanso, demostrando que ha de comer más fruta o parece siempre cansado. Quizá volvía revitalizado. Y sí, lo hizo.
El «reprise» empezó con «As long as You love me», con la que puso la directa para el final de fiesta, en el que incluso tocó la batería y aceptó preguntas del público, no al mismo tiempo, claro. Llegó a asegurar que le encanta la lengua española. «What do You mean?», «Baby» y «Sorry» cerraron una noche que él dijo que fue su mejor concierto hasta la fecha... quizá hasta Madrid.