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Todos los Pavarotti

Su viuda, Nicoletta Mantovani, presenta el álbum en Madrid

Nicoletta Mantovani, ayer en Madrid
Nicoletta Mantovani, ayer en Madridlarazon

Fueron once años los que compartieron, hasta que, en 2007, un cáncer de páncreas se llevó a una de las principales voces de la historia de la ópera. Hoy, seis años después de convertirse en la viuda de Luciano Pavarotti, Nicoletta Mantovani sigue promocionando la memoria del tenor de Módena. Ayer visitó Madrid para hablar de «Pavarotti. The 50 Greatest Tracks» (Decca), un álbum que sale a la venta con dos CD bien diferenciados. El primero es pura ópera, con arias de «Turandot», «La Bohème», «Rigoletto», «Manon Lescaut», «La Traviata»... así hasta 26 pistas, con papeles que hicieron famoso a Pavarotti, y al revés, con arias que el tenor popularizó, como «Nessun Dorma», la primera pista del álbum: «Es seguramente el aria que era el símbolo de Luciano. Está vinculada a algo que nada tiene que ver con la ópera: el fútbol, su otra gran pasión. El deporte y la música son las únicas cosas comunes a todo el mundo. Cuando cantó ''Nessun Dorma'' en el Mundial de 1990, la volvió enormemente popular. Y después, con los Tres Tenores, más aún. Es una especie de marca de Luciano», cuenta la que fue primero secretaria del tenor y, más tarde, su esposa.

El segundo CD responde perfectamente a esa dualidad que siempre le caracterizó: el Pavarotti del pueblo frente al de la música culta, el hombre que acercó la lírica a las calles en forma de canciones populares y tradicionales y el que la combinó con el rock y el pop: ahí están «O Sole mio», «Funiculì, Funiculà», «Torna a Surriento», «Santa Lucia» y «Granada», así como temas que cantó junto a Sting, Eric Clapton y Stevie Wonder. Y, cómo no, el «My Way» junto a Sinatra y el «Miss Sarajevo», con Brian Eno, Bono y The Edge. «Este disco resume la personalidad de Pavarotti», reconoce Mantovani. «Para Luciano, fue siempre muy importante hacer llegar la ópera a todos. Él quería que se superaran esas barreras, porque antiguamente la ópera se veía como la música pop de entonces, incluso se escuchaba por las calles. No era algo ligado sólo al teatro, ni para una especie de club de gente culta. Era un género para todos. Él estaba convencido de que si había mucha gente que no escucahaba ópera era por miedo a lo desconocido, pero que casi siempre, una vez que se animaban, la entendían y les gustaba. Pavarotti realizó una contribución enorme a este arte. De hecho, con él nació el género de los "crossover"». Algo que no siempre gustó a todos los expertos y aficionados: «Fue muy criticado en vida. Basta con ver lo que se publicó. Se escribieron de él cosas tremendas. Pero, como todo precursor, quizá sin saberlo, él sentía que tenía que seguir su propio camino. Escuchaba las críticas cuando sentía que contenían algo constructivo, algo que le ayudara a mejorar. Pero tenía facilidad para olvidar las destructivas. Su fuerza era la del que sabe que está haciendo lo correcto».

De Pavarotti, quienes no le conocimos, tenemos una imagen explosiva, la de un tipo enorme y jovial, siempre risueño. Mantovani confirma esa impresión: «Era una persona muy normal y orgullosa de sus orígenes campesinos. Amaba la tierra y valores como la amistad y la familia. Y era muy positivo. De pequeño estuvo en coma por una enfermedad y, cuando despertó, comprendió que la vida no esperaba y no perdía el tiempo con pensamientos negativos. Siempre trataba de buscar el lado positivo de la gente. Y además era una persona extremadamente alegre. Transmitía esa alegría, pero también serenidad. Es posible que eso afectara positivamente a su carrera, porque sus ojos transmitían una alegría, una luz, que parecían abrazar al público. Amaba a la gente».

El detalle

UNA GENERACIÓN DE MONSTRUOS

Cuenta Mantovani de Pavarotti que nunca se consideró el más grande: «Para él era importante pensar: ''Mañana lo puedo hacer mejor''. Ése fue siempre el motor de su carrera. Sentía un enorme respeto por sus colegas». Y añade una reflexión: «No creo que en este momento haya jóvenes comparables a Luciano, ni a los grandes de su momento, como Plácido, o los del pasado, como Di Stefano o Corelli. Se puede analizar: hoy no hay competición. Cuando Luciano o Domingo empezaron, triunfar era dificilísimo porque les precedían monstruos consagrados: salir adelante era como escalar una montaña. Todo esfuerzo era poco». No como en la actualidad, que «se puede ser famoso en una noche. Faltan voluntad y preparación».