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Entrevista
Plácido Domingo: "Me sorprende lo que he podido hacer en estos últimos cuatro años"
El tenor habla con LA RAZÓN después de su paso por España sobre sus sensaciones como cantante con 84 años ya cumplidos

Es una de las figuras indiscutibles de la lírica española de todos los tiempos. Plácido Domingo ha vivido una etapa turbulenta en los últimos años, de la que parece haber salido con una energía inusitada, a sus 84 años. Su agenda le lleva a Sofía (Bulgaria) el 29 de agosto, con José Carreras y Sonya Yoncheva, Polonia (Cracovia) el 2 de septiembre; Bangkok, el 23 de septiembre y el homenaje a su gran amigo Pavarotti en Verona, el 30 de septiembre, entre otras fechas.
Tiene un motor inoxidable. ¿Cómo se encuentra y cómo se cuida para que no se vislumbre un retiro de los escenarios?
El tiempo pasa… miro atrás y me sorprendo de las cosas bonitas que he podido hacer. Sobre todo me sorprende lo que he podido hacer en estos últimos cuatro años. Nunca podría haberlo imaginado, por esto lo percibo como un don. Cuando eres joven, te gustaría que «hoy» ya fuera «mañana» y casi no disfrutas todo lo bonito del momento que estás viviendo. Pero con los años empiezas a ser filósofo. Así es que intento disfrutar de cada momento plenamente, pero siempre sin dejar de soñar en proyectos futuros. Los sueños y el entusiasmo son el combustible para el «motor» de mi coche… un «coche clásico» pero que feliz sigue marchando.
La zarzuela está de moda. ¿Qué momento vive nuestro patrimonio operístico?
El calor y el cariño del público escuchando zarzuela es algo que me emociona profundamente. Creo que estamos en una época en la que la zarzuela está floreciendo una vez más. Quiero ser un promotor de jóvenes cantantes de nuestro genero a través del Centro de Perfeccionamiento en zarzuela que estoy creando, dedicado a la memoria de mis padres.
Ha llevado este género a diversos teatros del mundo. Como embajador mundial de nuestra cultura, ¿qué mensaje trata de transmitir?
Estas fueron las primeras melodías que escuché en mi vida. Espero que cada vez más cantantes españoles de ópera sean fascinados por nuestro género, para que lo sigan llevando a todas las latitudes del mundo. Quisiera lograr que llegase a ser internacional, como la ópera. Esto he hecho a lo largo de los años y es un orgullo pensar que antologías de Zarzuela han resonado en lugares como el Choregie d’Oranges y la Arena di Verona o en templos absolutos de la Ópera como la Ópera de Viena, el Festival de Salzburgo y la Scala. Hay páginas de una belleza sorprendente. Esto significa promover nuestra cultura y hacer que nuestros jóvenes y todo el mundo disfruten de este género y su alteza. En la Zarzuela hay vida, están nuestras raíces, están las atmósferas que se respiran en los diferentes rincones de España. Espero que llegue a ocupar el lugar que se merece.
Se educó en la zarzuela. ¿Cómo le influyeron sus padres?
Me dieron una vida doble, la vida y la música. Me transmitieron valores que llevo dentro desde niño, así como la pasión por la Zarzuela. Ellos tenían dos espectáculos todos los días y tres los domingos y luego les tocaba ensayar las representaciones del día siguiente. Siempre lo he pensado: difícilmente han existido artistas que hayan trabajado tanto como ellos, y sobre todo con la responsabilidad de dirigir su compañía. Los admiraba por ello.
Hablando de memoria y tradición, ¿cómo le gustaría que resonara su nombre?
A través de la música he tratado, por más de medio siglo, de emocionar a la gente.
España trata de controlar a la IA con un Estatuto del Artista, al parecer, a punto de llegar. ¿Cómo recibe estas nuevas tecnologías y qué opina sobre la nueva realidad del creador y del consumo cultural?
Garantizar las condiciones laborales de todos los profesionales que trabajan en el mundo de la cultura es necesario. Nuestro trabajo es imprescindible pero impredecible a la vez... Es importante dar seguridad a quienes eligen este camino como profesión y garantizar este trabajo significa promover la cultura. Para la IA confieso que no soy un experto. Creo en el progreso porque puede hacernos vivir mejor, pero todo depende de cómo se utiliza, de la conciencia del hombre.
¿Falta apoyo gubernamental hacia la cultura?
Lo que debe cambiar en general es la visión de la cultura. Imaginamos este sector como un conjunto de valores inmateriales o como obras de arte que se pueden admirar en museos o en las calles, pero la cultura es mucho más. No debemos pensar en la cultura como un costo; dar a los jóvenes una educación artística, hacerlos conscientes de la belleza, los convertirá en grandes «consumidores» de actividades culturales, además de ayudarlos en la vida, porque serán más conscientes y menos condicionados.
¿Está al tanto entre la batalla musical entre reguetoneros, traperos y otras tendencias?
Cuando estoy en casa nunca escucho música. Estoy rodeado de ella toda la vida y aprecio la calma y el silencio. No tengo mucha experiencia de los nuevos géneros, pero hay público para todo. Si me preguntas sobre las canciones pop que han hecho historia, por supuesto que me encantan, porque son parte de nuestra cultura y de nuestra vida. He tenido el privilegio de conocer y trabajar con artistas populares, amigos como Julio Iglesias, Diana Ross, Paloma San Basilio, Charles Aznavour y por supuesto, ¡John Denver! Me hubiera encantado trabajar con muchos otros.
¿Qué música escuchaba usted cuando en su juventud salía a bailar?
Cuando salíamos a bailar Marta y yo, escuchamos muchos boleros en la Ciudad de México en Club Zacarandas… especialmente «Siboney» de Ernesto Leucona.
Se percibe mucha crispación en España y en el resto del mundo, ¿le gusta la España de hoy o siente melancolía por otros momentos?
Me encanta pasear por las calles de Madrid, hablar con gente que se me acerca y me saluda. Aunque viajo muchísimo, visitar España siempre me encanta. Soy una persona muy optimista pero hoy percibo grandes tensiones en todo el mundo. Creo que es importante vivir el presente, conscientes del pasado. La verdad es que cada época tiene momentos de alegría y momentos de tensión. Vivir de recuerdos y melancolía significa no vivir.
En tiempos de crisis, son muchos los artistas que condenan públicamente las guerras y barbaries, mientras que otros prefieren mantenerse en silencio. ¿Cree que al ser un personaje influyente debe opinar sobre estas tragedias? ¿Cómo ve el mundo en este sentido?
Mi opinión no sirve ni va a cambiar nada. Lo que cuenta son los seres humanos y sobre todo los niños que sufren y que mueren todavía hoy, en 2025. Escuchamos las noticias, pero nos hemos vuelto sordos al dolor. Opinar sobre estas tragedias, o tomar partido, ¿de qué sirve? Solo fomenta más división y genera más odio. En 1962…, Marta y yo, recién casados, estuvimos dos años y medio en Israel, cantando en la Opera Nacional de Israel en Tel Aviv. Entonces todo estaba relativamente en paz…y los domingos íbamos a escuchar misa en una iglesia católica a las afueras de Tel Aviv. También he cantado en Rusia muchas veces, por primera vez durante la gira del Teatro alla Scala en Moscú en los años 70. También he tenido el privilegio de cantar en Ucrania ante un público muy entusiasta. No puedes imaginar cuántos amigos y colegas he tenido y tengo en todos estos países y de todas las religiones. Mi concurso Operalia siempre ha acogido a cantantes de todo el mundo, porque la música es un lenguaje universal. Nada puede reemplazar la diplomacia y la mediación política, pero estoy convencido que la música pueda abrir puertas, hacer que las diferencias entre las personas sean menos radicales y crear un ambiente más adecuado para el diálogo.
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