Crítica

Lecouvreur, de menos a más

La Razón
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De Cilea. A.Arteta, T.Ilincai, K.Dudnikova, D.Lagares, J.Fadó, L.Cansino, etc. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro de A.A. del Teatro de la Maestranza. P . Halffter Caro. L.Mariani. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 21-V- 2018.

El Sevilla cierra su temporada operística con un título verista que se programa escasamente en estos últimos años y que requiere tres voces potentes con centros amplios y, a la vez, capaces de manejar las sutilezas. Han pasado los tiempos de Caballé, Carreras y Cossotto interpretando este título, por no hablar de los de Corelli, Olivero y Simionato y no podemos vivir del pasado. Y, ya en el presente y pisando suelo, la Maestranza no tiene las posibilidades de un Covent Garden ofreciendo a Gheorghiu y Kaufmann, por lo que un reparto como el elegido es de lo mejor que puede pretenderse. Lo que sí es ampliamente mejorable son producción y dirección actoral, porque ambas podrían ayudar a los cantantes y no lo hacen. La producción proveniente del San Carlo napolitano resulta vetusta y los movimientos escénicos irrelevantes. Pedro Halffter cuidó los muchos pasajes líricos llenos de melodías hasta un punto empalagosas si se quiere. Suele gustar de volúmenes orquestales con más decibelios de los necesarios, pero esta vez ha sido plenamente consciente de que tenía que ayudar al centro de Ainhoa Arteta para que la orquesta no sepultase su voz. Lo logró salvo en el momento crucial del monólogo de Fedra, con la soprano además muy retrasada en el escenario. En cambio sí que pudo dotar de mayor dramatismo a la escena del «Acerba Voluttá» de la mezzo, pues Kesenia Dudnikova posee una voz con caudal, si bien algo falta del refinamiento exigible a la Princesa de Bouillón. Arteta ya ha interpretado el papel un par de veces con anterioridad, pero sin la suerte de haber contado con un director de escena que supiese dotar de toda su intensidad a la Lecouvreur. Fue de menos a más, logrando un «Poveri fiori» muy emotivo y bien cantado, con filados, medias voces y otros muchos detalles que prodigó especialmente en el último acto. Fue, sin duda, la gran triunfadora. Su pareja, Teodor Ilincai, es un tenor de timbre no especialmente personal pero con la baza de poder colocar muy bien notas del registro alto. Echó el resto en la breve pero fundamental página de «L’anima ho stanca» y mereció más aplausos de los que obtuvo. Sobresaliente Luis Cansino como Michonnet. Una representación muy degustada que se prolongó hasta cerca de la media noche.