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Óscar Mulero: «Mi música hace viajar sin palabras»

Óscar Mulero / Disc-jockey. Uno de los DJ y productores pioneros de España presenta un álbum doble, «Muscle & Mind», y afronta un verano lleno de actuaciones

Óscar Mulero. Disc-jockey
Óscar Mulero. Disc-jockeylarazon

Llegó a Madrid a mediados de los 80 como aficionado al post -punk, y consumidor compulsivo de una oleada de artistas que iban de The Cure y Joy Division a The Smiths, pero en esos años algo se estaba cociendo en los sótanos de algunos clubes de la capital. Óscar Mulero asistió a la llegada a España de la Electronic Body Music, con grupos como Cabaret Voltaire, y Front 242, que estaban enganchando a una generación de artistas que, en un proceso de decantación colectiva, obtuvieron la versión española de la música electrónica, un movimiento que tiene algo de secta y algo de mística. Ahora acaba de editar «Muscle & Mind», un disco doble con un sonido apabullante, y entre sus próximas actuaciones, la gira le llevará por Alemania, Suiza, Italia y Holanda, y también por Barcelona (15 de mayo), Gijón (16 de mayo), el 4Every1 Festival (27 de junio, Madrid) y el Weekend Beach Festival (8 de julio, Málaga).

–Publica un disco denso.

–Buscaba dar un paso más en el aspecto técnico. El proceso de mezcla lo hice en Madrid, desmontando los temas pista por pista y volviéndolos a armar en un estudio con una mesa que se utiliza para pop, porque quería un sonido amplio, con calidad y amplitud. Casi todas las canciones tratan de utilizar el menor número de elementos y sacarles el máximo partido.

–Trabajó con dos conceptos, el de músculo y el de mente.

–Tiene que ver con la dualidad a la que apela la música, que tiene una parte física y de baile –hay algunos cortes del disco orientados a eso–, y otro lado más conceptual o más intimista, para lo que hay temas compuestos sin apenas «beats» y más con «drones» y atmósferas para dar la sensación de viaje y de intriga.

–La electrónica ya suena a tecnología de la NASA. Habla de «drones»...

–Es el argot, un poco específico, para crear sensación de intriga y de inquietud. La tónica del disco es el contraste entre el «beat» y la atmósfesra.

–¿Por qué esas dos caras?

–Para los trabajos largos me gusta el concepto. No suelo hacerlo con los doce pulgadas, que son material para el club, pero para un disco hay que darle otro peso.

–Contar una historia.

–Exacto, porque no somos cantantes ni jugamos con letras, pero mi música puede hacerte llegar a determinado lugar sin ellas. Y por eso el concepto, para que tenga su sentido. Trabajo mucho para hacer temas y que tengan un concepto.

–¿Compone con imágenes o paisajes?

–No tanto, pero lo visual va encajando después, con el arte final; cuando tengo la lista de títulos, termino de darle una forma. En este caso, se nos ocurrió ilustrar el álbum con imágenes de los libros antiguos de anatomía.

–¿Diría que es un trabajo oscuro?

–Creo que tiene matices de oscuridad, sí, porque vengo de la escena del afterpunk de los 80 y esas influencias me han marcado. Luego hay contraste con las ilustraciones en fondo blanco, que es el mismo color del vinilo.

–El primer corte arranca con una aguja leyendo la suciedad de un disco de vinilo, ¿es una declaración de intenciones de pertenencia a la vieja escuela?

–(Risas) Puede ser, no lo había pensado así. Lo elegí porque aporta calidez y yo quería un sonido texturizado que te traslada a ese mundo un poco antiguo.

–¿Qué opina de los DJ superestrellas y millonarios?

–Son mundos completamente distintos. La electrónica se ha comercializado y se ha hecho algo muy grande, pero, artísticamente, esos nombres famosos se pueden comparar con lo que Lady Gaga es al pop. Yo me considero en un mundo totalmente aparte, que tiene otro circuito, otro tratamiento, y otra historia que consiste en hacer una aportación a la escena de la que venimos. Cuanto más se comercialice, más nos meteremos nosotros en nuestro gueto y seguiremos haciendo más por lo nuestro. Son caminos separados totalmente.

–¿En el gueto tampoco se está tan mal?

–No, de hecho es mi hábitat, mi contexto y donde estoy a gusto. Estoy a gusto en un club en el que haga mucho calor, haya poca luz y 400 personas que sepan lo que estoy haciendo. He crecido en clubes, amo los clubes y es donde me gusta tocar.

–¿Qué emociones se sienten allí?

–La cercanía con el público, el contacto visual, la relación inmediata.

–¿De verdad lo siente desde la cabina?

–Por supuesto que se siente. Es una relación un poco abstracta, pero existe. Me gusta ir a un club una hora antes de mi sesión y ver lo que está pasando.

–Ni siquiera un músico de rock escucha el concierto anterior.

–No sé cuál es su forma de actuar, pero en mi caso es muy definitivo, me gusta tener en cuenta al artista anterior.

–¿Qué siente la gente que va a una sesión suya?

–Imagino que los más jóvenes van a lo físico, del baile, pero la gente de mi quinta prefiere que experimentes y ellos entienden mejor el concepto de viaje, extraen más un resultado global.

–Se dice que los clubes de baile de Chicago y Detroit eran «los gimnasios del erotismo».

–(Risas) Me gusta la definición pero yo no me siento muy identificado, porque en España los clubes son menos punks en ese sentido. Depende del sitio adonde vas. En Los Ángeles o San Francisco la gente sí que está en ese rollo. Hoy, la gente va a escuchar una sesión porque le interesa lo que se está haciendo allí, no para enseñar la ropa que te has comprado.

–¿Se llega a conocer a las ciudades por su público?

–Claro que hay diferencias culturales, aunque en el mundo de la electrónica no hay tantas fronteras, las emociones son muy universales.

–Para algunos, la electrónica es como un arte abstracto.

–Lo cierto es que hay una intención, y como en todos los estilos, tú decides si tocar teclas blancas o negras y utilizar determinado sonido. Es tan música como cualquier otra. Hay gente a quien le produce rechazo, pero existe una intención y se consigue transmitir emociones.

–¿Nunca ha pensado en hacer algo más comercial?

–La verdad es que no. Sería el momento de dejarlo y dedicarme a otra cosa. Hay épocas en las que eres más o menos popular, pero la clave es mantener una línea y ser fiel a ti mismo.

–¿Qué hace falta para ser buen DJ?

–Creo que una combinación que incluya un mínimo de técnica, una identidad musical, y creer en ello. Y disfrutar.

–¿Y cuál es su técnica?

–Pues estuve un tiempo con el ordenador y he vuelto al método manual. No al vinilo, porque es complicado, pero sí a los CD, que es lo más parecido.

–David Guetta pincha con USB.

–Para mí eso no es un problema. Lo que cuenta es transmitir. Si no consigues transmitir, me da igual el método que utilices, es mejor que te quedes en casa.

–¿«Mens sana in corpore sano»?

–Por supuesto, tocar durante cuatro horas exige buena forma física.