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Macaco: «Me gustaría ser el cronista de los sentimientos»

La “fusión sin confusión” de Macaco trasciende en su nuevo álbum lo meramente musical al exhibir un catálogo de marcas producidas en unos casos por problemas colectivos y, en otros, por obsesiones y cariños íntimos que exhibe sin pudor, como el de su pareja, la actriz Kira Miró, musa de algunos temas. “Me gustaría ser el cronista de los sentimientos, algunos más colectivos, como en ‘Hijos de un mismo dios’ o ‘Semillas’, y otros más personales, de amor, pero con un toque agridulce y llenos de contradicciones, como ‘Volar’”, explica sobre este corte, dedicado a la intérprete, durante una entrevista celebrada hoy en Madrid.

Su octavo disco de estudio, “Historias tattooadas” (Sony Music), que se publica hoy en España y Latinoamérica, llega tres años después de “El murmullo del fuego”, con el que cerró un ciclo más simbólico dedicado a los cuatro elementos, sin contar el interludio festivo y lleno de invitados de “El vecindario” (2010).

Frente a ellos, esta vez ofrece un tono más reflexivo y, sobre todo, muy personal, como indica el título, una referencia a las historias que han dejado marca en su mente y en su corazón, “pero una marca que indica un principio, no un final”, precisa.

“Todos en algún momento hemos tocado fondo. En mi familia ocurrió hace años. Hay casos más jodidos, por ejemplo cuando hay responsabilidades con hijos, pero incluso entonces se puede aprender qué cosas necesitamos realmente y cuáles nos han impuesto”, expone Daniel Carbonell, alias Macaco, firme defensor de que “las crisis pueden servir para crecer”.

Estructuralmente, se mantienen las ideas sencillas y pegadizas en los estribillos, “a lo Bob Marley o como el Gato Pérez en la rumba catalana”, pero con un trabajo más profundo en las estrofas, consecuencia de sus lecturas recientes y de la publicación en 2012 de su libro de rimas, aforismos y poemas “Amor a lo diminuto”.

Musicalmente, en el estudio de grabación manejó una premisa ambiciosa: la de “una venerable figura de un viejo músico folk aprendiendo de su nieto la pulsión del rock y la rítmica del ‘hip hop’”.

Así, con referentes tan diversos como Bola de Nieve o Kendrick Lamar y de la mano de los productores Jules Bikôkô y Roger Rodés, Ferrero, conjuga melodías más cincuenteras y de habaneras mediterráneas con un punto “rocksteady” con bombos del “hip hop” “old school” y guitarras de “reggae” tocadas como una mandola o el tres cubano.

Además de Kira Miró, que aporta un sorprendente “beatboxing” (producir sonidos de batería y ritmos utilizando la boca, labios, lengua y voz) en “Ratapampam”, las filiaciones personales de “Historias tattoadas” se hacen presentes también en el primer corte, “La huella”, recitado por su madre, la cantante Teresa María, conocida por haber doblado a Julie Andrews y Audrey Hepburn.

“Me dije, ‘Vamos a poner a alguien realmente importante que supera a todas las colaboraciones anteriores’, que es ‘la mamma’, alguien a quien quiero y respeto mucho porque ha sido muy luchadora”, afirma quien en el pasado trabajó con artistas de la talla de Youssou N’Dour, Manolo García, Jorge Drexler o el mismísimo José Saramago.

El sencillo de presentación, “Hijos de un mismo dios”, además de un puente musical con sus composiciones previas, pretende ser “una crónica de nuestro tiempo” y podría haber servido de BSO a la película “Babel” de Alejandro González Iñárritu por su planteamiento narrativo sobre los males globales.

Intentado alejarse del tono “panfletario”, vuelve a estos temas en “Me fui a ser feliz”, dedicado “a todas las personas que se ven obligadas a dejar su tierra”, o en “Semillas”, en el que habla de los alimentos transgénicos, de las farmacéuticas y en el que denuncia acciones como las de la polémica proveedora de productos químicos para la agricultura Monsanto.

“Es muy triste. Ninguna guerra va a tener tanta repercusión como lo que están haciendo ellos con el planeta”, afirma este enamorado de la homeopatía, que presume de llevar siempre en el bolsillo un raíz de jengibre para cuidarse la garganta.