Buscar Iniciar sesión
Sección patrocinada por
Patrocinio Repsol

Ludovic Tezier, ensayo wagneriano de un barítono

El aclamado francés ofreció un curioso concierto en el Teatro Real con una primera parte dedicada al repertorio francés, y una segunda íntegramente wagneriana.
Ludovic Tezier durante su recital en el Teatro Real
Ludovic Tezier durante su recital en el Teatro RealTeatro Real de Madrid

Creada:

Última actualización:

Curioso el concierto en el Teatro Real de Ludovic Tezier, uno de los más aclamados barítonos del presente, con una primera parte dedicada al repertorio francés, que obviamente domina, pero con arias poco frecuentadas y una segunda íntegramente wagneriana. Además, hubo mucho intermedio orquestal y escuchamos la prácticamente desconocida y pachangera obertura “La perle du Brésil” de Félicien David (1810-1876), la Bacanal de “Samson et Dalila”, la Meditación de “Thais”, elPpreludiode “Maestros cantores” o la Cabalgata de las Walquirias.
Demasiada pieza orquestal, interpretada además sin especial interés ni matices, para la brevedad de las páginas abordadas por la figura de la noche, muy especialmente en la primera parte, en la que sólo llegó algo de intensidad con Sois inmobile de “Guillermo Tell”, el aria de “Thais” y, sobre todo, la de “Henry VIII” de Saint-Saêns, cantada con matices sutiles en su vocalización y dicción clara, apreciándose cada palabra, con movimientos escénicos fluidos y gestos medidos, creando una atmósfera refinada.
Tézier no es conocido por ser un cantante particularmente "wagneriano" en el sentido de poseer el volumen y la potencia asociada tradicionalmente con los papeles wagnerianos más heroicos. No es un Heldbariton, ni un bajo adecuado para Wotan en sentido tradicional. Sin embargo, su voz de barítono, rica y oscura con un timbre aterciopelado y una gran flexibilidad, funciona excelentemente en ciertos papeles wagnerianos.
De hecho, acaba de publicarse una grabación de “Parsifal” en la que es un buen Amfortas. En los pasajes de “Tannhaüser” o el mal terminado como escena de “Oro del Rhin” y, especialmente, en la Despedida de Wotan de “Walkiria” aportó intensidad dramática y una profunda expresividad. Cerró así la parte oficial dando una lección de canto, aunque para él fuese casi un ensayo wagneriano y tuviese que contar con la ayuda de partitura.
Y llegaron las propinas y ahí un incontestable Verdi y, en nuestro honor, “El caballero de la Mancha” en francés. El delirio.