Conciertos

Sr. Chinarro, diario de un caballero normal

Antonio Luque (tercero por la izquierda), con su banda habitual, Roberto Jordi Gil, Pablo Cabra y Javi Vega, forman Sr. Chinarro
Antonio Luque (tercero por la izquierda), con su banda habitual, Roberto Jordi Gil, Pablo Cabra y Javi Vega, forman Sr. Chinarrolarazon

Antonio Luque publica «Perspectiva caballera», un trabajo que le devuelve a sus mejores tiempos compositivos

Que si es lo mejor del nuevo Chinarro, que si es el antiguo Luque por los derroteros de «Quiromántico», que si «Presidente» le hizo un hueco en el gran público y luego «Enhorabuena a los cuatro» no estuvo a la altura... Hay un debate permanente en torno a la obra de Antonio Luque (Sr. Chinarro), un músico –o mejor dicho, un escritor de canciones– que siempre genera discusiones entre su público, que nunca llegó a ser tan de masas como merecía y se quedó en lo que él define como la «medianía indie». Esa audiencia estaba esperando la llegada de «Perspectiva caballera», un disco autoeditado y que le devuelve a los tiempos más brillantes de su discografía. Algo más oscuro en la lírica, igual de críptico, pero en lo musical, brillante. Confiando en reunir a su público de siempre, el que se sumó después, y al nuevo, el próximo 27 presenta este trabajo en Madrid.

«Ojalá pueda gustarle a todo el mundo, porque pienso que he vuelto a hacer las canciones de una manera despreocupada, como al principio. No es que las escribiera por encargo después, pero he vuelto a trabajar sin pensar para quién. Eso sí, sin olvidar lo que aprendí. Sin hacer chaladuras aunque sin expectativas de nada», dice Luque, que ha fundado, para editar su trabajo, la discográfica Vil Estructura de Establishment y Marketing, Marketing, Marketing (VEEMMM), robando las siglas a un estribillo de Vainica Doble. «Me siento orgulloso de haber podido sacar adelante la cuestión administrativa, que no sabía si iba a ser capaz. Ten en cuenta que, hasta hace cuatro años, no era ni siquiera miembro de la AIE –Asociación de Intérpretes y Ejecutantes, entidad de gestión de derechos de autor–, que recaudaba dinero en nombre de Sr. Chinarro. Siempre he prestado poca atención a ese tipo de cosas, pero es que cada uno tiene que reclamarlas. Me parece muy bien que existan estas entidades, yo no estoy en contra. Aunque si eres tonto y no te apuntas, ése es tu problema. Es la manera de ser de los artistas, que mientras tengan un camerino surtidito, un aplauso y algunas chicas rondando... pues viven. Pero en el fondo es como con tus impuestos: tú los pagas, pero no reclamas que hagan otro parque, que te arreglen el barrio o que reformen el colegio. Te quedas en casa bebiendo cerveza. Y ellos cogen el dinero y se lo gastan en lo que ya sabemos todos. Claro, porque nadie lo reclama. Todo el mundo se queda contento con sus pequeños hurtitos», dice Luque, un músico que tiene radar para evitar los lugares comunes.

¿Para qué sirve un máster?

Resulta curioso que se sienta más libre creativamente ahora que es su propio empresario. «Bueno, pero con pocas ambiciones. Con recuperar lo invertido y vivir... Aunque tienes razón en que, después de muchos años, he vuelto al ‘‘indie’’ más radical, ahora yo soy mi propio ‘‘acuarelo’’ (dice en referencia a su primera discográfica, Acuarela). Además, tengo unas costumbres más saludables, ahorro más. Bueno, y tengo otra cosa, soy propietario de mis master, que es como tener un poder totalmente inútil. ¿Para qué sirve un master? Bueno, antes ni siquiera era propietario de mis canciones y ahora sí, pero como nunca van a ser un éxito mundial, tampoco es ninguna diferencia. Es como tener un billete de lotería. Imagínate que un día toca...». Chinarro acaba de dejar Mushroom Pillow. «Son amigos, aunque creo que esperaban de mí algo que ni yo mismo creía que fuera a conseguir, alguien que atrayera a más gente. Incluso ellos me ofrecieron grabar en Texas (EE UU) con los músicos de Bill Callahan, que me encanta... pero fui yo el que no lo vio claro», explica. Las canciones de este disco remiten directamente a «El mundo según», sus mejores tiempos. «Sí, es mi perspectiva de lo que está pasando y lo que me está pasando. Sin decirlo claro, porque hay canciones escritas en duermevela. Por razones personales tenía que viajar temprano. Y cuando estás despierto antes del amanecer funciona una parte ignota de tu cerebro, una región brumosa que actúa de manera diferente. Si intentas escribir después de comerte un cocido a las cuatro de la tarde, funciona otra distinta».