Sao Paulo

Toquinho: «De jubilarme, nada; para mí, la vida empieza hoy»

El 19 de julio, en concierto único, el cantante y Maria Creuza estarán en el Teatro Circo Price de Madrid para recordar canciones del mítico álbum «Vinicius de Moraes en La Fusa» y dando un repaso a lo mejor de sus grandes carreras.

Antonio Bondeolli, Toquinho (Sao Paulo, 1946), trae a España un repertorio legendario
Antonio Bondeolli, Toquinho (Sao Paulo, 1946), trae a España un repertorio legendariolarazon

El 19 de julio, en concierto único, el cantante y Maria Creuza estarán en el Teatro Circo Price de Madrid para recordar canciones del mítico álbum «Vinicius de Moraes en La Fusa» y dando un repaso a lo mejor de sus grandes carreras.

Antonio Bondeolli Pecci Filho, Toquinho, (Sao Paulo, 6 de julio de 1946) la música le vino de sus padres. A los catorce años comenzó con la guitarra. Con veinte grabó su primer disco y en Italia colaboró un tiempo con Chico Buarque, pero lo que cambió de forma determinante su carrera musical fue su relación con Vinicius de Moraes, que lo invitó a unirse a él como guitarrista en Argentina y a tocar en 1970 en el mítico café concierto La Fusa de Buenos Aires junto a María Creuza. Una relación fructífera que tuvo como resultado un disco ya histórico con canciones como «A felicidade», «Garota de Ipanema» o «Que Maravilha». El día 19, Toquinho y Maria Creuza darán un único recital en el Teatro Price de Madrid, donde, además de cantarlas, harán un repaso a sus respectivas carreras dentro de la música popular brasileña. «Mi encuentro hace 47 años con el poeta Vinicius de Moraes fue el inicio de un trabajo de casi once. Yo tenía 22 y él me llamó junto a una cantante nueva de Bahía, María Creuza». De aquel espectáculo salió ‘‘Vinicius de Moraes en La Fusa’’, un disco registrado de una forma casi irresponsable, con carencias técnicas, que aún sigue en catálogo, sorprendentemente, a pesar de sus imperfecciones. Quizá por eso gusta a la gente, es verdadero y natural», explica.

«María y yo no solemos trabajar juntos, pero nos siguen llamando para hacer espectáculos sobre ese carismático álbum», dice Toquinho. Quizá el más editado de la música brasileña. «Tras casi 50 años, me sorprende muchísimo. Lo oigo y me pregunto, ¿por qué tanto carisma? Y la única respuesta que veo es la simplicidad, la manera como se hizo, casi como un juego, pero tiene mucha verdad y eso gusta a la gente». Para Toquinho, fue su verdadero lanzamiento. «Antes había poco. Había empezado mi carrera años atrás con Chico Buarque en Italia. A partir de La Fusa hicimos juntos 120 canciones, 25 álbumes y más de 1.000 conciertos por Brasil, Europa y América. Fue uno de los más grandes poetas de la música brasileña y de la lengua portuguesa y un personaje de gran importancia en la bossa nova. Yo no la hago, pero soy hijo de ella y, de alguna forma, está en todos los de mi generación. Quizá subliminalmente, pero está». ¿Y cómo encaja su atmósfera de tristeza, de «saudade», con el espíritu alegre brasileiro? «Chico Buarque dice una frase que lo explica: “La bossa brasileña tiene una tristeza alegre y una alegría triste”. Brasil es un país más alegre que triste. Tiene sus problemas, pero en su arte es alegre. El brasileño vive con la música en su vida de forma armoniosa, disfruta de los encuentros cantando y bailando samba, improvisando, divirtiéndose. Se toma la música de forma coloquial y alegre, no dramática».

Un intelectual humilde

Su relación con Vinicius fue importante: «Fuimos como un matrimonio, pero sin sexo (¡ja, ja...!). Lo conocí bien, vivíamos a veces en la misma casa, íbamos juntos a todas partes. Un personaje de gran sensibilidad, de un nivel poético altísimo. Un intelectual que nunca mostraba su cultura de forma pretenciosa ni pedante, era humilde». Sin embargo, no siente nostalgia de aquellos tiempos. «No soy nostálgico. Para mí los tiempos buenos son estos. Prefiero decir: “Yo no vivo en el pasado, el pasado vive en mí”. Vivir de la nostalgia es retrógrado. El pasado está dentro para mejorar el presente, para agregar experiencia, sólo así es saludable». Otro aspecto heredado de él fue su activismo con los niños. «Fue un gran regalo. A pesar de doblarme la edad, era mucho más joven que yo. Tomó partido por los jóvenes. Yo nunca pensé hacer canciones para niños pero él me enseñó a escribir para ellos». «Acuarela» es resultado de eso. «Una canción especial conocida en todo el mundo quizá por su forma lúdica». Y es que para Toquinho, hay temas que nacen con magia. «No vale que un autor intente imponer un carisma a la canción, ella tiene vida propia, personalidad».

¿Está embarcado en algún proyecto nuevo? «Siempre tengo varios en marcha. La vida empieza hoy para mí. Acabé un DVD y estoy en un nuevo disco. Ya tengo once canciones listas para grabar. Me gusta dar conciertos, cantar, tocar la guitarra, estar en el escenario». Y ahora que ha cumplido años, ¿le dice algo la palabra jubilación? «¡Nooo! –afirma rotundo–. No me gusta para nada. Tengo un espíritu joven y una máxima: el próximo concierto es el primero de mi vida. Tengo buena salud, no fumo, como sano, hago ejercicio, tengo el peso justo. Me cuido, no de forma neurótica, porque me gusta, es natural en mí y me ayuda. Vengo de una familia longeva. Se trata de divertirse y lo hago. De jubilarme nada, soy de los de morir con las botas puestas».