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Vergüenza torera

«La copla con Mariola Cantarero». Obras de López-Quiroga, Padilla y Solano. Soprano: Mariola Cantarero. Piano: Rubén Fernández Aguirre. Teatro de la Zarzuela. 24 - II - 2013, Madrid.
La Razón

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Mariola Cantarero salió sin complejo alguno al escenario, con mesa camilla cubierta por mantilla, bata de cola y mostrando orondeces con total desenvoltura. Habló al público, le hizo partícipe de su admiración por la copla y las folclóricas –«¡Ay que ver lo que se suda con este repertorio. Voy a perder tres kilos»– y se lo metió en el bolsillo. Es fácil cuando, como Cantarero, se tiene simpatía y se entrega todo lo que uno tiene. Esto siempre lo agradece el público, esté o no totalmente de acuerdo con la forma en que la artista –así la llamó una voz desde las alturas– aborda la copla. Pero es que tampoco podía cantarla de otra que no fuese con voz de lo que ella es: una soprano lírico-ligera. Y es que no caben desgarros en las voces líricas si se quiere una carrera duradera y si, además, se está ensayando a la vez la «Marina» de Arrieta. Por cierto, sus compañeros de reparto, José Bros y Simón Orfila, estaban en el teatro mostrando también su entusiasmo. Como asimismo estaba Pedro Lavirgen, quien acaba de sacar un disco que recoge actuaciones en directo a lo largo y ancho de todo el mundo y que sirve para recordar a uno de los grandes tenores que hemos tenido en aquellos años en los que España encabezaba la ópera de la misma forma que antes lo hicieron los italianos y ahora los latinoamericanos. Sin perder el control en momento alguno, puso toda la carne en el asador. De todo el largo recital, con mucho López-Quiroga, habría que destacar «Ay, pena, penita» junto a «Y sin embargo, te quiero» por la forma en que hizo cohabitar los filados y medias voces de la lírica con el mundo folclórico y «María de la O» por la emoción que supo trasladarnos en su especial homenaje a Marifé de Triana. Emilio Sagi estrenó el espectáculo en el Arriaga bilbaíno y brindó a la soprano granadina la oportunidad de hacer un divertido alto en su camino junto al pianista Rubén Fernández-Aguirre –ambos terminaron cantando a dúo «Las cosas del querer»– y a nosotros de disfrutar de una forma diferente de cantar un género que llevamos en lo más profundo de nuestras vísceras.

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