Miguel Ángel Rodríguez «El Sevilla»: "Los Mojinos me robaron la identidad"
El «showman» muestra la cara menos visible de los artistas en «La vida es rocanrol», que estará hasta el 30 de marzo en el Pequeño Teatro Gran Vía.
El «showman» muestra la cara menos visible de los artistas en «La vida es rocanrol», que estará hasta el 30 de marzo en el Pequeño Teatro Gran Vía.
¿Qué piensa su madre de su estilo? ¿Cómo educa a sus hijos?... Son preguntas a las que contesta Miguel Ángel Rodríguez en su nuevo monólogo, «La vida es rocanrol». Se trata de un show que muestra la cara menos visible de los rockeros. Ésa que no se ve sobre los escenarios, ni en los camerinos. El Sevilla es el archiconocido cantante de los Los Mojinos Escozíos, un grupo que le ha robado su identidad. Desde que en 2015 decidiera dar rienda suelta a su faceta de cómico, ha protagonizado tres espectáculos con los que el público se parte el pecho. En éste se desnuda en cuerpo y alma y confiesa lo duro que resulta vivir siendo un rockero, no por el hecho de ser rockero, sino por el hecho de vivir. Estará hasta el 30 de marzo en el Pequeño Teatro Gran Vía.
–¿La vida es rocanrol?
–Sí, pero el rock and roll no es acostarse a las siete, sino levantarse a esa hora y llevar a los niños en el coche cantando el «veo, veo».
–Pues algunos prefieren el reggaetón...
–Hay gustos para todos, yo lo respeto. Que tus niñas te pongan rap o trap, y aprenderse las canciones que les gustan, también es rock and roll.
–¿A qué huele?
–A veces bastante mal. Parece mentira que niñas con ocho años, con lo finitas y delicadas que son, lleguen a echar en el váter mojones como brazos de gitanos. Por otra parte, no hay nada que sea más rock and roll que un brócoli en estado puro. Si huele mal desde que lo estás cocinando, imagínate cuando se evacúa. El rock and roll está en la vida.
–Vale, pero ¿qué es?
–Desde la ternura de una balada o de un solo de guitarra hasta la brutalidad de una banda encima de un escenario. El rock and roll es el día a día. Lo mejor que me ha pasado ha sido conocer a mi mujer y tener a mis hijas. En este show salgo a un camerino a confesarme y les cuento lo que realmente es el rock and roll.
–¿Es más duro vivir siendo un rockero o un actor?
–Cada uno tiene su profesión. Yo no soy más que el panadero o el fontanero de mi barrio. A veces monto en el autobús y me preguntan qué hago ahí, como si debiera tener un chófer. Esto es un trabajo como otro cualquiera.
–Tenemos una imagen distorsionada.
–Totalmente. La gente se piensa que todos los cantantes vivimos en Miami. Yo vivo en un barrio que antes de la crisis era de clase media-alta y después es de media-baja. Lo difícil no es llegar a ser el número uno de las listas, sino llegar al día 31. Lo difícil no es llenar el Palacio de Deportes, sino la nevera.
–¿Siempre «escozío»?
–Por supuesto. También de tanto trabajar, que eso tiene doble sentido.
–¿Qué le pica?
–Lo mismo que a ti. La política, el fútbol, las notas de mi hija o que mi mujer me haga brócoli cuando yo quería un chuletón.
–¿Y cómo lo alivia?
–Con crema (risas).
–¿Prefiere escribir letras de canciones o monólogos?
–El teatro me gusta, pero no cambiaría a Los Mojinos por nada. Además, si estoy en el teatro es gracias a Los Mojinos.
–¿Dónde pisa más el freno con las letras, frente al folio o sobre el escenario?
–Nunca hacemos las cosas con maldad, aunque haya quien se ofenda por cómo lo escuche. Hay a gente que le fastidian algunos temas. Cada uno tiene su listón. Nosotros jamás hemos hecho apología de la droga, ni nos hemos metido con las religiones... Pero es evidente que cuanto más tiempo llevas en esto más cuidado hay que tener con lo que se hace y dice.
–Miguel Ángel Rodríguez y «El Sevilla», ¿son la misma persona?
–No. Pero cuando Miguel Ángel Rodríguez sale a la calle sabe que es «El Sevilla». Los Mojinos me robaron la identidad, aunque Miguel Ángel Rodríguez está muy orgulloso de ser el cantante de Los Mojinos.
–Como sevillano, ¿qué puede esperarse en Andalucía?
–Abogo por la libertad de expresión y es lo que la gente ha querido. Hay que entender la realidad de Andalucía, donde se puede ser comunista y cofrade. Conozco a muchos que no son de derechas, ni fascistas, e incluso que siempre han sido de izquierdas y que, sin embargo, han votado a Vox. Ha sido un voto de castigo.