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Señor de la batuta

La Razón

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Y, por fin, lo que parecía destinado al «pudo ser», se transformó en «es».
Temporada de la OCNE
Obras de Strauss, Weber, Brahms y Bruckner. Intérpretes: Anne Schwanewilms (soprano), Víctor Ánchel (oboe). Orquesta Nacional de España. Dirección: David Afkham. Auditorio Nacional de Música, Madrid, 24-V- 2013.
Y, por fin, lo que parecía destinado al «pudo ser», se transformó en «es». Hace unos cuantos meses, Josep Pons –todavía titular– y Ramón Puchades –entonces director técnico– se disponían a presentar en rueda de prensa a David Afkham (Friburgo, 1983), 20 años en el 2012, 30 ahora, como nuevo titular de la Orquesta Nacional. Pero el Ministerio de Cultura tiró por tierra la operación. Argumento: no estaban los tiempos para contratar artistas. Pero rectificar es de sabios, y Félix Alcáraz –el nuevo responsable de la ONE–y Miguel Ángel Recio, director general del INAEM, han sabido retomar una situación que ya se daba por perdida. Afkham ha venido tres veces a dirigir a la Nacional en esta campaña. Volverá la venidera para un solo programa, pero ya lo hará como director musical de un conjunto con el que trabajará a pleno rendimiento desde la temporada 2014/15. Se ha perdido un tiempo y alguna batalla, sí, pero finalmente se ha ganado la guerra. Se habló, y mucho, de Afkhan como suceso de Dudamel en Gotemburgo, pero el joven germano de origen persa se quedará en Madrid, y de ahí a donde quiera, porque es un artista excepcional. Los profesores de la ONE le adoran, hablan maravillas. En su familia todos son músicos: las hermanas, Myriam y Dinaz, son violinistas, el hermano, Mischa, es viola en la Filarmónica de Berlín, Rosemarie, la madre, es soprano; y él es pianista, además de director.
¿Sus poderes, en estas dos últimas semanas? Dos acompañamientos de fábula en obras del Richard Strauss final, el «Concierto para oboe» con Víctor Ánchel, soberbio solista de la propia Nacional, y los sobrecogedores «4 últimos Lieder» con la soprano germana Anne Schwanewilms (Gelsenkirchen, 1967), que cantó la obra con grandeza y emotividad, pese a problemas de salud, no tan serios como los que le hicieron quedarse sin voz en esta misma pieza el año pasado, en los Proms londinenses; una «Segunda» de Brahms que entusiasmó al público el primer fin de semana y una «Séptima» de Bruckner de gran maestro en el segundo, pero cargada además de fuerza, impacto y hasta cierta iracundia en las secciones extremas del Scherzo. La Nacional sonó admirable, y es que sus actuales primeros atriles son un lujo: el citado Ánchel, pero también Manuel Blanco en la trompeta hace tres semanas, Juanjo Guillém hace cuatro en el temible «Concierto para percusión» de Cerha, Juana Guillém el mes pasado en el «Concierto de flauta» de Nielsen o Pérez Piquer al clarinete en marzo interpretando a Benstein. La ONE pasa por una de sus mejores épocas, y cuando un Afkham, por ejemplo, se pone delante del conjunto, la orquesta echa chispas. Este óptimo vasallo se merecía un gran señor.

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