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Marta Sánchez: «No sé si tengo enemigos, creo que no llegan a tanto»

Marta Sánchez: «No sé si tengo enemigos, creo que no llegan a tanto»
Marta Sánchez: «No sé si tengo enemigos, creo que no llegan a tanto»larazon

Aún recuerdo el día que conocí a Marta Sánchez. Corría el año 1989 y yo trabajaba por primera vez en la radio. Marta, como parte de Olé-Olé, llegó al programa «Caliente y Frío» en Radio Intercontinental. Iba acompañada por el desaparecido Juan Tarodo, entonces su novio, además de compañero de grupo. El fenómeno «Sabrina» acababa de destaparse –y nunca mejor dicho– y a Marta, en vez de por la música, la preguntaban por la guerra de delanteras deseables. Ya era rubísima y divina. Aunque yo creo que ahora, tantos años después, su belleza tiene más interés. Sobre todo en estos días en los que llega con un nuevo disco bajo el brazo, «21 días». Con él viene dispuesta a comerse el mundo.

No es mala terapia para tiempos difíciles «Sí, bueno... ‘‘21 días’’ es una de las canciones del disco. El tiempo que estuve en una ruptura, en una casa de Miami. Yo sola ahí. Muy en mí misma y en un dolor que me hizo componer esta canción... El 21 es un número muy atractivo. Los gramos que dicen que pesa el alma, lo que necesita el cuerpo para acostumbrarse o para despedirse de algo. Y en numerología, si sumas los dígitos de 21 da 3, que representa el mundo». Lo cuenta con perspectiva. Habla de aquel dolor que engendró esa canción sabiendo que ya no existe. Hay quien dice que es complicado crear en el dolor. Y hay quien opina que el dolor es el germen de la creación. «Como dice la canción, en las espinas y en los momentos duros es donde realmente uno crece. Porque cuando te sale todo muy bien, te relajas tanto que no estás alerta. Pero cuando luchas por algo y crees en algo es cuando se despiertan todas tus batallas y tus fuerzas se ponen en pie». A Marta se le debe haber despertado todo tras esa lucha. Tanto, que por fin ha conseguido hacer lo que siempre había querido: componer y ser ella misma. Aunque está claro que Daniel (su actual pareja) ha tenido mucho que ver. «Es un regalo haberme encontrado con él y haber podido desarrollar eso que tenía y que muchos músicos habían intentado sacarme sin suerte. Él ha sido el que mejor lo ha hecho». Le digo que no está sola ni un cuarto de hora, que empalma un novio con otro y se ríe, traviesa: «No me lo digas dos veces, que lo de la soltería también mola».

Está de buen humor, radiante. Tanto que hasta se crece cuando habla de la proeza de hacer un disco desde el riesgo, sin discográfica y sin red, en un momento en el que aún la crisis no está superada. «Todavía nos queda tela para rato de dificultades, pero se está empezando a movilizar un poco lo de la música. De hecho, he tenido una acogida impresionante desde el primer día. Las tiendas han pedido más... Estoy muy contenta. No me esperaba que fuese a resultar tan bien». De entre todo lo que ofrece el disco hay un dueto que sobresale. Marta Sánchez une su voz a la de Carlos Rivera y ambos cantan un tema de la intérprete. «La idea fue de Mariola (su representante), porque parece ser que se me dan bien los duetos. Empezamos a buscar chicos y de repente me propusieron a Carlos y me pareció una de las voces más deliciosas que he oído nunca. Y ya cuando le escuché interpretando una canción mía todavía me gustó más su voz. Fue una gozada». Le pregunto si tiene que haber química para mezclar dos voces, si los cantantes deben llevarse bien... «Yo he cantado con gente que ni conocía y no creo que sea necesario tener química. Con Bocelli, por ejemplo, nunca la tuve... Pero bueno, es la química con la voz lo que importa, ¿no? Aunque en el caso con Baute sí hubo mucha entre nosotros, que se vio en el vídeo y en las actuaciones. Nos llevábamos bien químicamente hablando». Mucha química entre ambos cantantes, pero, según Marta Sánchez dijo en una entrevista, no fue una colaboración muy rentable para ella... «Ya sabes, el ying y el yang. Todo en la vida no puede ser. Eso no existe».

Han pasado tantos años desde que empezó en la música y ha cambiado tanto todo, incluida ella, que quiero saber si está satisfecha o cambiaría sus 28 años de vida profesional. «No. A lo mejor algunos fallos, pero la vida ha sido fantástica. Me tocó un don que no todo el mundo posee. Cantar como canto, componer como compongo, y creo que, con haber ayudado a la gente a ser un poquito más feliz con mi música, ya he cumplido». Le recuerdo aquellos días en los que tenía que demostrar que cantaba mejor de lo buenísima que estaba y se ríe: «¡Ay, madre! Si yo buena, lo que se dice buena, nunca he estado... En fin. Pero siempre fui una niña que pisaba fuerte. Eso sí. Con mis inseguridades, que siempre las he tenido pero... ¡Ojalá tuviera ahora la seguridad que tenía con 20 y 30... Ahora soy más insegura». Le digo que probablemente es más insegura porque es más sabia y conoce sus carencias. Algo que ni le preocupaba antes. «Si eso lo da la sabiduría, pues sí. Es una de las realidades de mi vida ahora. Y bueno, hay que sacar otras cosas. Antes en lo físico, pues a lo mejor tenía un poco más de poder o de fuerza, pero eso ya se va acabando y hay que ofrecer otras cosas...».