Música

Morochos: la música es una cuestión de raíces

El grupo, formado por los hermanos Juan e Ignacio, lanzan "De dónde vengo", álbum que rinde homenaje a las abuelas, la familia o los amigos

Juan (izda.) e Ignacio, hermanos e integrantes de Morochos
Juan (izda.) e Ignacio, hermanos e integrantes de MorochosMorochos

Las abuelas españolas: esas mujeres de rebeca y dobladillo, de segundo, tercer y cuarto plato, de croquetas y de manos suaves y trabajadas. Ellas, por supuesto, se merecen una canción (y muchísimo más). Morochos, que son los hermanos Juan e Ignacio, les han dedicado "Si quieres más hay más". También les cantan a los amigos, a los de siempre, los de confesiones entre cervezas, a los que están "pa' lo bueno y pa' lo malo". Lo hacen en "Gente de verdad", mientras que en "Babas y arañazos" hacen una declaración de amor a los perros, "porque tienen una mirada bondadosa, una autenticidad increíble, que cuesta a veces ver en las personas", explican los gemelos. Todas estas son canciones, dicen, "muy personales, donde contamos nuestra historia, nuestras raíces, aspectos de nuestra vida con los que la gente se pueda sentir identificada". Y las reúnen y publican en "De dónde vengo", álbum con 10 nuevos temas de una banda bautizada, celebran, "como los gemelos del buen rollo".

Morochos lo tienen claro: "Queremos ser un proyecto que trascienda en la historia de la música española". Nada menos. A ambos jóvenes artistas les va soñar, vivir con romanticismo, pero también son analíticos, consecuentes de sus actos y palabras. En conversación con este diario, ya no solo analizan, a raíz del disco, de dónde vienen, sino adónde quieren ir. "Podríamos habernos quedado en el ambiente de chiringuito de Cádiz, pero queríamos hacer un proyecto sólido y trascendente", explican, "queremos hacer canciones buenas, cruzar el charco, ser un grupo referente". Para ello, no dejan que nada se les escape de las manos: "Queremos ser conscientes de todo lo que hacemos, de con quién firmamos, tenerlo todo muy controlado. De hecho, hemos creado una empresa para ello", aseguran.

Ignacio (izda.) y Juan, integrantes de Morochos
Ignacio (izda.) y Juan, integrantes de MorochosMorochos

Avanzar y desarrollarse en el mundo de la música conlleva relacionarse con su industria, tan gigante y variada. Morochos confiesan, en este sentido, que "nos hemos encontrado con varias piedras gordas, pero eso nos hace aprender mucho". Son conscientes de que "nos ven como un producto, no dejamos de ser un número". Y precisamente ante esta despersonalización del artista, tanto Juan como Ignacio se prefieren férreos defensores de la importancia de la honestidad: "Es importante encontrar a gente que le guste tu proyecto y que lo defienda como suyo, y creo que hemos conseguido un equipo que es así".

Método de sanación

Morochos suenan a mezcla, a fusión, a convergencia de estilos, y no es casualidad. "Venimos de dos países diferentes. Nuestra madre es de Venezuela, de Caracas. Y nuestro padre de Madrid. Somos esas ramas española y caribeña", definen. Por tanto, y dado que su madre estudió flamenco en Sevilla, desde muy pequeños han escuchado en la radio de casa "a Paco de Lucía, a Camarón, a Jorge Drexler, a Mercedes Sosa o a Caetano Veloso", recuerdan. Una mezcla de géneros "que intentamos plasmar en nuestras canciones".

Son, por tanto, la combinación perfecta entre la tortilla de patatas y de las arepas con queso. Pero, sobre todo, el resultado son el resultado de sus vivencias, y entre ellas destaca Música en Vena: fundaron esta ONG junto a sus padres hace 15 años, "y estuvimos 9 años trabajando en ella". Recuerdan cómo un viernes dejaban de salir con sus amigos par a "ir a cantar al ala de psiquiatría del Gregorio Marañón, o al Niño Jesús con chavales que entonces tenían nuestra edad, unos 15 o 16 años". Ese fue el primer contacto de Morochos con la música, una experiencia que les dotó "de una perspectiva diferente de este mundo. La música es un método de sanación, un transformador de emociones, un vehículo que te lleva irremediablemente a sentirte mejor", concluyen.