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Opinión
En solfa: El final del verano llegó…
En agosto hubo otro tipo de pérdidas: las de aquellos que se fueron, esperemos que a un mundo mejor, y que han dejado un vacío en nuestros corazones

Sí, llegó con un con un calor insufrible, seguido de lluvia y un frío tampoco habitual, que permitió apagar los devastadores incendios sufridos en agosto. En agosto también hubo otro tipo de pérdidas: las de aquellos que se fueron, esperemos que a un mundo mejor, y que han dejado un vacío en nuestros corazones. Les acompaño, mis lectores, en sus propias pérdidas y les comparto dos mías, que posiblemente también lo son para algunos de ustedes.
Se nos fue Manuel de la Calva, el más bajito del Dúo Dinámico, un dúo que junto a otros artistas, como Paul Anka, hicieron que un niño de once años se aficionase a la música. Eran años de radio y, a través de ella, conoció y cantó “Quince años tiene mi amor”. Luego, llegaron “Balada gitana”, “Perdóname”, “Esos ojitos negros”, “Como ayer”, “El final del verano” y muchas otras. Escribió, muy acertadamente, mi querido amigo Ignacio Camacho que “Ellos tomaron elementos de aquí y de allá, picotearon el jazz, el twist, las baladas latinas y muchas otras cosas hasta dar con una línea propia que los llevó a la gloria. Ese estilo fue para un par de generaciones una especie de tendencia sociológica”. También llegó el “La,la,la” y, en 1988, ese “Resistiré” que años después resucitó Almodóvar y que luego se transformaría en himno de la pandemia, pero, bastantes años antes, yo ya había descubierto a Mina, Ornella Vanoni, Iva Zanichi y otras grandes voces italianas que me impulsaron a entrar en la ópera. Sí, la música clásica, pero el inicio de la afición nació con Manuel de la Calva y Ramón Arcusa y no puedo menos que agradecérselo.
En agosto también se nos fue Pedro González Mira, uno de los críticos más serios y solventes de nuestro mundo musical y, además, un buen amigo. Llevaba mucho tiempo luchando con la enfermedad pero, aún sabiendo que no tenía solución, no esperábamos todavía el desenlace. Fue durante 17 años redactor-jefe de la revista “Ritmo” y, después, durante 15, colaborador de Beckmesser.com. Enciclopédico, gran melómano y apasionado por los discos, dejó constancia de su sabiduría musical, de su rigor y precisión, así como de su buena pluma para comunicaren sus miles de artículos y los bien escritos libros que publicó a lo largo de su larga carrera. También de su gran valor como persona. Como ha escrito Justo Romero, una de las personas más admirables y nobles del variopinto patio que poblamos y conformamos los escribidores de música.
Hasta pronto, estimado Manuel y querido Pedro, uno a uno os vais yendo todos, y eso también nos hace sentir aún más próximos a vosotros a los pocos que vamos quedando capaces de inventar o contar lo que ha sido la música clásica desde mediados del siglo pasado
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